Primer plano de Shouket Ali (APTUC- Pakistán)

“Las inundaciones han congelado las negociaciones sociales”

Cinco meses después de las inundaciones que han afectado a 20 millones de personas en Pakistán, el país continúa en estado de shock. Shouket Ali, Secretario General del APTUC (1), hace balance de las consecuencias que esta catástrofe ha supuesto para el mundo del trabajo y para las prioridades sindicales actuales.

¿Cuáles son las prioridades del APTUC?

La educación y la formación son la máxima prioridad porque somos un país pobre, donde el nivel de alfabetización no supera el 50%. Hubo un tiempo en que la legislación fijaba un límite salarial bastante bajo, a partir del cual un trabajador no podía afiliarse a un sindicato; no podía hacerse miembro de asociaciones de capataces, de directivos ni de ejecutivos. Únicamente los trabajadores más pobres, que generalmente eran los que tenían el nivel educativo más bajo, tenían la posibilidad de afiliarse a los sindicatos. De modo que tenemos que invertir fuertemente en la formación y en la educación de nuestros miembros.

Otra prioridad es la ampliación de nuestra membresía. El APTUC cuenta con más de 150.000 miembros, lo cual puede parecer mucho, pero no hay que olvidar que la población paquistaní es de unos 180 millones de personas. Sólo el 5% de los trabajadores están afiliados a un sindicato. Este porcentaje tan bajo se debe sobre todo a una legislación que prohíbe a los trabajadores de numerosos sectores convertirse en miembros de un sindicato. Tal es el caso, por ejemplo, en el sector de los hospitales y de la enseñanza.

¿Las consecuencias de las inundaciones no son una prioridad para el movimiento sindical?

En cierta manera, sí, pero toda la nación se está movilizando al respecto. Las inundaciones son una desventaja muy fuerte para toda la sociedad, son muchísimos los paquistaníes que se han visto afectados por ellas. Los sindicatos paquistaníes están participando en una serie de proyectos de ayuda humanitaria gracias a la ayuda de organizaciones como la CSI, la Internacional de la Educación, la Internacional de Servicios Públicos, la Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera. Estos proyectos consisten, por ejemplo, en ayudar a las personas que han perdidos sus gafas, sus aparatos auditivos, sus implantes ortopédicos, durante el pánico vinculado a las inundaciones. La ayuda también servirá para tratar los traumatismos de las víctimas, para responder a las necesidades nutritivas y para resolver los problemas de contaminación del agua.

Hay mucha simpatía y apoyo en el seno del movimiento sindical internacional para con las personas afectadas por las inundaciones. Sin embargo, está llegando a Pakistán un importante apoyo internacional que está siendo gestionado por el Gobierno paquistaní, o por grandes ONG u organizaciones internacionales. Se han establecido en el país muchas estructuras de ayuda. Y creemos que es mejor aliarnos a esas estructuras, porque los sindicatos no tienen la capacidad de gestionar este tipo de situaciones de forma independiente.

La reconstrucción se llevará a cabo por medio de la restitución del trabajo de las víctimas...

Sí, y nosotros queremos participar en la rehabilitación, en la reconstrucción de las capacidades de los trabajadores afectados por las inundaciones. Al principio se hablaba de la destrucción de los alimentos, de las casas, del ganado, de los bienes esenciales, pero las víctimas también han perdido la posibilidad de conservar o de encontrar un empleo. La gran mayoría de lo afectados son trabajadores de la economía informal, personas procedentes del mundo rural o de pequeños pueblos: agricultores, pequeños comerciantes, personas autónomas, pequeños carpinteros, tejedores, etc. Las inundaciones les han desplazado lejos de su lugar de trabajo, y en muchas ocasiones han destruido sus medios de subsistencia.

Nos preocupa el futuro: en estos momentos está llegado dinero, hay cierta atención a nivel internacional, pero es temporal. Por lo general estas catástrofes se olvidan rápidamente. Las inundaciones se produjeron en agosto, y la comunidad internacional ha hecho mucho y les estamos sumamente agradecidos por ello, pero este período de “luna de miel” tocará su fin durante los próximos meses. ¿Y qué va a pasar entonces, cuando tengan que reconstruirse todas las infraestructuras, cuando tengan que señalarse todos los problemas vinculados a los cortes de electricidad?

¿Qué impacto han tenido estas inundaciones en las cuestiones sindicales?

El impacto principal ha sido en el programa del Gobierno, dado que los grandes daños están relacionados con las infraestructuras: puentes, carreteras,... Las reparaciones van a requerir una inversión grandísima por parte del Gobierno. De modo que éste está reduciendo los proyectos de desarrollo y su apoyo, los subsidios a los paquistaníes en general, lo cual perjudica de forma indirecta al movimiento sindical, puesto que, a fin de cuentas, quiere decir que los trabajadores van a recibir menos.

Por otro lado, el Gobierno ha modificado sus prioridades. Se estaba preparando para anunciar una subida en los salarios mínimos, pero ya podemos ir olvidándonos de eso, porque dice que ahora estamos en una situación de emergencia. Hace tan sólo unos meses hablábamos de una nueva legislación laboral, de una ampliación de la seguridad social a la economía informal... Estos proyectos siguen existiendo sobre papel, pero nos preguntamos cómo se van a poder concretizar sin recursos financieros.

Así que antes de las inundaciones habían iniciado un proceso de diálogo social…

Sí, los trabajadores y los empleadores se habían reunido para formar una estructura: el Consejo Bilateral Trabajadores-Empleadores, que ha venido fomentando el diálogo social. La OIT, la FES (2) y el Centro de Solidaridad habían desempeñado un importante rol en el establecimiento de esta estructura. Los interlocutores sociales pudieron ponerse de acuerdo sobre un documento de consenso concerniente a una simplificación de la legislación laboral. Cuando el diálogo social casi había llegado a un resultado, se desencadenaron en el país varios episodios sumamente violentos. Y después nos tocaron las inundaciones. Estamos esperando a que llegue un momento más apropiado para continuar por el camino del diálogo social.

¿Pueden llevar a cabo las actividades sindicales en la totalidad del territorio paquistaní?

Pakistán está implicado en una guerra contra el terrorismo que está dando lugar a una oleada de disturbios en dos provincias importantes: la de Baluchistán y la de Pakhtunkhwa. Pero el miedo por la inseguridad existe por todo el país. Así que los sindicatos tienen que ser muy prudentes. La parte esencial de nuestras actividades se desarrollan en las dos provincias pacíficas de Sind y Penjab. Tenemos contactos en las otras dos provincias, pero no son demasiado intensos porque resulta verdaderamente arriesgado operar allí. También hay otros aspectos que hacen que las actividades sindicales resulten extremadamente difíciles. En Pakhtunkhwa, por ejemplo, las mujeres ni siquiera tienen derecho de voto; en principio no pueden ser integradas en los sindicatos. Y justo al lado existen zonas tribales que siguen estando gobernadas por leyes especiales. Hay realidades prácticas y geográficas que existen desde hace cientos de años en esta región y que explican por qué la actividad sindical sigue siendo tan complicada.

¿Cuál es la situación con respecto a la integración de las trabajadoras en el seno del APTUC?

En estos momentos, más del 70% de nuestros miembros son hombres, pero le damos mucha importancia a la afiliación de las mujeres. No obstante hay que tener en cuenta el hecho de que vivimos en una sociedad un poco conservadora. Hay aspectos religiosos que es preciso considerar – sería muy difícil pedirles a las trabajadoras de la industria que se sentaran al lado de los hombres durante las reuniones sindicales, sus maridos o sus padres no lo permitirían. Hemos empezado a invitar a las mujeres (y no únicamente a las trabajadoras) a las reuniones en las que hablamos del derecho a la educación, de cuestiones de la seguridad social que afectan a todos los miembros de la familia. Las mujeres participan también en nuestras actividades sintiéndose cómodas. Poco a poco se ha ido estableciendo una relación de confianza con las mujeres y con sus familias; todo el mundo ve que no corren ningún peligro, aunque estén fuera de casa, y así podemos empezar a informarles sobre otros aspectos. Les hablamos, por ejemplo, de la institución especializada en el micro-crédito para las mujeres, y les podemos poner en contacto con dicho organismo.

Entrevista realizada por Samuel Grumiau

(1) All Pakistan Trade Union Congress

(2) Friedrich Ebert Stiftung