En el marco de la campaña Por la Democracia, las organizaciones afiliadas a la CSI se están movilizando en todo el mundo en contra del creciente autoritarismo y a favor de más democracia en el trabajo, en la sociedad y en las instituciones internacionales.
Sabemos que los movimientos de extrema derecha, e incluso determinados empleadores, recurren a menudo a la división de las personas en función de su origen étnico, religión, clase o estatus migratorio para reprimir los derechos de los trabajadores y las trabajadoras.
Una democracia sana implica la participación de todas las personas. El racismo estructural, la violencia y la intimidación impiden cada vez más a las personas racializadas participar en los debates sociales y demás procesos democráticos, como consecuencia de lo cual las comunidades salen perdiendo y la democracia se resiente.
Los trabajadores y las trabajadoras racializados también se enfrentan a la discriminación en el trabajo, donde existen desigualdades en la contratación, los ascensos, los salarios, la protección social y la salud y seguridad. Sindicatos de todo el mundo se están organizando y negociando colectivamente para luchar contra el racismo en el trabajo, así como para sensibilizar a sus miembros y combatir la propaganda racista en la sociedad.
Unidos en la lucha contra todas las formas de discriminación, en particular contra el rechazo a los inmigrantes y a los refugiados, sindicatos de todo el mundo están reclamando un Nuevo Contrato Social que garantice empleo, derechos, salarios justos, protección social universal, igualdad e inclusión para todos los trabajadores y todas las trabajadoras sin excepción.