Declaración del Comité de Juventud al Congreso de la CSI

La crisis económica ha enfocado la atención mundial en las luchas de los trabajadores y trabajadoras: el aumento del desempleo, la creciente pobreza, la disminución de las redes de protección social y la precarización del empleo. Sin embargo, en tanto que trabajadores jóvenes, nosotros ya veníamos experimentando muchos de estos problemas bastante antes de la crisis, y tememos que seguiremos enfrentándonos a ellos una vez que la crisis haya desaparecido... a menos que, desde el movimiento sindical, logremos cambiar la tendencia de inseguridad, precariedad y derechos reducidos para los trabajadores jóvenes de todo el planeta.

La crisis actual ha tenido un impacto desproporcionado en el empleo para los trabajadores jóvenes, en particular para las mujeres jóvenes. Siendo los últimos en llegar al mercado laboral, somos los primeros en salir cuando surgen problemas... si es que conseguimos entrar. Porque demasiadas veces no podemos: en el mundo hay más de 71 millones de jóvenes desempleados.
En tiempos en que los trabajadores de muchos países industrializados se enfrentan a recortes de pensiones y a la erosión de los beneficios de la seguridad social, muchos jóvenes están accediendo al mercado laboral sin ningún tipo de protección social.

Con los recortes que muchos Gobiernos están aplicando a los servicios sociales básicos, muchos países no sólo están perdiendo puestos de trabajo en el sector público ahora, sino también oportunidades para un trabajo decente en el futuro. Por cada docente despedido, por cada programa de formación profesional eliminado hoy, un joven pierde la oportunidad de prepararse para un empleo decente y seguro el día de mañana.

En tanto que trabajadores jóvenes, tenemos oportunidades limitadas de trabajo decente. Nos vemos obligados a aceptar el trabajo que encontremos, ya sea en la economía informal, con contratos a corto plazo, como trabajadores temporales o como empleados a tiempo parcial. Además los trabajadores jóvenes nos vemos a menudo sujetos a regímenes de contratación especiales, con un acceso limitado a los sindicatos y menos derechos laborales. Muchos jóvenes no son siquiera conscientes de sus derechos laborales básicos. Nuestros empleos no suelen proporcionarnos un salario ni una seguridad social suficiente como para mantenernos – por no hablar de planear tener una familia y mantenerla.

Ayer, nosotros y otros muchos en esta sala nos unimos a nuestros compañeros y compañeras de Hertz Rental Cars, en huelga aquí en Vancouver, donde la empresa intenta convertir puestos a tiempo completo a puestos a tiempo parcial con la perdida consecuente de beneficios. Los sindicatos no deben aceptar que a los trabajadores jóvenes se les dé nada por debajo de unos derechos plenos y equitativos.

Aunque los trabajadores jóvenes son a veces percibidos como un grupo de interés especial fácil de convencer con eslóganes atractivos, música moderna y gráficos llamativos, sólo con el marketing no se va a conseguir traer a los trabajadores jóvenes a los sindicatos. Más bien se trata de dar respuesta a nuestras necesidades más básicas, necesidades que figuran en el núcleo del programa sindical. Es muy sencillo, los trabajadores jóvenes queremos un trabajo decente: un lugar de trabajo seguro, un buen sueldo, una protección social adecuada, un empleo seguro, y unos derechos y una voz en el trabajo. Pero también esperamos que los sindicatos respondan a los retos a los que nos enfrentamos en el actual mercado laboral, en constante cambio: legislaciones laborales flexibles, movilidad entre empleos, una transición eficaz de la escuela al trabajo y un equilibrio entre nuestra vida profesional y familiar.
Pero no sólo nosotros necesitemos a los sindicatos... los sindicatos nos necesitan a nosotros. Los trabajadores jóvenes somos el futuro del movimiento sindical, además de ser su presente. Mucho antes de que empezara la crisis, argumentamos que la responsabilidad de reclutar, educar y mantener a los jóvenes miembros y activistas recaía completamente en los propios sindicatos. Únicamente estableciendo estructuras y prácticas sindicales inclusivas podremos los trabajadores jóvenes alcanzar nuestro pleno potencial, en nuestros sindicatos y en nuestros lugares de trabajo.

Los sindicatos nos necesitan para engrosar sus filas, pero también necesitan nuestra aportación. Los trabajadores jóvenes brindan perspectivas nuevas, aptitudes de comunicación únicas y un activismo creativo al movimiento sindical. Aunque la crisis mundial plantee un reto enorme para nuestro movimiento, también nos ofrece una nueva oportunidad para renovar nuestra relevancia, recargar nuestra fuerza y llamar a más trabajadores, en especial a los trabajadores jóvenes, a nuestra causa.
SIn embargo pocos jóvenes acudirán a los sindicatos por iniciativa propia, y hay muchos obstáculos que impiden a los jóvenes unirse a un sindicato. Los trabajadores jóvenes han alcanzado la mayoría de edad en una era en que los sindicatos están siendo sistemáticamente desmantelados, en la que los Gobiernos rompen huelgas, y en la que empleadores sin ataduras recorren el planeta en busca de mano de obra barata y leyes laborales laxas. En consecuencia, muchos trabajadores jóvenes no tienen ningún contacto ni experiencia con los sindicatos, ni ninguna noción del importante papel que éstos desempeñan en el lugar de trabajo y en la sociedad. Los sindicatos tienen que explicar mejor su labor y sus objetivos, educar a la gente joven sobre el valor del sindicalismo, incorporar las inquietudes de los trabajadores jóvenes a las posturas políticas sindicales y demostrar su compromiso para hacer progresar los intereses de los trabajadores jóvenes.

Los sindicatos tienen que dar una prioridad activa al reclutamiento de trabajadores jóvenes y proponerse pasar a ser una parte esencial y visible de su vida cotidiana, en la educación, en la formación, en el trabajo y en las comunidades. Esto requerirá que algunos sindicatos tengan que cambiar de estrategia de sindicalización a fin de llegar a los trabajadores jóvenes en nuevos sectores y a aquellos que se encuentran en relaciones de empleo no tradicionales. Los nuevos medios de comunicación y las nuevas tecnologías son importantes a la hora de llegar a ellos y tenemos que utilizarlos. Pero también tenemos que reconocer que muchos trabajadores jóvenes no tienen acceso a este tipo de tecnología. Las buenas comunicaciones deben apoyar, pero no pueden sustituir la verdadera sindicalización en nuestros lugares de trabajo y comunidades.

Los sindicatos también tendrán que modificar algunas prácticas internas a fin de animar a los trabajadores jóvenes a participar y a liderar. Para lograr ser una voz efectiva para los trabajadores jóvenes, los sindicatos deben implicar plenamente a la gente joven a todos los niveles de su trabajo, sus actividades y sus directivas — no simplemente relegarlos a un comité de juventud y a discutir los problemas de la gente joven. Los sindicatos necesitan estructuras juveniles formales; pero además necesitan estructuras juveniles con suficientes recursos para llevar a cabo actividades y extender su esferas de acción, espacios para participar en debates, y oportunidades para expandir el liderazgo de los jóvenes.

Compañeros, compañeras—los jóvenes necesitamos a los sindicatos y los sindicatos nos necesitan. Los jóvenes de todo el planeta nos enfrentamos a retos sin precedentes, por lo que la CSI y sus afiliadas de todo el mundo deben desempeñar un papel para afrontarlos. Les pedimos su apoyo para la resolución #7 – Una vida decente para los trabajadores y trabajadoras jóvenes – y estamos dispuestos a trabajar con ustedes conforme encarrilamos nuestro movimiento, y ciertamente nuestras sociedades, hacia el futuro.