Trabajadores y trabajadoras unidos en la diversidad

photo: por Alan Denney CC BY-NC-SA 2.0

Los sindicatos luchan por un mundo de prosperidad compartida y libre de discriminación, donde todas las personas puedan vivir y trabajar con dignidad. Con ocasión del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, la CSI lanza un llamamiento para que la solidaridad triunfe sobre el odio.

“El mundo necesita del talento de todos y todas, sin embargo, las oportunidades de tantas personas se ven limitadas por prejuicios y discriminación. Divide y triunfarás ha sido siempre el método de los poderosos para subyugar a la clase trabajadora. La concentración de riquezas en manos de unos pocos alcanza hoy en día niveles impensables, pero no dejaremos que la agitación para promover enfrentamientos distraiga nuestra atención del objetivo de combatir las crecientes desigualdades. El progreso de la humanidad jamás se ha logrado en sus términos. Desafiaremos la discriminación por todos los rincones. Unidos conseguiremos cambiar las cosas y situar a las personas, y no a la codicia corporativa, nuevamente al mando”, afirmó Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI.

Las personas racializadas han de hacer frente a distintas formas de discriminación en el mundo del trabajo. Los empleadores discriminan a las personas procedentes de minorías étnicas en la contratación, en cuanto a salarios y en sus perspectivas profesionales. La segregación laboral supone que las personas de grupos racializados estén sobre-representadas en empleos mal pagados y donde están más expuestas a ser explotadas.

Estas son las consecuencias más visibles de la discriminación racial, aunque otras formas menos insidiosas de racismo resultan igualmente nefastas. La carga psicológica que representa ser injustamente rebajado en el trabajo tiene consecuencias devastadoras sobre las personas y sus familias, que no es fácil reflejar mediante cifras.

El papel estructural y el impacto del racismo requieren igualmente que se les preste una atención urgente. El racismo institucional afecta las vidas y oportunidades de las personas en cuanto a sus posibilidades en la escuela, perspectivas de empleo, representación en las instancias gubernamentales y trato a manos de los agentes de orden público.

“La gente está desencantada con un modelo de globalización que sitúa los beneficios por encima de las personas. Algunos miran hacia la extrema derecha en busca de soluciones, pero la historia nos recuerda continuamente que esa alternativa únicamente conduce a una escalada del odio. La tragedia de Christchurch pone de relieve sus desastrosos resultados, y son trabajadores y trabajadoras quienes terminan pagando el precio más alto. Sumamos nuestras voces al llamamiento mundial lanzado por la primera ministra neozelandesa, Jacinta Ardern, para que se combata la ideología del racismo. La respuesta reside en reforzar el poder de los trabajadores y las trabajadoras para cambiar las reglas de la economía global. Con solidaridad, venceremos”, aseveró la Sra. Burrow.

La CSI reúne a 207 millones de trabajadores y trabajadoras de diversas identidades raciales, religiosas, sexuales y nacionales, en defensa de sus intereses colectivos.