Primer plano de Albert Njeru (KUDHEIHA- Kenia)

Una nueva legislación, introducida en 2008, reconoce nuevos derechos para las trabajadoras domésticas de Kenia. Según Albert Njeru, Secretario General del sindicato KUDHEIHA, que sindicaliza a las trabajadoras domésticas, este adelanto no debe hacer que se olviden las numerosas explotaciones graves de las que siguen siendo víctimas estas mujeres.

¿Cuáles son las principales dificultades para las trabajadoras domésticas de Kenia?

El acoso sexual, la ausencia de un contrato de trabajo, la falta de libertad sindical y los salarios tan bajos. Muchas de las trabajadoras domésticas no han recibido demasiada educación y no están al corriente de sus derechos, puesto que son aún muy jóvenes o que llevan trabajando desde su infancia. El trabajo doméstico infantil comienza a veces a la edad de diez años, aunque sea ilegal.

Hemos llevado a cabo un estudio concerniente a las trabajadoras domésticas de Mombasa, en colaboración con el Centro de Solidaridad de la AFL-CIO. Mombasa atrae a las trabajadoras domésticas de todo el país por tener fama de ser un lugar más pudiente, entre otras cosas porque allí hay extranjeros que pagan en dólares. El estudio demuestra concretamente que la mayoría de las empleadas domésticas no reciben comida por parte de su empleador, que se les confiscan sus tarjetas de identidad, que están mal pagadas y que muchas permanecen encerradas en el domicilio cuando el empleador se marcha, con el riesgo de no poder salir corriendo en caso de incendio.

En Mombasa la situación es singular porque se trata de una ciudad costera con un gran puerto. Los individuos involucrados en la trata de seres humanos identifican a las personas más vulnerables e intentan enviarlas fuera del país, sobre todo hacia los países árabes, donde éstas no reciben el salario mínimo prometido.

A parte de esta situación particular de Mombasa, ¿cómo funciona la contratación de trabajadoras domésticas en las grandes ciudades?

Una nueva legislación, que entró en vigor en junio de 2008, permite el registro de agencias de empleo. Si no, funciona de boca en boca: se busca a una trabajadora doméstica en el vecindario, en la familia lejana, y las que se suelen contratar son a menudo niñas que han dejado la escuela.

El empleador, conociendo el entorno de la trabajadora, ¿cómo puede explotarla hasta ese punto?

En la mayoría de los casos al empleador le trae sin cuidado: él paga un pequeño salario, y la trabajadora doméstica viene de una familia pobre, así que el empleador siente que las relaciones de fuerza son desiguales. Hay empleadores que amenazan a su trabajadora doméstica con matarla si ésta habla, o de arreglárselas para que su hermano o hermana pierda su empleo. Incluso cuando la chica se queda embarazada como consecuencia de los acosos sexuales, no se atreve a revelar quién es el padre, de lo contrario el empleador la despedirá, sin preocuparse por el niño.

¿La nueva legislación supone una mejora para la situación de las trabajadoras domésticas?

La legislación entró en vigor en junio de 2008, y reconoce la relación de empleo doméstico, lo cual es un paso hacia adelante. Ahora estamos intentando que se aplique, pero hay obstáculos. El principal es la capacidad para pagar el salario mínimo: muchos empleadores de trabajadores domésticos temen registrar oficialmente este empleo porque no son capaces de pagar el salario mínimo y hacerse cargo de una seguridad social. El salario mínimo se aplica a todas las profesiones, y es de 5.500 chelines, es decir unos 75 $. Si uno está empleado en una empresa en la que está ganando el salario mínimo, ¿cómo va a poderle pagar a una trabajadora doméstica el mismo salario? Así es como se termina pidiéndole a una prima o a una sobrina que venga a ayudar, y que ésta sólo reciba 1.000 chelines de salario.

¿A cuánto debería ascender un salario decente?

Hacen falta cerca de 500$ para mantener a una familia de cuatro personas en un alojamiento adecuado.

¿En Kenia hay trabajadoras domésticas migrantes?

Sí, muchos somalíes vienen a Kenia. Como su país está en ruinas, vienen buscando un empleo con el que poder sobrevivir. Algunos trabajan simplemente a cambio de comida, un refugio, nada más, no se preocupan por el salario. En Nairobi hay muchas somalíes empleadas en el trabajo doméstico.

¿Cuáles son las fuerzas vivas de su sindicato?

Nuestro sindicato lleva organizando a las trabajadoras desde 1948, bastante antes de la independencia. En aquella época lo que hacíamos era organizar veladas para las empleadas de los colonialistas, principalmente en Nairobi, para que pudieran intercambiar sus experiencias, sus informaciones. Poco a poco, el sindicato se fue abriendo a otras categorías de trabajadores y en estos momentos contamos con cerca de 40.000 miembros, de los cuales casi 5.000 son trabajadoras domésticas. El trabajo doméstico es un sector difícil de sindicalizar porque los trabajadores no tienen consciencia de sus derechos y porque no existe la negociación colectiva. Los otros 35.000 miembros son enfermeras, personal no docente, etc.

¿Cómo apoya KUDHEIHA a las trabajadoras domésticas?

Nuestra prioridad actual es darles formación respecto a sus derechos fundamentales, en asociación con la UITA. Les explicamos que si se enteran de algún caso de explotación, es preciso que hablen con las autoridades, con la policía, porque eso provocará un clamor de protesta y la gente se dará cuenta de que existe un sindicato que se ocupa de las trabajadoras domésticas. Tenemos contactos con diversas comisarías que nos ayudan, les hemos puesto al corriente de la situación de las trabajadoras domésticas. Cuando el empleador se da cuenta de su error, es posible que soborne a alguien para salir del apuro, pero a partir de ese momento tenderá a mostrar mayor respeto por los derechos fundamentales de su empleada doméstica a fin de ahorrarse problemas futuros.

¿Cómo se ponen ustedes en contacto con las trabajadoras domésticas, siendo una categoría de mano de obra difícil de contactar dado que trabajan en domicilios privados?

Antes de empezar con las formaciones, seleccionamos un cierto número de mujeres de una zona, les preguntamos cuándo tienen tiempo libre y dónde las podríamos ver, y las reunimos así, grupo tras grupo. Comenzamos invitando a una, después a dos, después a un grupo entero. Ellas prefieren que las reuniones se organicen el domingo, pero algunos empleadores encierran a sus trabajadoras domésticas en la casa, incluso los domingos. También resulta difícil porque ellas temen que se sepa que están al corriente de las actividades sindicales – en Kenia los empleadores consideran que los sindicatos son unos alborotadores.

¿La eventual adopción en junio próximo, por parte de la OIT, de una nueva norma internacional sobre el trabajo doméstico, les ayudaría a ustedes concretamente?

Como en el seno de la OIT los sindicatos, los empleadores y el gobierno son asociados, será más fácil sensibilizar a los empleadores disponiendo de tal norma. Un Convenio nos sería realmente de mucha ayuda a la hora de luchar por la remuneración de las trabajadoras domésticas, contra el trabajo infantil, a favor del trabajo decente, por la aplicación de la legislación existente... Representaría un marco internacional que podría apoyar nuestras acciones.

Entrevista realizada por Samuel Grumiau


(1) Kenya Union of Domestic, Hotels, Educational Institutions, Hospitals and Allied Workers, afiliada a la UITA.