El desarrollo del sector privado y la creación de empresas emergentes abren una nueva etapa de oportunidades en Irak

El desarrollo del sector privado y la creación de empresas emergentes abren una nueva etapa de oportunidades en Irak

The Station makes shared workspace available to young entrepreneurs in Baghdad. A similar space recently opened in Erbil.

(Clément Gibon)

En el centro de la animada ciudad de Bagdad, hay optimismo en torno al desarrollo del sector privado iraquí. La brisa matinal despierta a los habitantes del barrio de Karada. Las puertas de The Station se abren para acoger a una treintena de jóvenes estudiantes y emprendedores entusiasmados, decididos a dar vida a sus ideas y a impulsar sus empresas emergentes hacia nuevas cimas.

The Station es mucho más que un simple espacio de cotrabajo; es el catalizador de una revolución empresarial en Irak. Fundada en 2018 por un grupo de inversores locales visionarios, este ecosistema ofrece un entorno estimulante en el que la creatividad, la innovación y el intercambio de conocimientos florecen en un espacio donde se proponen formaciones para la impresión en 3D, la construcción de drones o el aprendizaje de robótica, y que alberga una sala donde se organizan festivales y conferencias de todo tipo.

“Desde la década de 1980, el sistema educativo iraquí está concebido para servir principalmente al sector público, en consonancia con la ideología socialista del partido Baaz. Sin embargo, a pesar de la caída de Sadam Huseín, este sistema no ha logrado adaptarse a las necesidades actuales del país”, declara Ghada Ahmed, responsable de las comunicaciones y las relaciones públicas en The Station.

“En este contexto, The Station trata de cambiar las mentalidades y de llenar el vacío que ha dejado un sistema educativo que se ha quedado obsoleto. Nuestra estrategia se fundamenta principalmente en la promoción del emprendimiento y de la creatividad, pasando por el fortalecimiento de las competencias de los jóvenes en diversos ámbitos y el apoyo a las iniciativas de la sociedad civil”, añade.

Conforme al artículo 34 de la Constitución iraquí, la educación es gratuita en el país, y varias leyes promulgadas al final de la década de 1960 frenaron especialmente el desarrollo de la enseñanza privada, lo que permitió al Gobierno tener el control total sobre la educación de su población.

Si bien estas políticas han reducido considerablemente la tasa de analfabetismo en Irak, que pasó de 50% al final de la década de 1950 a 16% al inicio de la década de 2000, una gran parte de la población depende de las instituciones públicas para encontrar empleo.

Trabajar en el sector público, sostenido por las rentas del petróleo, que ascendían al 43% de su PIB en 2021, conlleva numerosas y diversas ventajas. Con un plan de pensiones fiable y un número determinado de días de vacaciones remunerados, el sector público crea una competencia desleal con el sector privado, que no puede ofrecer siempre estas ventajas, lo que lo hace menos atractivo para algunos trabajadores.

En consecuencia, según una encuesta sobre la población activa en Irak realizada en 2021 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cerca del 38% de los iraquíes están empleados en el sector público, lo que representa una de las tasas más importantes de la región y del mundo.

La informalidad en el sector privado: un importante reto que debe superarse

Por otro lado, el sector privado iraquí ha sufrido enormemente como consecuencia de los años de conflicto tras la caída de Sadam Huseín en 2003, seguidos de la guerra civil y del conflicto contra la organización terrorista Estado Islámico. Actualmente, el panorama empresarial está compuesto por un mosaico de pequeñas y medianas empresas que contribuyen, de manera más o menos importante, al paisaje económico del país.

“Todas estas crisis han creado un clima de incertidumbre que ha desalentado en gran medida a los inversores de correr riesgos e implicarse financieramente en la economía nacional”, afirma Maha Kattaa, coordinadora de la oficina de la OIT en Irak.

Al mismo tiempo, el proceso de registro de una empresa en Irak es a menudo oneroso y burocrático, lo que desanima a numerosos empresarios, que prefieren operar en el sector informal que hacer frente a los trámites administrativos tediosos. Además, el cierre de una empresa también es un proceso complicado y costoso, lo que desalienta a los empresarios a cerrar empresas que no son rentables.

“El entorno empresarial de países como Irak no es particularmente propicio para la creación de empresas. Las personas prefieren trabajar de manera informal y correr riesgos, pero evitar todo el papeleo administrativo que lleva mucho tiempo y exige una gran cantidad de recursos”, confía Maha Kattaa a Equal Times.

En cuanto al Gobierno, la falta de recursos, en particular en lo que se refiere a los inspectores del trabajo, limita su capacidad de extender su cobertura a las pequeñas y medianas empresas, lo que desalienta a las personas a registrarse y cumplir la normativa legal.

En consecuencia, al menos el 54,8% de la población activa se encuentra empleada en el sector informal, lo que contribuye a la precarización de la situación de numerosas personas que trabajan con contratos de duración determinada y se ven a menudo privadas de acceso a la seguridad social. Además de restringir la capacidad del Gobierno de recaudar ingresos fiscales, la informalidad del sector privado también reduce el potencial de crecimiento y de expansión de las empresas.

Reformas gubernamentales para hacer el sector privado más atractivo

Aun así, el Gobierno es cada vez más consciente de la necesidad de reformar el sistema. Desde 2014, cuenta con una estrategia para el desarrollo del sector privado de Irak hasta 2030, que no solo describe el estado actual del sector privado en el país, sino que también sirve de hoja de ruta para establecer diversas políticas. Así, el Gobierno espera conseguir, entre 2023 y 2030, que el sector privado represente al menos el 60% del PIB y absorba el 4% del desempleo.

Más recientemente, en mayo de 2023, el Consejo federal de representantes de Irak aprobó una ley sobre la seguridad social para los trabajadores del sector privado, la cual amplía considerablemente la cobertura legal del sistema de la seguridad social para diferentes tipos de trabajadores informales e independientes. Asimismo, esta ley otorga derechos relacionados con las prestaciones por maternidad y por desempleo, así como un seguro de enfermedad, lo que constituye un gran avance para los derechos de los trabajadores en el país.

“Actualmente, el entorno es mucho más propicio que antes para la creación de empresas emergentes, ya que el Gobierno alienta a los jóvenes a poner en marcha sus proyectos y a registrar sus empresas”, afirma Labeeb Kashif al-Gitta, joven empresario de 35 años, director general de Al-Nakhla, una empresa especializada en el mantenimiento de palmeras.

Estas reformas son muy necesarias para responder a los nuevos desafíos demográficos de Irak. En un país donde el 40% de la población tiene menos de 25 años, cada vez es más difícil para el sector público absorber toda la mano de obra disponible.

Según el Banco Mundial, al menos el 34,5% de la población joven en edad de trabajar se encuentra en situación de desempleo, lo que contribuye a aumentar el descontento social. En 2019, Irak se vio particularmente sacudido por importantes manifestaciones, encabezadas por jóvenes que reclamaban un cambio de sistema, que consideraban corrupto, más oportunidades de empleo y una mejora de los servicios públicos.

Además, según Maha Kattaa, las reformas deben ser inclusivas porque una gran parte de las mujeres jóvenes en edad de trabajar no tiene acceso al empleo.

“La tasa de participación femenina en el mercado de trabajo es de tan solo un 10,6%, uno de los más bajos de la región, incluso del continente asiático”, afirma. “La mayoría de ellas se encuentran en el sector público. Según nuestras estimaciones, tan solo unos cientos de miles trabajan en el sector privado, mientras que calculamos que en el país hay 13 millones de mujeres en edad de trabajar”, concluye.

Un futuro económico prometedor para el sector privado a pesar de los desafíos

En The Station, la luz de la mañana inunda los vastos espacios abiertos. Solo son las 10 de la mañana y el espacio de cotrabajo ya es un verdadero hervidero de actividad. Tanto las empresas emergentes de diferentes sectores, como la tecnología agrícola, pasando por el comercio y los servicios, comparten una pasión: contribuir al desarrollo del sector privado en pro del futuro económico de Irak.

“Con la creación de mi empresa quiero aportar un cambio positivo a mi país y mi comunidad y mostrar a las personas que me rodean que es posible alcanzar tu objetivo solo con una idea y los recursos necesarios”, afirma Mohamed al-Bayati, un joven empresario de 35 años que ha creado Zulitak, una empresa de confección de alfombras tejidas a mano y de alta calidad a partir de imágenes personales.

Tras décadas de conflictos e inestabilidad, Irak experimenta actualmente una relativa calma política y de seguridad que abre nuevas perspectivas para el sector privado, que puede desarrollarse con más seguridad que antes. “Cuando abrimos nuestra empresa especializada en el mantenimiento de palmeras en 2018, solo teníamos una veintena de árboles. Actualmente, tenemos cerca de 7.000 palmeras de las que nos ocupamos y tenemos previsto seguir creciendo”, declara Labeeb Kashif al-Gitta.

Esta nueva situación ha generado igualmente un aumento del interés de inversores extranjeros. Así, en junio de 2023, Qatar anunció que tenía la intención de invertir 5.000 millones de dólares estadounidenses durante los próximos años, mientras que Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) han concluido este mismo mes un acuerdo para destinar 6.000 millones de dólares estadounidenses a sostener proyectos comerciales y de infraestructuras en el país.

No obstante, a pesar del balance positivo registrado en el sector privado, quedan muchos desafíos por superar. Problemas como el acceso a las instituciones financieras tradicionales que a menudo tienen procedimientos estrictos y una aversión al riesgo o la falta de infraestructuras asociada a la logística de los transportes, la conexión a la red de Internet o incluso el suministro eléctrico pueden entorpecer en particular el crecimiento de las empresas emergentes.

“El sistema logístico no está suficientemente desarrollado para poder producir en masa y enviar pedidos a todas las regiones del mundo a un precio correcto. Por este motivo, también hemos abierto una sucursal en Turquía para que nos ayude con el proceso logístico”, afirma Mohamed al-Bayati.

“A pesar de todos estos desafíos, veo que los jóvenes iraquíes están muy motivados y tienen mucho potencial. Estoy seguro de que si los inversores nos dan una oportunidad, Irak será un verdadero centro regional para el sector privado”, concluye.

This article has been translated from French by Raquel Mora