Alberto Oliveira Do Vale, 45, Oporto, Portugal

Tengo dos hijas, una de 18 y una de seis. Mi mujer lleva ya un tiempo desempleada. Yo trabajo en la manufactura de cables de cobre. He estado trabajando en eso durante 22 años.

Cuando terminé mis estudios de secundaria quise hacer la carrera de derecho. Envíe la solicitud, pero no me podía permitir los gastos de matrícula. Ahora mi hija de 18 años quiere ir a la universidad. Espero que a ella le vayan mejor las cosas. Espero que ella pueda ir a la universidad, no como yo.

La empresa para la que trabajo está teniendo dificultades para conseguir un crédito que le permita impulsar un poco el negocio. El cobre es caro, y en los últimos dos años no hemos tenido muchas solicitudes de nuevos pedidos. Por otra parte, un pedido no se paga hasta que el cliente no lo haya recibido. El grupo tiene cuatro empresas, con un total de unos 800 trabajadores.

Yo llevo trabajando allí desde que tenía 11 años. Siempre he vivido y trabajado en la comunidad. No estoy muy al tanto de lo que está sucediendo en el resto del mundo. Quizás tenga una visión distinta de la de una persona que disponga de ingresos más altos.

Siempre he vivido con pocos ingresos. Me acostumbré a ahorrar y a vivir únicamente con lo indispensable.

Como padre, yo quiero proporcionar a mis hijas las mejores condiciones posibles. No quiero malcriarlas con cosas innecesarias, pero quiero poder darles lo que necesiten. A mi alrededor hay mucha gente con dificultades.

Estamos tratando de reunir productos básicos que la gente pueda necesitar, y después los distribuimos entre los amigos. La gente siempre comparte lo que tiene.
En el futuro tiene que haber trabajo; la gente depende del trabajo para su futuro.
Quizás llegue un momento en el que tengamos que compartir nuestro trabajo con los compañeros, en lugar de buscar un trabajo a tiempo completo. Es decir, que en vez de una persona desempleada, habría dos personas compartiendo un trabajo.