De hecho, el documento de fondo preparado para el evento por la UNCTAD reconoce que efectivamente existe una importante inobservancia de las normas fundamentales del trabajo de la OIT reconocidas internacionalmente así como la vulneración del Estado de Derecho y de las obligaciones contractuales en general. El informe de la UNCTAD subraya que la economía belorrusa todavía "conserva esencialmente los elementos propios a una economía planificada", la cual inevitablemente requiere modelos centralizados en lo que respecta al poder político, las instituciones y los procesos de decisión.
"No son meras cuestiones técnicas o jurídicas, sino que constituyen infracciones directas y específicas de los principios y el respeto de los derechos fundamentales de los trabajadores consagrados en las normas de la OIT", afirmó el Secretario General de la CSI Guy Ryder.
A pesar de que Belarús recondujo, a raíz de su independencia, las ratificaciones firmadas por la Unión Soviética en 1956 de los Convenios fundamentales 87 y 98 de la OIT, no se ha producido ningún cambio en lo que respecta a las continuas violaciones de los derechos de los trabajadores. La persecución de los sindicatos independientes persiste pese a los procesos de vigilancia de la OIT. Los ocasionales indicios de buena voluntad por parte del Gobierno en otras épocas no han conseguido compensar la larga y ya habitual letanía de violaciones, y actualmente la posición del Gobierno se caracteriza esencialmente por la inacción.
Por tanto, la CSI se muestra profundamente preocupada por la naturaleza y el calendario de esta iniciativa organizada por la UNCTAD conjuntamente con las autoridades de Belarús, especialmente porque corre el riego de disminuir la presión que se ejerce sobre el Gobierno de Belarús para que aplique las recomendaciones de la OIT.
"Mientras no se pongan en práctica las recomendaciones de la OIT, cabe mostrar la mayor prudencia con respecto al impacto que puede tener toda iniciativa de esta naturaleza sobre los trabajadores y trabajadoras de Belarús”, concluyó Guy Ryder. "En primer lugar, Belarús debe respetar los derechos de los trabajadores y establecer relaciones laborales efectivas antes de poder atraer una inversión extranjera que realmente pueda beneficiar a sus trabajadores y trabajadoras”.