Tras huir de la guerra en Ucrania, muchos estudiantes africanos y asiáticos optan por Georgia

Tras huir de la guerra en Ucrania, muchos estudiantes africanos y asiáticos optan por Georgia

Ahammed Nashath, photographed here outside the Abo of Tbilisi monument in the Georgian capital on 2 March 2023, is one of over 25,000 international students currently studying in the South Caucasian nation.

(Jobin Koshy)

Megha Krishna, una estudiante india de 23 años, cursaba su tercer año en la Universidad Nacional de Medicina de Ternopil, en Ucrania, cuando Rusia invadió el país el 24 de febrero de 2022. “La guerra empezó el día antes de mi cumpleaños, algo muy desafortunado porque, cada víspera de mi cumpleaños, recordaré ese traumático acontecimiento”, dice.

Krishna es una de los aproximadamente 18.000 estudiantes indios (según datos de 2021 del Gobierno ucraniano) que habían elegido Ucrania para cursar sus estudios universitarios antes de que estallara la guerra. “Mi primera opción fue Ucrania”, cuenta a Equal Times. “Su plan de estudios era muy bueno y me sentía muy a gusto allí”.

Krishna no podía imaginar que un día tendría que huir del país debido a una guerra. Aunque a principios de 2022 hubo señales de advertencia sobre una posible invasión rusa, Krishna no entendió del todo la gravedad de la situación.

“Mis amigos y yo estábamos en nuestro apartamento sin darnos cuenta de lo que sucedía fuera. Fue al llamarnos nuestras familias cuando supimos que había bombardeos y nos trasladamos a los búnkeres”, recuerda.

Temiendo no sobrevivir a la guerra si permanecía en Ucrania, Krishna se dirigió inmediatamente a la frontera rumana. “Tuvimos que quedarnos tres días en la frontera. Hacía muchísimo frío”. A diferencia de otros estudiantes africanos y asiáticos que han relatado sus experiencias de racismo mientras intentaban huir de Ucrania, Krishna dice que su principal problema fue la multitud de personas que intentaban ponerse a salvo: “Nos costó mucho cruzar la frontera porque estaba abarrotada de gente”.

Krishna pudo por fin entrar en Rumanía, donde pasó unos días en un refugio, antes de ser repatriada a su estado natal de Kerala, en la India. Una vez allí empezó a explorar opciones para continuar sus estudios en el extranjero.

“Hice una pausa de un año y luego me enteré de que Georgia invitaba a aquellos estudiantes que necesitaban un traslado. Sabía que la calidad de la educación allí era muy buena, así que no dudé en mudarme”, explica Krishna, que se matriculó en la Universidad del Cáucaso (UC) el pasado mes de marzo.

La UC es una de las principales universidades privadas de Tiflis, la capital de Georgia. Kakha Shengelia, su presidente, afirma que los acontecimientos en Ucrania han cambiado las reglas del juego de la enseñanza superior en Georgia.

“Más de 500 estudiantes han solicitado el traslado a nuestra universidad desde Ucrania tras estallar la guerra. Vienen sobre todo a nuestra Facultad de Medicina, pero tenemos estudiantes en otras facultades, como Empresariales, Relaciones Internacionales, Informática y Psicología”, cuenta a Equal Times.

Según los datos publicados en 2023 por la Oficina Nacional de Estadística de Georgia, el número de estudiantes extranjeros en las universidades de este país, tanto públicas como privadas, casi se ha duplicado. Han pasado de unos 14.000 antes de la guerra a algo más de 25.000 en la actualidad.

Ucrania: una larga tradición de estudiantes internacionales

Ucrania fue cuna de algunas de las principales universidades de la antigua URSS. Conocida sobre todo por la calidad de sus programas científicos, muchos estudiantes africanos y asiáticos han elegido estudiar en Ucrania desde la década de los sesenta.
La promoción de la enseñanza superior ucraniana a nivel internacional siguió siendo una prioridad para el Ministerio de Educación y Ciencia del país tras el colapso de la Unión Soviética. El Gobierno realizó importantes inversiones en el sector y ofreció condiciones flexibles a quienes no podían permitirse las costosas universidades europeas y estadounidenses.

Según datos de 2021 del Gobierno ucraniano, este país acogía a más de 76.000 estudiantes extranjeros, de una población estudiantil total de algo más de 1,1 millones. La mayoría, alrededor del 24%, procedía de la India, seguida de Marruecos, con un 12%. Ucrania también era cada vez más popular entre los estudiantes de países como Nigeria y Argelia, además de mantener su popularidad entre los estudiantes de otros Estados postsoviéticos, como Azerbaiyán y Turkmenistán.

Chinenye Ejikeme, una estudiante nigeriana de 21 años, llegó a Georgia en marzo, pero en 2019 decidió matricularse para estudiar Medicina en Ucrania. Los bajos precios de los cursos y su entorno asequible hacían de Ucrania la opción más adecuada para ella.

“Yo quería estudiar en los Estados Unidos, pero me denegaron el visado de estudiante. Entonces mis padres me hablaron de algunas personas que estudiaban Medicina en Ucrania. Como los precios eran bajos y la calidad de la enseñanza, muy buena, me dije: ‘De acuerdo, estudiaré en Ucrania’”, cuenta Chinenye.

Los precios asequibles de Ucrania (entre tres y cuatro veces más baratos que el coste medio de los cursos en la UE para estudiantes internacionales) fueron también la razón principal por la que Ahammed Nashath, un estudiante indio de 22 años, decidió ir a Ucrania. “Ucrania era la mejor opción para mí, por sus precios”, afirma.

Además de ofrecer cursos asequibles y una educación de calidad en diversos campos, la ubicación de Ucrania la hacían especialmente atractiva para los estudiantes internacionales. La proximidad de Ucrania tanto a Europa como a partes de Asia ofrecía a los estudiantes la oportunidad de viajar y explorar diversas culturas.

Georgia: tasas asequibles y educación de calidad

A pesar de que las universidades ucranianas han permanecido abiertas desde la invasión rusa, se han producido importantes trastornos. Muchos cursos han pasado a impartirse a distancia y algunas facultades se han trasladado a otros centros y universidades situadas en zonas más seguras del país. Como consecuencia, miles de estudiantes extranjeros han pedido traslado a otros lugares para continuar sus estudios y un número significativo de estudiantes internacionales que antes residían en Ucrania han optado por dirigirse a Georgia.

“Georgia es muy atractiva por sus bajos precios”, afirma Shengelia desde la UC. “Además de los cursos, también el coste de la vida es relativamente barato aquí. El clima es bueno, la gente, hospitalaria, y la comida, deliciosa”, añade.

En Georgia hay 62 universidades, de las cuales 43 son privadas. Aunque los precios varían entre ellas, los estudiantes extranjeros de la UC pagan entre 5.000 y 6.500 dólares según el programa, lo que supone cuatro y cinco veces menos que las tasas de las universidades europeas.

Giorgi Svanidze es el director del Departamento Internacional de la Universidad de Medicina David Tvildiani, la principal facultad médica de Georgia. Más del 50% de sus estudiantes proceden de distintos países, sobre todo de India y Nigeria.

“Nuestra universidad resulta atractiva porque la calidad de la enseñanza es muy alta. Al graduarse, los estudiantes deben aprobar los exámenes de licenciatura en sus países de origen. Un 99% de nuestros egresados supera estos exámenes. Se lo cuentan unos a otros y así es como nuestra universidad se ha hecho tan popular”, afirma Svanidze.

Georgia también se apresuró a facilitar las condiciones de visado y a flexibilizar los procedimientos de entrada a los estudiantes que necesitaban desesperadamente un lugar donde continuar sus estudios tras huir de Ucrania. Chinenye afirma que le resultó difícil solicitar plaza en otras universidades por la imposibilidad de obtener algunos de los documentos que estas le solicitaban.

“Para conseguir los certificados de notas teníamos que expulsarnos nosotros mismos de las universidades ucranianas. Pero no quisimos hacerlo, porque no estábamos seguros de poder entrar en otra universidad. Esta universidad de Georgia no nos exigía expedientes académicos, nos permitía mostrar nuestros diarios electrónicos. Esto facilitó mucho las cosas”, dice.

Al principio no resultaba tan fácil a los estudiantes extranjeros acceder a las universidades georgianas. Muchos tuvieron que pasar por un largo y arduo proceso para conseguir un visado. “Inicialmente había algunos obstáculos que, por desgracia, nos hicieron perder a muchos estudiantes. Entonces se tardaba entre tres y cuatro meses en conseguir un visado, pero estos trámites se completan ahora en unas pocas semanas”, afirma Shengelia.

Baja posición en los ránquines

Aunque los estudiantes extranjeros de diversos países en desarrollo cada vez se interesan más por la enseñanza superior de Georgia, sus universidades distan mucho de figurar entre las mejores del mundo. Sólo dos universidades georgianas figuran en el último ranquin académico de universidades de Times Higher Education, que incluye 1.799 universidades de 104 países. Ninguna de ellas está entre las mil mejores.

Algunos expertos en educación afirman que la razón de que las universidades georgianas no aparezcan entre las mejores de los ránquines mundiales no es su baja calidad sino su limitada investigación. “Nuestras universidades son débiles en este sentido. No llevan a cabo tantas investigaciones como muchas universidades occidentales”, explica Siko Janashia, investigador sobre Educación afincado en Georgia. No obstante, señala Janashia: “El sistema de enseñanza superior de Georgia forma parte del Plan Bolonia [un proceso intergubernamental que reformó la enseñanza universitaria y armonizó los distintos sistemas de enseñanza superior europeos]. Los estudiantes pueden seguir unos estudios superiores en Occidente, lo que les facilita continuar allí su trayectoria profesional”.

Sin embargo, Ghia Nodia, exministro de Educación y Ciencia de Georgia, no es tan positivo. “La mayoría de las universidades georgianas son bastante débiles. Algunas poseen sistemas modernos, pero esto no significa que la enseñanza superior en Georgia sea de alta calidad”, afirma. Nodia argumenta que las universidades occidentales tienen estándares establecidos, mientras que en Georgia “depende mucho de la personalidad del profesor”, y algunos son mejores que otros.