Informe 2009 sobre las violaciones de los derechos sindicales - África

África: inseguridad, disturbios políticos y conflictos armados desembocan en violaciones de los derechos sindicales

África: inseguridad, disturbios políticos y conflictos armados desembocan en violaciones de los derechos sindicales

Bruselas, 10 de junio de 2009 (CSI EnLínea): En África, en 2008, once personas pagaron con su vida su compromiso sindical o simplemente su participación en huelgas y manifestaciones de trabajadores y trabajadoras. Por esos mismos motivos, más de medio millar de hombres y mujeres fueron detenidos, más de 250 resultaron heridos, en ocasiones de gravedad, algunos sindicalistas fueron torturados y brutalmente golpeados por las fuerzas de seguridad o por desconocidos muchas veces controlados por las autoridades. Decenas de dirigentes sindicales y simples trabajadores fueron condenados a duras penas de prisión. Más de 2.000 huelguistas fueron despedidos. De hecho, si bien el último informe anual de la CSI sobre las violaciones de los derechos sindicales en todo el mundo deja constancia de numerosas víctimas registradas en África, ha de tenerse en cuenta también que el carácter antidemocrático de muchos de los regímenes del continente, la colusión entre diversos empleadores y las autoridades y, de manera más general, la inseguridad, la falta de justicia y la impunidad no permiten sino rara vez efectuar un censo fiable de todos los casos de violaciones.

Destacados año tras año por la OIT y sus órganos de control a causa de graves atentados contra los derechos sindicales, varios países, como Swazilandia y Djibouti, han proseguido con su hostigamiento hacia los principales dirigentes sindicales. Ha sido el caso de Jan Sithole, Secretario General de la central nacional, Swaziland Federation of Trade Unions (SFTU), detenido en dos ocasiones, o de Hassan Cher Hared y Adan Mohamed Abdou de la Union djiboutienne du travail (UDT), continuamente perseguidos.

En Zimbabwe, los principales líderes sindicales, Wellington Chibebe y Lovemore Matombo, respectivamente Secretario General y Presidente de la central sindical Zimbabwe Congress of Trade Unions (ZCTU), al igual que Takavafira Zhou, Presidente del sindicato de docentes Progressive Teachers’Union of Zimbabwe (PTUZ), fueron agredidos y arrestados, incluso varias veces. La violencia alcanzó su punto culminante durante la campaña electoral, cuando el poder y sus esbirros arrasaron las oficinas sindicales, y atacaron y torturaron a miembros y dirigentes sindicales. Acusados de promover un cambio político o simplemente de intentar influir en el voto dentro de sus comunidades, los representantes de los docentes y más en general los activistas sindicales fueron el blanco predilecto del gobierno. Fue el caso de Sheperd Chegwu (PTZU) quien fuera secuestrado, torturado y posteriormente asesinado. Este director de escuela había sido acosado ya anteriormente por miembros de la milicia de ZANU-PF, el partido en el poder. Varias mujeres sindicalistas fueron víctimas de agresiones sexuales. La violencia antisindical se prolongó durante todo el año.

Con el creciente deterioro del poder adquisitivo, el continente se ha visto sacudido por disturbios sociales. Las acciones de protesta legítimas de los trabajadores/as y de la población han sido en ocasiones salvajemente reprimidas. En Mahalla, localidad obrera egipcia situada en el delta del Nilo, la revuelta estalló cuando el importante dispositivo policial obligó a los representantes de los trabajadores/as de la Misr Spinning and Weaving Company, la mayor fábrica textil del país, a anular una huelga. Frustrada por lo que consideraba una provocación, la población salió masivamente a las calles. La represión policial se saldó con seis muertos, 200 trabajadores fueron detenidos y tres dirigentes sindicales permanecieron detenidos durante 54 días. En agosto, 32 trabajadoras de una fábrica de cigarrillos fueron despedidas y maltratadas por haber brindado apoyo a una de sus compañeras, que había sido injustamente despedida. En Túnez, en la cuenca minera de Gafsa (extracción de fosfatos), el balance es igualmente dramático: un manifestante perdió la vida, decenas de trabajadores y sindicalistas han sido condenados a duras penas de prisión. La corrupción y el clientelismo fueron aquí la causa de los disturbios. Por todo el Norte de África, los sindicalistas son acosados debido a su firme voluntad de reformas y su negativa a someterse al poder. Para cerrar el capítulo de los activistas fallecidos en 2008, convendría mencionar a Alhaji Saula Saka. Esta figura emblemática del sindicalismo en la megalópolis de Lagos fue asesinado en su domicilio por cuatro desconocidos. Su muerte está más que probablemente vinculada a las importantes funciones sindicales que ocupara en el sector del transporte.

La inseguridad, las agitaciones políticas y los conflictos armados que causan estragos en numerosos países han provocado múltiples violaciones de los derechos sindicales. En Côte d’Ivoire, una huelga de funcionarios “desplazados” al norte fue violentamente reprimida por soldados de las antiguas fuerzas rebeldes, que todavía controlan esa región del país. En Mauritania, los militares que, el 6 de agosto, derrocaron al primer presidente elegido democráticamente en aquel país desde su independencia, no tardaron en debilitar las libertades sindicales: dos manifestaciones fueron reprimidas, los trabajadores/as hostigados, las sedes de los sindicatos sitiadas. En Chad, en la República Centroafricana, en Burundi o incluso en la República Democrática del Congo (RDC), los sindicatos encuentran enormes dificultades para funcionar a causa de la violencia recurrente.

El informe de la CSI confirma asimismo una tendencia que sigue hipotecando el desarrollo del continente: La explotación de las riquezas mineras en África no ha ido a la par con una concepción más respetuosa de los derechos sindicales. En Zambia, por ejemplo, en la denominada Copper Belt, región donde el subsuelo es rico en mineral de cobre, los sindicatos no han cesado de denunciar el creciente deterioro del clima social en un sector minero con una fuerte presencia de inversores chinos, a menudo considerados como brutales e indiferentes al respeto de los derechos fundamentales de los trabajadores/as y particularmente a las normas de seguridad. La "maldición del petróleo", tesis según la cual las rentas provenientes del petróleo no benefician sino a una minoría y constituyen fuente de conflictos, se ha confirmado una vez más, si consideramos Sudán o Chad, donde la actividad sindical está estrictamente controlada o reprimida. Por otro lado, las empresas asiáticas, esencialmente chinas, que se han implantado masivamente en el continente, emplean un elevado número de trabajadores de su país, explotables y maleables, y estos migrantes no se benefician de ninguna protección sindical. En Guinea Ecuatorial, una huelga de trabajadores chinos fue reprimida con enorme dureza por las fuerzas de seguridad: dos trabajadores perdieron la vida y muchos otros resultaron heridos, 300 huelguistas fueron deportados a China. El Gobierno guineano se limitó a mencionar que se había producido un motín, precisando que no quería este tipo de revueltas en el país. En cuanto a las autoridades chinas, criticaron firmemente el comportamiento de sus compatriotas.

En muchos países del continente, el recurso a la subcontratación, al trabajo temporal y a otras formas de trabajo precario, es utilizado cada vez más por los empleadores para suprimir los derechos sindicales. En Nigeria, los sindicatos del sector petrolero denunciaron las maniobras de las multinacionales, que se aprovechan de las operaciones de reducción de plantilla y restructuración del personal para despedir en primer lugar a los activistas sindicales.

El informe señala no obstante algunos progresos. En Liberia, el sindicato de trabajadores de Firestone consiguió obtener un convenio colectivo tras años de lucha. Algunos sindicatos independientes finalmente fueron reconocidos en países que normalmente se muestran extremadamente hostiles. Varios países enmendaron su Código Laboral de manera que resulte más favorable al ejercicio de los derechos sindicales (Burkina Faso, Kenya, Mozambique, Namibia), mientras que en Madagascar ha ocurrido lo contrario: las autoridades introdujeron una nueva restricción al derecho de huelga y se adoptó una ley sobre las zonas francas industriales (ZFI) sin haber consultado con los sindicatos, autorizando a los empleadores a exigir que los trabajadores/as realicen horas extraordinarias, pudiendo ser despedidos si se niegan. En Mauricio y en Namibia, las perspectivas tampoco son muy alentadoras, ya que las autoridades se han empeñado en que sus ZFI resulten más atractivas, para lo que prevén conceder nuevas exenciones.

La CSI representa a 170 millones de trabajadores y trabajadoras en 312 organizaciones afiliadas nacionales de 157 países. Sitio web: www.ituc-csi.org http://www.youtube.com/ITUCCSI

Para mayor información, favor de ponerse en contacto con la Oficina de Prensa de la CSI a los teléfonos: +32 2 224 0204 ó +32 476 621 018.