Durante demasiado tiempo, el trabajo para la gente joven se ha caracterizado por inseguridad, bajos salarios, falta de acceso o un acceso inadecuado a la protección social, así como a la afiliación sindical.
La mayoría de la juventud en todo el mundo trabaja en la economía informal y las jóvenes tienen incluso más probabilidades que los jóvenes en ocupar empleos inseguros y mal pagados.
La gente joven puede contribuir a reconstruir un nuevo contrato social y trabajar con vistas a prevenir la exclusión de su generación asegurándose de no dejar a nadie atrás.
Esta recuperación debe financiarse por medio de una fiscalidad justa, alivio de la deuda y apoyo específico para las economías en desarrollo. Es algo que no se conseguirá con recortes y austeridad.
Este Día Internacional de la Juventud, el 12 de agosto de 2022, supone el tercer año con la pandemia de COVID-19. Una pandemia que está teniendo graves repercusiones sobre la gente joven, incluso respecto a sus oportunidades de empleo y su nivel de vida. Cumplir las seis reivindicaciones clave del nuevo contrato social resulta esencial para una recuperación resiliente que no deje atrás a la gente joven:
- Derechos: garantizar derechos laborales y protección para todos los trabajadores y trabajadoras jóvenes, incluyendo acceso a oportunidades de formación y aprendizaje permanente;
- Empleo: invertir en empleos respetuosos con el clima, junto con puestos de trabajo en sanidad, educación y otros servicios públicos de calidad;
- Salarios: salarios mínimos vitales establecidos mediante un proceso de negociación colectiva, que permitan a la gente trabajadora cubrir sus necesidades;
- Protección Social: garantizar una protección social para todos los trabajadores y trabajadoras, incluso jóvenes y quienes trabajan en economía informal, y establecer un Fondo Mundial para la Protección Social;
- Igualdad: garantizar una participación justa e igualitaria de la gente joven y otros grupos en busca de equidad en la vida económica, social, política y cultural;
- Inclusión: desmantelar los sistemas interconectados de opresión que perpetúan los vestigios del colonialismo y excluyen a las personas en base a su género, raza, clase, nacionalidad, ciudadanía, discapacidad, edad, orientación sexual o identidad de género.