Titulados "ODS para la recuperación y la resiliencia", cada estudio ofrece una valoración general de la situación en la región, complementada por un análisis detallado de estudios de caso en determinados países: Kenia y Senegal para África; Brasil y República Dominicana para América, y Pakistán y Nepal para Asia-Pacífico. Los estudios concluyen con una serie de recomendaciones a los Gobiernos y las organizaciones donantes de cooperación internacional.
Los estudios, basados en el Observatorio Mundial del ODS 8 de la CSI, revelan que, si el mundo hubiera invertido auténticamente en la implementación de la Agenda 2030, las consecuencias de la pandemia de la COVID-19 no habrían sido tan dramáticas como lo fueron y lo siguen siendo.
África: Puede que el continente haya evitado las peores consecuencias sanitarias de la pandemia de COVID-19, pero el impacto inmediato para sus economías está siendo agudo y profundo. Ha dejado a sus países con una inflación galopante y una mayor carga de la deuda. En el ámbito laboral, África obtiene la nota más baja del mundo en el indicador compuesto del Observatorio Mundial del ODS 8 de la CSI, con un impacto particularmente duro para las mujeres, los jóvenes y quienes trabajan en la economía informal.
Entre las recomendaciones de los sindicatos a los Gobiernos africanos destacan: dar prioridad a las políticas que aumenten el crecimiento económico y que creen empleo decente y productivo, por ejemplo, mediante inversiones dirigidas a la economía de los cuidados, la digitalización y la formación profesional, que procuren empleos decentes y respetuosos con el clima y saquen a millones de trabajadores y trabajadoras de la informalidad y la pobreza. Los sindicatos instan a los donantes internacionales a aumentar con carácter urgente la ayuda al desarrollo hasta el 0,7% de su renta nacional bruta y apoyar la movilización de los recursos nacionales africanos mediante una fiscalidad progresiva y medidas que frenen el drenaje de las economías africanas, como la cooperación internacional para combatir la evasión fiscal, el traslado de beneficios y los flujos financieros ilícitos
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América Latina y el Caribe: Aunque las políticas a corto plazo adoptadas para hacer frente a la pandemia amortiguaron su impacto, no pudieron evitar el agravamiento de problemas estructurales como las desigualdades, la pobreza y la falta de empleo decente. La crisis también ha exacerbado los enormes obstáculos que ya enfrentaban los Gobiernos latinoamericanos para cumplir los objetivos de la Agenda 2030, y se constatan graves retrocesos en el cumplimiento de los ODS, particularmente el 8 sobre trabajo decente y crecimiento económico sostenible. La región ocupa el cuarto lugar en el seguimiento mundial del ODS 8 realizado por la CSI. La región ocupa el cuarto lugar en el Observatorio Mundial del ODS8 de la CSI. Aunque obtiene mejores resultados que Asia-Pacífico y África, América Latina está rezagada, especialmente en términos de desigualdad de ingresos y creciente vulnerabilidad del empleo.
Entre otras recomendaciones, los sindicatos piden a los Gobiernos de la región que inviertan en una verdadera transformación socioeconómica, basada en el trabajo decente para todos, con salarios dignos garantizados y acompañada de medidas de transición justa y sistemas universales de protección social. Los sindicatos instan a los donantes internacionales a incluir la dimensión laboral en los criterios de elegibilidad de la AOD y a orientar las ayudas hacia la integración de los trabajadores informales en la economía formal y el fortalecimiento de los sistemas de protección social.
Asia-Pacífico: La región está aún sintiendo los efectos de la pandemia, mientras han seguido aumentado las desigualdades tanto dentro de los países como entre ellos, con un continuo déficit de trabajo decente como telón de fondo. Los datos del Observatorio Mudial del ODS 8 de la CSI muestran que Asia-Pacífico está por debajo de la media mundial en bienestar económico, calidad del empleo, vulnerabilidad laboral y derechos laborales. La situación de los derechos laborales resulta especialmente alarmante, ya que 21 de los 25 países se sitúan por debajo de la media mundial.
Los sindicatos recomiendan a los Gobiernos el uso de la Agenda 2030 como guía para que la región consiga una recuperación sustentable para todos, respaldada por un compromiso genuino con el diálogo social y los derechos fundamentales de trabajo. En cuanto a los donantes internacionales, los sindicatos les instan a situar el ODS 8 en el centro de las políticas de desarrollo, para dar vida a los cuatro pilares del Programa de Trabajo Decente –el diálogo social, la protección social, los derechos en el trabajo y el empleo
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