La lucha de la juventud trabajadora en los centros de llamadas de Colombia es una batalla internacional

Benjamín Vandevandel, pedagogo adscrito a la sección Juventud de la FGTB, se entrevistó con Danna Vargas, una joven trabajadora y sindicalista colombiana especializada en derecho laboral. Estas son sus impresiones e intercambio.

Por Benjamin Vandevandel (Juventud FGTB) y Yolanda Lamas (IFSI)

El sindicalismo es inherentemente internacionalista. Cuando se defienden los intereses de un trabajador o trabajadora, se defienden los intereses de todos los trabajadores y las trabajadoras en su conjunto. La central sindical Federación general del trabajo de Bélgica (FGTB), a través de su Instituto de Cooperación sindical internacional (IFSI), defiende concretamente los intereses de los trabajadores y trabajadoras de África, América Latina y Asia. El instituto IFSI tiene como objetivo fortalecer las capacidades de las organizaciones sindicales socias de la FGTB mediante la planificación conjunta de proyectos quinquenales cofinanciados por el organismo de cooperación belga.

Es en este marco que el IFSI desarrolla con la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) un proyecto destinado a la “juventud” en Colombia. La juventud trabajadora es blanco de mayores discriminaciones que sus mayores, por ejemplo, renovación de contratos basura solamente si se mantienen alejados de los sindicatos y no reclaman sus derechos sociales. El proyecto tiene como objetivo fortalecer la defensa de los derechos de la juventud y su representación sindical en los sindicatos. La tasa de sindicalización de la juventud latinoamericana es muy baja, asciende solamente al 1% en relación con el 4% de la fuerza laboral. ¿Desinterés o falta de confianza? La CUT quiere trabajar para fortalecer su departamento “Juventud” y sensibilizar a los trabajadores y trabajadoras de este tramo de edad para que se afilien al sindicato con el fin de defenderlos mejor. El nuevo proyecto 2022-2026 incluye a la sección ”Jeunes” de la FGTB porque experimentan algunos de los mismos problemas y porque entre jóvenes pueden encontrar juntos posibles soluciones.

“Hablar unas horas con una compañera colombiana nos recuerda cuán universales son los problemas relacionados con el acceso a los mecanismos de solidaridad y el cumplimiento de la legislación laboral. Danna pudo darnos una idea de la situación que vive la juventud trabajadora en las empresas de telecomunicación y en la economía de plataformas”, explica Benjamin.

El relato de Danna es dramático: “Me contactaron trabajadoras de la multinacional francesa Teleperformance, líder mundial de los centros de llamadas, que cuenta con una sede en Bogotá. En esta empresa, la edad media se sitúa entre los 18 y los 22 años y el sector de los centros de llamadas es un caldo de cultivo de infracciones a la legislación laboral. Disponen apenas de 15 minutos de pausa para el almuerzo.

Observamos muchos casos de acoso laboral y sexual, promesas incumplidas de bonificaciones en caso de buenas ventas, etc. La pandemia empeoró aún más la situación: trabajadores y trabajadoras tuvieron que presentarse sin mascarillas, sin acceso a hidrogel desinfectante. Quienes trabajan desde su domicilio utilizan su propio equipo y la empresa solamente aporta 50.000 pesos colombianos para un abono a Internet que cuesta 100.000. Dado que el salario medio en la empresa es de 1.200.000 pesos colombianos (274 euros), es decir, apenas 200.000 pesos por encima del salario mínimo situado en un millón de pesos (228 euros), el abono a Internet supone un costo enorme. Además, se instala en el domicilio del trabajador o trabajadora una cámara para asegurar su vigilancia, lo que representa una grave intrusión en su privacidad”.

Danna pone de relieve una situación extremadamente difícil, agravada por la pandemia de COVID-19, en un país que, como indica el Índice Global de los Derechos de la CSI, figura ya entre los 10 primeros países donde la represión estatal contra el mundo del trabajo, contra los defensores y defensoras de los derechos sindicales, ambientales o indígenas, es una de las más enconadas del mundo.

Colombia es conocida por su elevada tasa de trabajo informal (oficialmente el 47,7% en agosto de 2021, pero la CUT señala una tasa superior al 60%), y por el gran número de asesinatos de que son víctimas las personas que defienden los derechos humanos y el medio ambiente: 542 , entre las que se cuentan 22 sindicalistas. Trabajar como activista es una ocupación de alto riesgo y en los planes actuales del Gobierno no hay ningún indicio que sugiera alguna mejora. El Congreso está debatiendo actualmente una legislación para promover el empleo de jóvenes menores de 28 años. Ya sea la Ley del primer empleo o de la extensión de su período de prácticas, pero los sindicatos opinan que más bien se trata de ayudar a los empleadores a recuperarse del período “corona” ofreciéndoles reducir sus contribuciones sociales y los salarios de las personas jóvenes. En resumidas cuentas, la juventud trabajadora gana menos y tiene poca o ninguna cobertura de seguridad social.

¡Se lanza un llamamiento a la juventud sindical para que no avale una ley discriminatoria!

Colombia... Bélgica... la internacionalización de las luchas frente a los excesos autoritarios es una realidad. Los testimonios de compañeras y compañeros al otro lado del Atlántico muestran hasta qué punto se impone mantenerse alerta también en Europa. Aunque se dice democrática, la reciente condena de 17 sindicalistas belgas por “obstrucción dolosa del tráfico” es una demostración entre otras muchas que ilustra la línea de ataque que el mundo empresarial y la derecha política van a emplear una y otra vez contra los defensores y defensoras de los intereses del mundo del trabajo. Se asesina en Colombia, se condena en Europa: estas son dos de las facetas de la violencia internacional ejercida por los empleadores y sus aliados de la derecha y la extrema derecha.

Al intercambiar impresiones con Danna, nos damos cuenta de la importancia que reviste el hecho de que la lucha sindical, la lucha medioambiental o por los indígenas,... tenga un alcance internacional. Cuando los derechos se pierden o no se respetan, es todo el mundo del trabajo en su conjunto el que sufre las consecuencias.

El mundo es complejo, multicultural y un modelo de sociedad no puede trasladarse a otro sin matices, pero no hay un trabajador ni una trabajadora en el mundo que rechace el acceso a la educación, la atención médica, el cumplimiento de la legislación laboral y el respeto por el medio ambiente. La lucha de Danna en Colombia es la misma que la de todos los sindicalistas y las sindicalistas del mundo entero: “Debemos formar a la juventud para que se comprometa con un mundo del trabajo decente a lo largo de la vida. Lo que sucede en Colombia también concierne a Europa, lo que se decide en Europa influye en la juventud de Colombia: ¡la internacionalización de las luchas es una necesidad porque incluso los gobiernos más autoritarios detestan que se les señale con el dedo!”