Primer plano de Solange Nzigire (UNTC- RD Congo)

“A partir de mi propia historia, yo lucho por las mujeres del sector informal sumamente expuestas a la violencia sexual”

Como muchas otras trabajadoras congolesas, Solange Nzigire ha sido víctima de la violencia sexual en la región de Goma (Kivu Norte). A partir de esta experiencia trágica decidió crear una asociación de ayuda para mujeres y niños abandonados. Milita en el seno del UNTC por la defensa de las mujeres del sector informal, que suelen ser las más expuestas a la violencia sexual.

Usted es la Presidenta de la Action chrétienne d’aide aux enfants et femmes abandonnées et pour le développement (ACAEFAD ), afiliada a la Union Nationale des Travailleurs du Congo (UNTC). ¿Cuáles son los objetivos de esta organización?

La ACAEFAD, creada en 2006 (después de la erupción volcánica y la segunda guerra), está afiliada a la UNTC. Por el momento contamos con 182 miembros, de los cuales muchos son mujeres viudas o divorciadas, madres jóvenes, así como 45 niños abandonados. Los recogimos en la calle y hemos organizado actividades de orientación para darles una formación en carpintería, mecánica o artesanía. Hace algunos años éramos más, pero muchas personas se han marchado a otras regiones más alejadas.

Estas mujeres no tienen los medios suficientes para sobrevivir. Mediante el acceso a una cooperativa de microcrédito pueden hacer pequeños negocios de comida cocinada, verdura y otros productos alimentarios de primera necesidad, y también de trapería. Hay unos problemas enormes.

Con la erupción volcánica y las guerras, la situación continúa siendo sumamente difícil. Las FDRL (Fuerzas Democráticas para la Liberación de Rwanda) siguen estando en la sabana. Las madres sembraron y cultivaron, pero cuando llegó el momento de ir al campo para la cosecha, las FDRL arramblaron con las cosechas y las madres tuvieron que huir del pueblo y refugiarse en la ciudad sin recursos. Por eso intentan hacer pequeños negocios para sobrevivir. Las que se quedaron tienen que pagar para poder cosechar, y con frecuencia, cuando vuelven de la cosecha, son víctimas de robos y de la violencia sexual. Eso es lo que me pasó a mí; y a mi madre también.

¿En qué circunstancias fue usted víctima de la violencia?

Tenía 22 años. Mi madre, que se había ido a Walikale (al norte de Goma) para vender algunos productos, fue atracada y violada. Me enteré de lo que le había pasado, que necesitaba atención médica, y yo estaba preparando mi boda pero de todas maneras me fui para allá. Conseguí recuperar a mi madre, pero nos topamos con un grupo de soldados. Como yo era la más joven, fui la primera en ser violada por cuatro soldados. En octubre de 1995 me quedé embarazada, pero no podía hablar de ello, así que lo oculté. En diciembre de 1995 me casé sin decir nada de mi embarazo. Siete meses después tuve un niño, y eso dio lugar a muchos problemas con la familia de mi marido y también con mi familia. Me vi obligada a decir la verdad y mi marido me dejó. Caí enferma, pero gracias a Dios no había contraído el sida. Estaba también muy traumatizada: cada vez que volvía a pensar en lo que me había pasado con aquellos cuatro hombres perdía el conocimiento. Me dijeron que tenía epilepsia.

Dos años después de haber sido abandonada conocí a mi segundo marido. Pero él no quería el niño nacido de la violación. Me las tenía que arreglar sola para criarlo. Decidí dejarlo en casa de mis padres, porque mi marido no lo quería en casa. Después de tener cuatro hijos con mi segundo marido pude retomar los estudios, ya que mi marido podía mantenerme. Pero suspendí un examen, porque traje a otros tres niños al mundo, y me tuve que quedar en casa. Había retomado los pequeños negocios de antes para ayudar a mi marido a que retomase los estudios. Era profesor y resultaba muy difícil sobrevivir. Fui yo quien le apoyó en los momentos difíciles.

Pero cuando obtuvo su diploma empezó a decir que yo no tenía un buen nivel de estudios para él. Y cuando consiguió un trabajo en la MONUC y empezó a ganar mucho dinero se volvió a casar y tuvo otro hijo. Yo me quedé sola con mis siete hijos, más el octavo, mi primer hijo, que estaba en casa de mis padres. Para pagar las cuotas escolares de los niños tenía que ir a pedir limosna a casa de mis suegros y mantener muchas discusiones difíciles. Gracias al apoyo de mi hermano mayor pude retomar los estudios y obtener mi diploma aquel año. Me gustaría poder continuar mis estudios en el terreno del desarrollo, o de la logística. Fue a partir de mi experiencia que decidí crear esta asociación.

¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan las mujeres víctimas de la violencia?

Los tres problemas principales son las deudas, los problemas de salud y el abandono conyugal. Los insurgentes atracan a las madres que van a buscar la comida cocinada, la verdura, etc., y ahí es cuando se endeudan, porque no consiguen rembolsar el microcrédito. A causa de las violaciones contraen enfermedades. Y en la familia, cuando el marido se entera de la violación, echa a la madre del hogar.

Tenemos 70 casos de mujeres que fueron abandonadas por haber sido víctimas de violaciones sexuales. En diez casos conseguimos hablar con los maridos y logramos una reconciliación.

En mi región, allí donde hay minas hay soldados y mucha violencia contra las mujeres. Entre nuestros vecinos de mi barrio, una madre se había ido a Ngungu para intercambiar mercancías con los trabajadores a cambio de minerales, y cuando había conseguido un total de cinco kilos, fue atracada y después violada. Se suicidó. Tenía 39 años y cinco niños.

¿Mantienen contactos con mujeres inmigrantes de otros países de la región?
Sí, en la asociación también tenemos mujeres ruandesas y burundesas que viven las mismas situaciones que las congolesas, pero entre nosotros no hay discriminación.

También ayudan a las mujeres víctimas de la violencia cometida en el ámbito familiar...

Conozco una chica que vivía en casa de su tío, se quedó embarazada y acusó a su tío. Durante mucho tiempo no quiso decir nada, fue cuando llegó a la sala de operaciones para dar a la luz que nos lo confesó. Nos pusimos en contacto con la familia. El tío fue arrestado durante una semana y después puesto en libertad – vendió su coche y, como por casualidad, ganó el juicio. La corrupción está en todas partes, eso es impunidad.

La violencia afecta a todos los sectores, en las empresas, en las iglesias e incluso en las escuelas. Conozco a un docente de cuarto año que violó a una niña de 8 años que estaba en tercero. Lo echaron de la escuela y fue detenido. Unos meses después pagó una multa y fue puesto en libertad.

La ACAEFAD está afiliada a la UNTC. ¿Qué les aporta esta central sindical?

Yo empecé a trabajar a los 18 años en los pequeños negocios con mi madre. Hoy en día soy una mujer sindicalista – es un gran orgullo. El secretariado interprofesional de la UNTC nunca nos ha fallado. Yo me he beneficiado de muchas formaciones sindicales, sobre los derechos humanos, los derechos de la mujer, los derechos sindicales... Pero el sector de la economía informal no está recibiendo aún la suficiente consideración por parte de los sindicatos. Hay que luchar mucho para hacerse oír.

Entrevista realizada por Natacha David

- Leer también la entrevista al Dr. Denis Mukwege, del Hospital Panzi de Bukavu (RDC), especializado en el tratamiento de las mujeres víctimas de la violencia sexual

- Leer también el comunicado de la CSI sobre la participación sindical internacional en la Marcha Mundial de las Mujeres de Bukavu (RDC) el pasado mes de octubre