“Doing Business ha propiciado la adopción de medidas perjudiciales, encaminadas a debilitar o eliminar la reglamentación de las empresas en muchos países, en especial aquella que protege a los trabajadores y les ofrece protecciones sociales. Se ha utilizado para presionar a los Gobiernos que están en desacuerdo con la agenda favorable a la desregulación, que propugna el informe. Es totalmente inapropiado que el Banco Mundial, como institución multilateral financiada con fondos públicos, apoye y promueva una plataforma de derechas, favorable a la desreglamentación y a reducir los impuestos a las empresas en todo el mundo".
Paul Romer, economista principal del Banco Mundial, pidió disculpas a Chile por los cambios en la metodología de DB que perjudicaron las puntuaciones otorgadas a dicho país, —considerablemente peores cuando estaba en el poder el Gobierno socialista de la presidenta Michelle Bachelet, que las asignadas durante el Gobierno conservador anterior—. Según artículos de prensa que citan a Romer, el cambio en la clasificación de DB no reflejaba las modificaciones en la normativa chilena, sino que "parecía estar motivado políticamente ". Durante la campaña electoral del año pasado, que ganaron los conservadores, el Gobierno de Bachelet fue criticado por la oposición conservadora por aplicar supuestas reglamentaciones antiempresariales.
Inspirado por el "Índice de Libertad Económica" desarrollado por la fundación conservadora Heritage Foundation en la década de los noventa, el DB siempre estuvo envuelto en controversia, desde que comenzó a publicarse en 2003, por su sesgo favorable a las políticas de desreglamentación. La primera edición animó a los países a sumarse a la "experiencia de desregulación", a través de acciones como la "reducción del alcance de la reglamentación del empleo".
La CSI, muchas otras organizaciones y algunos Gobiernos criticaron al Banco por utilizar el DB para presionar a distintos Gobiernos a adoptar medidas como una reducción de los salarios mínimos o la eliminación de la obligación de notificar con antelación los despidos masivos. Durante la Gran Recesión de 2009, el Banco aceptó suspender el indicador de flexibilidad del mercado laboral de esta publicación, aunque DB continúa compilando y publicando datos para el Banco.
Romer no es el primer crítico que llama la atención sobre la aparente manipulación de las puntuaciones que los países obtienen en el informe DB. La Organización Internacional del Trabajo, varios análisis académicos e incluso un documento de trabajo del FMI de 2011 han señalado el "carácter subjetivo" de los indicadores y su susceptibilidad a ser manipulados por los bufetes de abogados corporativos, que proporcionan los datos a partir de los cuales se calculan las puntuaciones. Las empresas en las que DB se apoya incluyen entidades tan dudosas como el grupo Mossack Fonseca, que se hizo famoso durante el escándalo de los Papeles de Panamá en 2016.
En 2013, un panel independiente establecido por el Directorio Ejecutivo del Banco Mundial recomendó varios cambios en el DB y su estatus dentro del Banco, como la eliminación de clasificaciones de países y la eliminación permanente del indicador de flexibilidad del mercado laboral y del indicador de la tasa impositiva. Esta última penaliza a aquellos países que exigen que las empresas paguen impuestos o hagan contribuciones a planes de pensiones y otros sistemas de protección social por encima de un umbral bajo. Sin embargo, los responsables del Banco rechazaron casi todas las recomendaciones formuladas por el panel independiente.
La única recomendación que aceptó el Banco fue transferir la supervisión de DB desde el Departamento de Desarrollo del Sector Privado al Grupo de Economía del Desarrollo, con la esperanza de que la unidad de investigación del Banco aportara mayor rigor profesional a la publicació, pero eso resultó ser una esperanza vana.
Por ejemplo, en la última edición de DB se afirma que la desregulación del mercado laboral "puede ser particularmente beneficiosa para la creación de empleo". Esta afirmación contradice las conclusiones del "Informe sobre el Desarrollo Mundial 2013: Empleos" del propio Banco, que incluye un análisis exhaustivo de la investigación sobre las supuestas repercusiones de la protección del empleo y las normas sobre el salario mínimo sobre los niveles de empleo y llega a la conclusión de que el impacto "es insignificante o modesto".
Sharan Burrow afirma: "El Banco Mundial debería avergonzarse de que su informe más emblemático, Doing Business, rechace los análisis basados en datos contrastados y, según todo parece indicar, se deje manipular con fines políticos. Los responsables del Banco deben decidir, de una vez por todas, que Doing Business no tiene nada que hacer en el Banco Mundial".