Primer plano de Claudine Akakpo (CSTT- Togo)

“El “confiado” es una forma de esclavitud infantil moderna”

Según Claudine Akakpo, Secretaria General Adjunta de la CSTT (1), centenares de miles de niños son obligados a formar parte de la esclavitud doméstica en Togo. El movimiento sindical se moviliza contra estas explotaciones.

La cuestión del trabajo doméstico está recibiendo por fin cierta atención en el plano mundial, especialmente con la discusión de junio de 2010 en la Conferencia Internacional del Trabajo. ¿Cómo se presenta este sector en Togo?

Forma parte de la economía informal. Muchos migrantes internos abandonan las regiones rurales para venir a trabajar a las grandes ciudades. La contratación de trabajadores domésticos se efectúa sobre todo mediante el sistema del “confiado”, por el cual uno de los padres, o un intermediario, confía un niño a un familiar o a otra persona cuya situación sea mucho más acomodada, ya sea en Lomé o en alguna otra gran ciudad. En este sistema se encuentran involucrados niños de apenas cinco o seis años. No reciben un salario directo sino que el padre o el intermediario va a recoger el dinero y luego se lo da a la familia. Ésta, por su parte, no se preocupa realmente por las condiciones sumamente difíciles en las que viven los niños en Lomé.

Los salarios más bajos son de 5.000 francos CFA (unos 8 euros al mes). Como viven en casa del empleador, pueden estar empleados 24 horas al día. Muchos tienen que levantarse a las cuatro de la mañana y son los últimos en acostarse. Y están constantemente atareados: tienen que fregar el suelo, fregar los platos, ir al mercado, cocinar... Se les denomina “criadas para todo” porque, efectivamente, lo hacen todo. Y dicen que los “alojan” en casa del empleador, pero mientras que éste tiene su propia habitación, el niño o niña no tiene más que una esterilla o un pareo que extiende en un rincón de la cocina para dormir. ¡Estar alojado no es eso! Es una forma de esclavitud, puesto que el niño no recibe ningún salario directo. Hemos visto fotos de niños con quemaduras, con cortes que les han hecho con pequeños cuchillos... Un horror.

También tenemos a mujeres adultas que van por sí mismas a buscar un trabajo como empleadas domésticas. Y no cabe duda que sus condiciones de trabajo son duras, pero nos preocupan mucho más los niños tan pequeños que se ven sometidos a estas explotaciones tremendas.

¿Cuántos niños hay en esta situación?

Varias ONG, como Care International, han hecho investigaciones. Solamente en Lomé, se estima que la cifra alcanza los 250.000 niños, de los cuales la mayoría son niñas.

¿Está el gobierno togolés luchando contra estas explotaciones?

El Ministerio de Acción Social está llevando a cabo una campaña: en cuanto se sospecha de que en un domicilio se está maltratando a algún niño, se puede llamar al 111 y el Ministerio se planta allí para realizar una investigación. Nuestro sindicato colabora con el Ministerio en esta campaña, denominada “Allo 111”, que ha dado lugar a muchas denuncias y a cientos de llamadas al día por todo Togo. Cuando las autoridades encuentran un niño maltratado en un hogar, hacen todo lo posible por encontrar a su familia verdadera, y ésta puede recibir una ayuda para mantener al niño, si es la pobreza lo que la ha obligado a meter al niño en la esclavitud.

¿Existen castigos para los colaboradores de este tipo de trata de personas?

Por el momento nos encontramos en la etapa de sensibilización. Las sanciones llegarán quizás en una segunda fase. En todo caso, sería necesario castigar tanto a los padres que meten a sus hijos en la esclavitud, como a los empleadores. Tenemos una ley contra el trabajo infantil y la trata de niños, pero no se ha celebrado aún ningún juicio para casos de trata en el interior del país. En cambio sí que se han celebrado juicios concernientes a la trata transfronteriza de personas.

¿Qué acciones están llevando a cabo los sindicatos togoleses contra esta explotación infantil extrema?

Sensibilizamos a los padres que aceptan este tipo de situación, tanto en Lomé como en las zonas de origen, tal como sucedió concretamente durante la última Jornada Mundial sobre el Trabajo Decente, el 7 de octubre. Les mostramos fotos y vídeos para que vieran hasta qué punto sus hijos van a sufrir en Lomé, y para que no los vuelvan a enviar. En ocasiones mencionan su pobreza, pero les respondemos que si esa fuera la única causa, todos los pobres enviarían a sus hijos a trabajar, pero ese no es el caso. Es necesario que tengan más dignidad hacia sí mismos para poder respetar también los derechos de esos niños, como el derecho a la educación. La OIT va a poner en marcha un proyecto en asociación con varios sindicatos y ONG para poder identificar a esos padres y entregarles pequeños préstamos consagrados a actividades generadoras de ingresos. Así no podrán volver a utilizar la pobreza como justificante para enviar a sus hijos al sistema del “confiado”.

Esta situación se origina en el pasado, en un sistema tradicional que, no obstante, era mejor: los padres menos acomodados llevaban a sus hijos a la casa de los más acomodados, y éstos los mandaban a la escuela; a cambio, los niños efectuaban pequeños trabajos domésticos. Este sistema tradicional se ha desnaturalizado por completo. Los empleadores se aprovechan, no pagan a los niños, a veces prometen inscribirlos a la escuela pero no lo hacen... Ahora no hay ningún reglamento.

Es probable que haya empleadores entre sus afiliados...

Sí. Durante nuestras actividades de sensibilización les decimos que los niños que trabajan en su casa tienen ciertos derechos, como al descanso semanal. A veces les sorprende enterarse de que las criadas tengan derecho a descansar, y que ese día tengan que ser ellos mismos los que realicen el trabajo. Es difícil convencerles porque para ellos es normal que un niño que se encuentra en su domicilio trabaje, y que puedan reprenderle como a sus propios hijos. De ahí vienen los malos tratos. Se suele pegar menos a un hijo propio que a un niño que realiza las tareas domésticas, al que a veces se le castiga con un látigo o con objetos cortantes.

¿La eventual adopción de un Convenio internacional sobre el trabajo doméstico les ayudaría a ustedes en la labor que realizan en Togo?

Nos podría ayudar en diferentes aspectos. Para empezar, redefiniendo la edad mínima para realizar ese tipo de trabajo. En Togo es de 18 años, pero como el trabajo doméstico pertenece en estos momentos a la economía informal, no está reglamentado por el gobierno.
Son empleos precarios. A la mínima falta, una trabajadora doméstica puede ser despedida. No están protegidas por la legislación, que garantiza un salario mínimo, el descanso semanal e indemnizaciones en caso de despido.

Una normativa internacional podría también ayudarnos con la cuestión de los salarios. En estos momentos las trabajadoras domésticas no reciben el SMIG (salario mínimo interprofesional garantizado). Cuando sensibilizamos a nuestros activistas, responden que si se les obliga a pagar el salario mínimo a la empleada doméstica ellos mismos tendrán que recibir salarios más altos, porque no pueden invertir la mitad de su propio salario en el de la empleada doméstica. Intentamos hacerles entender que si no disponen de los medios para tener a una trabajadora doméstica en la casa, tendrán que realizar las tareas ellos mismos. En realidad es un problema delicado, porque si las personas que no pueden pagar el salario mínimo abandonan a sus trabajadoras domésticas, ¿qué va a ser de ellas? No queremos que estas chicas se encuentren en la calle, en la prostitución, robando...

De manera más general, ¿cuáles son las prioridades de su sindicato a nivel de la igualdad de género?

Las chicas togolesas se ven a menudo privadas de una educación, dado que tradicionalmente se privilegia la de los chicos. Sin formación, muchas mujeres tienen que refugiarse en la economía informal, donde se encuentra la precariedad, los salarios insuficientes, la ausencia de protección social. Tenemos programas que les ayudan a buscar actividades generadoras de ingresos complementarios; y también las formamos en la gestión de sus actividades comerciales. Para compensar la ausencia de protección social, hemos establecido mutuas de salud. No es fácil, puesto que nuestra mentalidad no nos incita a prever el día de mañana – aquí vivimos el día a día. Igual que con los sistemas de seguros, no sentimos la necesidad de adherirnos a una mutua salud; sólo cuando nos vemos confrontados a la dificultad es cuando reconocemos los beneficios. Nuestra central cuenta con más de 100.000 miembros, pero apenas 2.000 están apuntados a la mutua.

¿Existen grandes diferencias entre los salarios de los trabajadores y las trabajadoras de Togo?

En el plano legal no existe ninguna discriminación, pero a nivel de las contribuciones de los ingresos, los impuestos de una trabajadora son superiores a los de su marido porque tenemos un Código de la persona y de la familia según el cual la esposa es una persona a cargo. Esta diferencia se encuentra igualmente a nivel de los subsidios familiares: como una mujer es una persona a cargo, no se beneficia de las prestaciones familiares a no ser que su marido le autorice; y él sin embargo tiene automáticamente derecho a ello. Estas diferencias con respecto a las imposiciones y los subsidios familiares pueden suponer diferencias de cerca del 15% entre el salario real de los trabajadores y las trabajadoras que tienen el mismo grado.

¿Le resulta más difícil a una mujer ascender en la jerarquía laboral?

Sí, y eso proviene en primer lugar de un problema de mentalidad. En el sector donde yo trabajo, la comunicación, no hay ninguna mujer como redactora jefe. Hubo que esperar hasta 2006 para ver a una mujer nombrada directora de un organismo de prensa. De una treintena de directivos de la comunicación, apenas cinco puestos con responsabilidad han sido confiados a mujeres. Esta dificultad con la que se encuentran las mujeres a la hora de acceder a jerarquías superiores aparece también reflejada en el plano político: hay apenas siete mujeres en un Parlamento de 81 diputados, y a nivel del gobierno no hay más de cuatro mujeres en una veintena de puestos.

¿Y a nivel sindical, cómo esta la situación?

En las seis centrales sindicales no hay ninguna mujer que ocupe un puesto de Secretaria General. No obstante, a nivel de mi confederación intentamos evolucionar hacia un cierto equilibrio. Estamos dos mujeres como Secretarias Generales Adjuntas, y formamos parte de las cuatro mujeres presentes entre los 17 miembros del Consejo Ejecutivo. Un tercio de nuestros 100.000 afiliados son mujeres.

Usted fue una de las delegadas en la Conferencia Mundial sobre la Mujer de la CSI (2), donde uno de los temas que se trataron fue la lucha contra la violencia hacia las mujeres. ¿Cómo está la situación en Togo?

Resulta lamentable el acoso sexual que se da en muchos lugares de trabajo. En tanto que sindicatos, intentamos sensibilizar a los autores de los acosos, pero todavía no se ha celebrado ningún juicio para denunciarlos, para hablar ampliamente de esto en los medios de comunicación. Ni siquiera existe una ley contra el acoso. Hay una ley contra la violación y el incesto, pero nada más, ¡así que hace falta esperar a que el autor vaya más allá del acoso para poder atacarlo!

¿Qué es lo que le ha aportado a usted la Conferencia?

Me ha demostrado que los problemas de los togoleses los sufren numerosas mujeres en el mundo. He aprendido mucho escuchando cómo los demás luchan contra la violencia perpetrada contra las mujeres. Fue alentador escuchar a una responsable de la OIT hablarnos de lo que se está preparando para el futuro, a favor de los niños empleados domésticos, para que podamos sacarlos de esas situaciones de explotación y para que los adultos consigan un trabajo decente. También he apreciado la sensibilización al cambio climático durante la Conferencia; es un fenómeno crucial, pero en nuestro país los sindicatos aún no han metido de lleno con el problema, cuando se trata de algo que nos amenaza a todos, trabajadores o no.

Entrevista realizada por Samuel Grumiau


(1) Confédération syndicale des travailleurs du Togo. Claudine Akakpo es además la encargada de las cuestiones de género, igualdad y de los asuntos de la mujer en el seno de la CSTT.

(2) La primera Conferencia Mundial sobre la Mujer de la CSI se celebró en Bruselas del 19 al 21 de octubre de 2009, con el tema "Trabajo decente, vida decente para las mujeres"