Rana Plaza 2 años después: los trabajadores de la confección siguen en una situación difícil

Por Tula Connell (Solidarity Centre)

Durante los primeros meses después del derrumbamiento del Rana Plaza, el 24 de abril de 2013 – una catástrofe que se hubiera podido evitar y que se cobró la vida de más de 1.130 trabajadores y trabajadoras de la confección de Bangladesh y dejó miles de heridos – la indignación mundial había motivado cambios que hacían mucha falta.

Decenas de fábricas del vestuario fueron cerradas por vulnerar las normas de seguridad, en el marco del proceso del Acuerdo de Bangladesh sobre protección contra incendios y seguridad de los edificios, un acuerdo jurídicamente vinculante en el que cotizan cerca de 200 marcas de ropa para la inspección de las fábricas de confección. Otras fábricas inspeccionadas, en las que se identificaron problemas, han solucionado acuciantes cuestiones de seguridad. Los trabajadores se organizaron y crearon sindicatos para abordar problemas de seguridad y de bajos salarios – y el Gobierno empezó a aceptar con mayor frecuencia el registro de sindicatos – después de que Estados Unidos suspendiera su Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) con Bangladesh sobre la base de las violaciones graves y crónicas de los derechos laborales en el país.

Pero desde hace unos meses, estas libertades se están reduciendo, como lo lamentan los trabajadores y los dirigentes sindicales del sector de la confección.

“Después de las catástrofes del Rana Plaza y de Tazreen, se ha vuelto más fácil crear sindicatos”, explica Aleya Akter, Presidenta de la Bangladesh Garment and Industrial Workers Federation (BGIWF). Pero desde el 3 de noviembre de 2014, el Gobierno está denegando con mayor frecuencia los registros, comenta a través de un intérprete durante una visita realizada esta semana al Solidarity Center en Washington, D.C. El incendio de la fábrica Tazreen Fashions cinco meses antes del derrumbamiento del Rana Plaza, había provocado la muerte de 112 trabajadores de la confección.

En total, las negativas del Gobierno a las demandas de registro de los sindicatos han aumentado del 19% en 2013 al 56% hasta la fecha en 2015, según datos recabados por el personal del Solidarity Center en Dhaka, capital de Bangladesh. Los trabajadores de la confección desean afiliarse a un sindicato, pero se están encontrando con un número creciente de obstáculos, como por ejemplo la intimidación de los empleadores, amenazas o violencia física, la pérdida de empleos y medidas impuestas por el Gobierno para impedir el registro. Las instituciones encargadas de la reglamentación tampoco parecen muy decididas a penalizar a los empleadores por sus prácticas laborales injustas.

“En nuestra opinión, en el sector de la confección de Bangladesh reina un riguroso clima de violencia antisindical y de impunidad”, según un informe realizado en marzo por la Confederación Sindical Internacional (CSI). “La violencia está a menudo dirigida por los directivos de las fábricas. El Gobierno de Bangladesh no ha intentado realmente que los responsables de estos delitos rindan cuentas”.

Mientras tanto, miles de personas siguen trabajando en condiciones peligrosas en las fábricas del país. Dos años después del incendio de Tazreen, al menos 31 trabajadores han muerto en incendios de fábricas textiles en Bangladesh, y más de 900 personas han resultado heridas (sin contar el Rana Plaza), según datos del Solidarity Center. Las inspecciones realizadas en el marco del Acuerdo, y por el organismo Alliance for Bangladesh Worker Safety que vela por la seguridad de los trabajadores del país pero que carece de poder vinculante, están prácticamente terminadas, y representan en total menos de la mitad de las 5.000 fábricas textiles del país, entre ellas 600 fábricas que han negado la entrada a los inspectores, según la Organización Internacional del Trabajo.

Estos últimos meses, el Solidarity Center ha llevado a cabo una serie de cursos de seguridad contra incendios para los trabajadores del vestuario cerca de Dhaka y Chittagong, donde están ubicadas la mayoría de las fábricas de la confección. Estos cursos de 10 días permiten a los trabajadores adquirir una experiencia práctica en materia de seguridad contra incendios y de seguridad de los edificios.
Tras completar uno de los cursos recientes, Lima, dirigente de un sindicato de empresa, afirma haber “aprendido mucho”.

“Creamos nuestros sindicato a mediados de 2014. La escalera que los trabajadores utilizan en mi fábrica estaba bloqueada, y eso era peligroso en caso de incendio. Pero gracias a nuestro sindicato, tomamos la iniciativa de hablar con la dirección y ahora la escalera está despejada”.

Cuando los trabajadores y trabajadoras de la confección como Lima son autorizados a crear sindicatos, tienen la oportunidad de llevar a cabo cambios positivos en sus lugares de trabajo, lo que demuestra hasta qué punto los sindicatos son indispensables para mejorar considerablemente la situación en las fábricas textiles de Bangladesh – una oportunidad a la que cada vez menos trabajadores pueden acceder en la situación actual.

Este artículo fue publicado inicialmente en el sitio de Solidarity Center.