En EEUU los gigantes de la esfera digital enseñan los dientes ante el emergente movimiento sindical

En EEUU los gigantes de la esfera digital enseñan los dientes ante el emergente movimiento sindical

A demonstration in support of Amazon workers at the Bessemer warehouse in Alabama on 20 February 2021 in Philadelphia.

(Joe Piette)

Un pequeño buzón gris que podría significar un cambio radical para los trabajadores de Amazon en el almacén de Bessemer, Alabama.

El 9 de abril, los trabajadores del almacén votaron abrumadoramente contra la creación de una sección sindical en una elección seguida muy de cerca en los Estados Unidos. Sin embargo, desde entonces se han dado a conocer testimonios de los trabajadores que acusan al gigante del comercio electrónico de tratar de interferir en la votación al pedir a los servicios postales que instalaran en el exterior del almacén un buzón destinado a recoger sus papeletas de voto.

La prensa estadounidense reveló que durante la campaña sindical, Amazon había alentado en repetidas ocasiones a sus trabajadores a utilizar este buzón, instalando incluso una pequeña tienda de campaña a su alrededor. Una iniciativa criticada por el poderoso sindicato de trabajadores de tiendas minoristas, depósitos y grandes almacenes (Retail, Warehouse and Department Store Union - RWDSU), que habría representado a los trabajadores en caso de una victoria afirmativa. El sindicato considera que la instalación del buzón a petición de Amazon puede haber disuadido a algunos trabajadores de participar en las elecciones por temor a ser vigilados. De los 5.800 trabajadores susceptibles de participar en la votación, el 45% prefirió abstenerse.

A la solicitud de entrevista de Equal Times, Amazon prefirió no contestar. El asunto está discutiéndose actualmente ante el Consejo Nacional de Relaciones Laborales (NLRB, por sus siglas en inglés), el organismo federal responsable de la realización de las elecciones sindicales y de investigar las prácticas ilegales en el mundo del trabajo. En una entrevista para la revista Vox, la expresidenta del NLRB, Wilma Liebman, señaló que el problema del buzón era “un motivo bastante sólido como para anular el resultado de las elecciones”.

SMS, carteles en los aseos y reuniones forzosas

Esta no es la única práctica denunciada por el sindicato RWDSU. En los últimos meses, Amazon no ha escatimado esfuerzos para tratar de disuadir a sus trabajadores de crear un sindicato en el almacén de Bessemer: desde SMS y correos electrónicos alentando a los trabajadores a votar “no”, hasta carteles en los aseos o reuniones semanales forzosas organizadas durante las horas de trabajo con presentaciones de PowerPoint destinadas a disuadir a los trabajadores de sindicalizarse.

“Esta última técnica es una práctica muy común en los Estados Unidos, y se le denomina captive audience meeting [una reunión con una audiencia forzada a asistir], explica John Logan, profesor de la Universidad Estatal de San Francisco especializado en estrategias antisindicales de las empresas. “Esta es una táctica perfectamente legal, siempre y cuando los representantes de la empresa encargados de llevar a cabo estas reuniones no amenacen directamente a los trabajadores con la pérdida de empleo o la reducción de sus ventajas salariales”.

Para convencer a sus trabajadores de votar “no”, la empresa fundada por Jeff Bezos también contó con un sólido equipo de expertos en estrategias antisindicales. “Amazon contrata este tipo de profesionales desde hace mucho tiempo: en mis investigaciones sobre la empresa en los últimos años, he encontrado docenas de ofertas de trabajo en Internet en el campo de los recursos humanos que suelen exigir una experiencia de cinco años en evasión sindical”, afirma Logan.

Además de contratar consultores, Amazon cuenta con el bufete de abogados Morgan Lewis, uno de los más onerosos del mercado, especializado en tácticas antisindicales.

En 2014, fue en parte gracias a esta firma que Amazon consiguió que fracasara la primera votación para la creación de un sindicato dentro de la empresa, con el apoyo en ese momento de un reducido grupo de técnicos de un almacén de Middletown, Delaware.

A juicio de John Logan, la votación de Bessemer también vio surgir nuevas tácticas de disuasión. “En particular, Amazon ejerció presión sobre las autoridades del condado para que cambiaran la duración de los semáforos cerca del almacén con el fin de acelerar el flujo de tráfico”. Algunos trabajadores sospechan que con esta maniobra la empresa trató de reducir el tiempo en que los coches estaban parados y durante el cual los trabajadores podrían haber hablado con sus compañeros favorables al sindicato que hacían campaña por el “sí” en las cercanías del almacén.

Redes sociales y algoritmos: las nuevas fronteras de la evasión sindical

También parece haberse sacado partido de las redes sociales: durante la campaña, aparecieron en Twitter muchos tuits antisindicales generados por bots (o programas automáticos) informáticos hasta que la empresa los desactivó. Asimismo, se multiplicaron mensajes publicitarios de contenido similar en Twich, una plataforma de transmisión de videojuegos adquirida en 2014... por Amazon. Ante las protestas de los usuarios, la red social, que cuenta con 15 millones de visitantes diarios, también suprimió los contenidos publicitarios antisindicales asegurando que nunca debieron emitirse en la plataforma, ya que violaban “la prohibición de difundir publicidad de carácter político”.

No es la primera vez que Amazon utiliza las nuevas tecnologías para luchar contra los sindicatos dentro de su empresa. El año pasado, la revista Business Insider reveló que la cadena de supermercados Whole Foods, también propiedad del gigante del comercio electrónico, utilizaba un algoritmo para evaluar el riesgo de sindicalización dentro de sus tiendas. Se tomaban en cuenta varios factores: la distancia entre el supermercado y el sindicato más cercano, el porcentaje de familias que viven por debajo del umbral de pobreza en las cercanías o la lealtad de los trabajadores previamente evaluada a través de encuestas internas.

Frente al renovado interés en la sindicalización que ha ido extendiéndose entre los trabajadores del Silicon Valley en los últimos años, los gigantes de la esfera digital recurren cada vez más a herramientas de vigilancia.

El mes de diciembre, el consejo NLRB concluyó, tras una investigación de un año, que Google había violado la ley laboral estadounidense al espiar y luego despedir a dos trabajadores que intentaban movilizar a sus compañeros contra la contratación por parte de la empresa de una firma de consultoría antisindical. En particular, el organismo federal reveló que el gigante de la Web había consultado los calendarios de sus trabajadores, así como las presentaciones utilizadas por los dos trabajadores para convencer a sus compañeros de movilizarse.

“Siempre habíamos tenido dudas sobre el hecho de que nos estuvieran observando”, relata Alex Gorowara, ingeniero de programación de Google y portavoz del Alphabet Workers Union, el primer sindicato creado dentro de la empresa a principios de enero. “Las revelaciones del consejo NLRB han confirmado nuestros temores. Así que ahora, cuando hablamos entre empleados de problemas existentes dentro del grupo, evitamos hacerlo con nuestros dispositivos del trabajo. Hablamos directamente entre nosotros”, afirma.

“Las dos grandes ventajas que tienen los gigantes de la esfera digital sobre otras empresas en la lucha contra los sindicatos es que disponen a la vez de recursos financieros colosales y de sofisticados algoritmos y herramientas de vigilancia que les permiten anticiparse a cualquier movimiento social”, señala John Logan. “Las nuevas tecnologías son realmente la nueva frontera de la evasión sindical. Especialmente porque la mayoría de ellas no están reguladas por la ley: los organismos gubernamentales están muy atrasados en este ámbito”.

Una ley para fortalecer el derecho sindical

Ante todos estos obstáculos, los trabajadores que militan a favor de la creación de un sindicato dentro de sus empresas ahora tienen puestas todas sus esperanzas en la adopción por parte del Congreso de la ley Protecting the Right to Organize Act (conocida como ley PRO), promovida por los demócratas y apoyada por el presidente Joe Biden, que tiene como objetivo fortalecer el derecho a organizarse en los Estados Unidos, actualmente uno de los más débiles del mundo desarrollado. El texto prevé, entre otros aspectos, el derecho de huelga, la ampliación de la base sindical y también prohíbe y castiga algunas de las prácticas utilizadas por los empleadores para desalentar a los trabajadores a organizarse. De este modo, se pondría fin a la organización de reuniones forzosas con una audiencia cautiva.

Aprobado el 9 de marzo por la Cámara de Representantes, el proyecto de ley aún no ha sido aprobado en el Senado, donde la mayoría demócrata es muy reducida y tiene muy pocas posibilidades de ser validado. Según datos dados a conocer recientemente, las plataformas de servicios del Silicon Valley como Uber, Lyft, DoorDash e Instacart ya han gastado más de un millón de dólares en costear grupos de presión para disuadir a los legisladores de aprobar la ley.

This article has been translated from French.