Wellington Chibebe - Diálogo social: La ’guía básica’ para el desarrollo social y económico

El secretario general adjunto de la CSI, Wellington Chibebe, publicó el siguiente artículo sobre el diálogo social como herramienta para el desarrollo social y económico.

Este artículo fue publicado en inglés en el portal DEVEX.

La comunidad internacional para el desarrollo y otros actores han identificado la desigualdad como uno de los obstáculos principales y cada vez mayores para el desarrollo. El desempleo, especialmente entre las personas jóvenes, se ha reconocido como una fuente fundamental de la creciente desigualdad, también impulsada por el impacto negativo cada vez mayor del sector informal en expansión en el desarrollo económico y social, en particular para las mujeres.

Como instrumento de gobernanza social y económica para el desarrollo, el diálogo social puede contribuir al programa para la eficacia del desarrollo. Ofrece a la población una mayor apropiación, en particular a los trabajadores y trabajadoras, ayuda a aumentar la responsabilidad y reforzar las políticas nacionales y contribuye al diseño y la aplicación de mejores políticas de redistribución.

El diálogo social también propicia la paz social y es un instrumento poderoso para la reconciliación y la reconstrucción.

El empleo productivo y el trabajo decente para todos son indispensables para el desarrollo sostenible, en particular en países en vías de desarrollo, como reconoce el Acuerdo de Alianza de Busan. En este sentido, el programa de trabajo decente de la Organización Internacional del Trabajo es particularmente pertinente para la Alianza Mundial para la Cooperación Eficaz al Desarrollo cuando se mencionan explícitamente sus cuatro pilares: creación de empleos, derechos en el trabajo, diálogo social y protección social.

Es particularmente interesante destacar que la Alianza ha identificado como fundamental el “diálogo social” en relación con sus principios fundamentales, así como a sus temas prioritarios.

Participación de partes interesadas y asociaciones de múltiples niveles

El diálogo social hace referencia a todos los tipos de negociación, consulta o intercambios de información entre representantes de los empleadores, los trabajadores y los gobiernos sobre cuestiones en general relacionadas con las políticas económicas y sociales. Se puede realizar dentro de una industria particular o entre industrias, en el ámbito local, nacional o regional.

Puede dar lugar a diferentes resultados, desde convenios colectivos, como acuerdos marco internacionales, hasta leyes tripartitas nacionales, como el Pacto Indonesio para el Empleo. Según la OIT, la aplicación eficaz de las políticas de desarrollo económico y social exige tres instrumentos de buena “gobernanza”: el diálogo social, la inspección del trabajo y la política económica.

Como la gobernanza social y económica es crítica a la hora de definir y aplicar las estrategias de desarrollo, se ha identificado el diálogo social como uno de los instrumentos más fuertes y eficaces para obtener resultados en cuanto a estos principios, por medio de la participación directa de las instituciones y los actores dentro de las mismas que gobiernan las esferas económicas y sociales. Las políticas de desarrollo se deberían basar en una apropiación democrática verdadera, la inclusión y la rendición de cuentas y estar orientada hacia los resultados.

Ejemplos de todo el mundo muestran cómo el diálogo social ayuda a las personas más vulnerables. En India, los sindicatos han organizado a los/las trabajadores/as informales rurales en sindicatos de trabajadores/as rurales, los cuales contaban con 172.270 afiliados/as en 2011. El sindicato indonesio de trabajadores/as del transporte se ha puesto en contacto con los/las trabajadores/as del sector informal para mejorar su protección económica y laboral. Los/las trabajadores/as autónomos/as nicaragüenses ahora tienen un recurso para proteger sus derechos cuando trabajan con los empleadores y el gobierno local.

Una herramienta para el diseño y la aplicación de políticas

El diálogo social no está predeterminado y exige tanto una voluntad política como un entorno propicio. Como prerrequisito, tiene que permitir que las representaciones tanto de trabajadores/as como de empleadores existan y funcionen de manera equitativa y eficaz. Esto empieza por el respeto de las libertades fundamentales de la libertad sindical y el derecho de negociación colectiva, organizaciones de empleadores y trabajadores/as representativas e independientes, prácticas sólidas en materia de relaciones laborales, administraciones laborales que funcionen — como la inspección de trabajo — y el respeto de los “interlocutores sociales” (entendidos como organizaciones de trabajadores/as y empleadores) como los otros pilares del diálogo social.

El diálogo social eficaz puede reforzar la gobernanza económica y social, estimular el crecimiento integrador y combatir la desigualdad. Puede promover sociedades estables y pacíficas a través de la cohesión social y la solución de conflictos y al mismo tiempo mejorar la rendición de cuentas y la apropiación democrática.

Una prominencia cada vez mayor del papel del sector privado en la consecución del desarrollo sostenible y la atención permanente al crecimiento económico — combinado con una preocupación creciente por las desigualdades sociales y de ingresos — hacen indispensable el diálogo social. El diálogo social e instrumentos de los mercados laborales que funcionen — p.ej. salarios mínimos, protecciones del empleo como el seguro de desempleo, negociación colectiva o negociación entre empleadores y trabajadores/as — son herramientas eficaces para reducir la desigualdad, en lo que concierne a los ingresos y la protección social, la prestación de servicios sanitarios y educación y bienes públicos en general. De este modo, el diálogo social, con una legislación que lo apoye, puede ayudar a subsanar la disparidad entre productividad y salarios.

En muchas áreas afectadas por conflictos, la reconstrucción y la reconciliación son clave para la construcción de comunidades y Estados. En muchas situaciones posteriores a un conflicto y países que se encuentran en transición hacia la democracia, el diálogo social ha demostrado ser una herramienta poderosa para estabilizar las relaciones sociales. Puede preparar el camino para avanzar reuniendo a actores económicos y sociales y gobiernos. Los ejemplos de Sudáfrica, Túnez, Indonesia y muchos países en la Europa Oriental postsoviética muestran cómo el diálogo social ha sido un elemento fundamental de las transiciones a sociedades democráticas y libres.

En Angola, el diálogo social ha desempeñado un papel importante en la recuperación del país de una guerra civil de 27 años y ha ayudado a afrontar una serie de retos en el sector de la extracción de recursos. En mayo de 2010, el Presidente José Eduardo dos Santos estableció una Consejo Nacional para el Diálogo Social integrado por ministros/as del gobierno, los sindicatos UNTA y CGSILA y la Asociación Industrial de Angola y la Cámara de Comercio de Angola, en representación de los empleadores.

Los derechos, la legislación y las políticas por sí solos no garantizan la aplicación y resultados en materia de desarrollo positivos. Se debe contar con mecanismos de rendición de cuentas participativa para garantizar la aplicación eficaz y permitir conciliar diferentes intereses y ajustar las estrategias para mejorar los resultados en materia de desarrollo. El diálogo social eleva la responsabilidad económica y social del ámbito nacional al local y al de la empresa y facilita la supervisión y el ajuste con miras a mejorar la aplicación eficaz y adecuada de las estrategias y medidas.

Dado eI papel importante que el diálogo social puede desempeñar en el programa de desarrollo post-2015, una “alianza conjunta para el diálogo social” integrada por las partes interesadas de la Alianza Mundial proporcionaría una “guía básica” pertinente para el desarrollo económico y social, particularmente en el contexto actual del papel cada vez mayor del sector privado.

Reunir a diferentes actores bajo el eje de la Alianza Mundial para explorar maneras de promover y aprender de los esfuerzos del diálogo social en la cooperación — en el plano mundial y en países donantes y asociados individuales — podría contribuir en gran medida a cumplir algunos de los compromisos contraídos desde la Declaración de París sobre la eficacia de la ayuda.