La dirección de Tesla es abiertamente antisindical, hasta el punto de ser una de las pocas corporaciones que intentan destruir legalmente la credibilidad de la [Junta Nacional de Relaciones Laborales->https://prospect.org/blogs-and-newsletters/tap/2024-02-22-americas-richest-men-ask-courts-make-unions-illegal/] de Estados Unidos.
El fabricante de automóviles más valorado del mundo se ha convertido rápidamente en uno de los empleadores más beligerantes. El rápido éxito de Tesla en el mercado solo se ha visto superado por la deriva de sus líderes corporativos hacia una política antidemocrática y antisindical.
En Alemania, Suecia y Estados Unidos, Tesla ha vulnerado de manera agresiva el derecho a organizarse, se ha negado a participar en la negociación colectiva y ha provocado huelgas sin precedentes por su subversión del diálogo social, pilar de la democracia industrial en muchas economías europeas. La hostilidad de Tesla hacia los sindicatos le valió un puesto en una lista de peores empresas antisindicales de 2023. Las fábricas de Tesla han “reportado diez veces más infracciones en materia de seguridad que Nissan, pese a que Nissan fabricó casi diez veces más de coches durante dicho período”.
Pero Tesla no se limita a minar las normas democráticas en economías altamente industrializadas. Su cadena de suministro depende de una serie de empresas dedicadas a la extracción de níquel que socavan las normas de consulta con las comunidades locales de Indonesia y que están deforestando los territorios a tal velocidad que las inundaciones y la contaminación del agua suponen una amenaza para muchos barrios. La cadena de suministro de la empresa depende de otra corporación de nuestra lista, Glencore, para la extracción de cobre y cobalto en la República Democrática del Congo, donde supuestamente se ha empleado mano de obra infantil.
Detrás de las políticas de Tesla está, por supuesto, su director ejecutivo, Elon Musk, otro de los hombres más ricos de la Historia. Musk se opone abiertamente a los sindicatos, afirmando que la sindicalización crea “un sistema de nobles y campesinos”. A los trabajadores de Tesla que planeaban organizarse en California los amenazó ilícitamente con la eliminación de sus opciones de compra de acciones de la empresa, y llamó “locos” a los trabajadores suecos por hacer huelga. El fanatismo antisindical de Musk es evidente también en sus demás participaciones. SpaceX, donde también ejerce de director ejecutivo y encabeza iniciativas mundiales para privatizar el espacio exterior, se ha unido a otra empresa de nuestra lista, Amazon, para intentar que los tribunales declaren inconstitucional la Junta Nacional de Relaciones Laborales, la cual viene rigiendo los conflictos entre trabajadores estadounidenses y sus empleadores en el sector privado desde la década de 1930.
Aunque Musk y sus empresas han aportado millones de dólares para influenciar a responsables políticos de todo el mundo, lo cierto es que se ha convertido en un héroe de la extrema derecha. Como propietario de la plataforma de la red social X (antes denominada Twitter), respondió a las acusaciones de un usuario sobre un golpe de Estado en Bolivia (país cuyas reservas de litio resultan sumamente valiosas para los fabricantes de vehículos eléctricos como Tesla) diciendo: “Daremos un golpe de Estado a quien queramos. Acéptenlo”. Musk se ha comprometido a donar 45 millones USD al mes a un comité de acción política para apoyar la campaña de reelección de Donald Trump, y ha tratado de estrechar relaciones con otros líderes de extrema derecha, como el argentino Javier Milei y el indio Narendra Modi. Desde que es dueño de X, Musk también ha retuiteado y expresado claramente su apoyo a cuentas de inclinación nacionalista blanca, antisemita y anti-LGBTQ+.