Entrevista en primer plano de Htat Khoung (AWU, Birmania)

“Migrantes birmanos indocumentados son explotados en la industria maderera tailandesa”

Birmano indocumentado, de la etnia Arakan, Htat Khoung, 26 años, trabaja en la industria maderera en Mae Sot, Tailandia. En tanto que Secretario del Sindicato de Trabajadores Arakan (AWU), afiliado a la Federación de Sindicatos de Birmania (FTUB), lucha por mejorar las condiciones de trabajo de miles de trabajadores/as irregulares birmanos que son explotados en la región fronteriza de Mae Sot, donde residen cerca de 350.000 refugiados y exiliados birmanos.
Denuncia, por ejemplo, las condiciones de trabajo en la fábrica taiwanesa “V.C.”, que exporta su producción a todo el sudeste asiático y a Japón.

¿Qué tipo de problemas encuentran los trabajadores en las plantas madereras y fábricas de muebles en la región de Mae Sot?

Abandonamos nuestro país porque no encontrábamos trabajo. Llegamos aquí ilegalmente y el propietario de la fábrica es consciente de ello y aprovecha esta circunstancia para privarnos de nuestros derechos laborales. Sabe muy bien que la situación económica en nuestro país no es buena y que puede pagarnos salarios extremadamente bajos, porque no tenemos papeles.
De hecho, ni siquiera somos considerados como seres humanos. Nos ordenan hacer lo que ellos quieren. A veces las trabajadoras son víctimas de acoso sexual. En ocasiones llegan incluso a golpearnos. Y cuando el propietario ve que uno de nosotros no está trabajando, se pone a gritar y a insultarnos.

¿Qué puede contarnos respecto a esas intimidaciones?

En una de las fábricas de Chanburi, una zona industrial de Mae Sot, el propietario mató de un tiro a un trabajador por no escucharle. En otras fábricas, los trabajadores son esposados, arrestados y encarcelados por la policía tras haber sido acusados injustamente de robo. Algunos propietarios contratan a matones para agredir a los trabajadores.
El año pasado, dos hermanas que trabajaban en la fábrica de artículos de punto Ban Thiyai fueron a ver al propietario y dimitieron. Al día siguiente volvieron a la fábrica para recoger sus pertenencias. El propietario las siguió por la calle en su automóvil e intentó atropellarlas. Consiguieron meterse en un campo y escapar. El propietario salió de su vehículo y las atrapó, y empezó a golpearlas. Pretendía matarlas, pero otro trabajador vio lo que ocurría y gritó pidiendo ayuda. Gracias a eso las dos hermanas escaparon, de lo contrario las habría matado.

¿Qué puede decirnos sobre las condiciones de salud y seguridad en el lugar de trabajo?

No disponemos de equipo de protección. En la serrería, cuando los trabajadores cortan planchas de madera, utilizan una mascarilla que les cubre la nariz, pero a causa de las vibraciones de la máquina, a veces les saltan partículas de madera a los ojos. También, en ocasiones, se cortan los dedos porque no llevan guantes.
Cuando se cortan un dedo y van a ver al propietario, les hecha la culpa y les reprocha no haber tenido más cuidado. Y si reclaman material de protección, el propietario responde que está dispuesto a pagar una indemnización de 280 bahts tailandeses (unos US$ 9), la cantidad es invariable, independientemente de que se haya cortado uno o cuatro dedos. Los trabajadores no tenemos otra opción, tenemos que seguir trabajando ahí.

¿Es cierto que la fábrica V.C, que emplea hasta 2.000 migrantes birmanos indocumentados (en función de los pedidos) en los suburbios de Mae Sot, exporta los muebles que produce? ¿Ha visto ya algún comprador extranjero en la fábrica?

Sí, es cierto. Hemos visto extranjeros que hablan inglés, chinos, tailandeses, o incluso americanos, vienen a la fábrica antes de exportar. Pero sólo les interesa la calidad del producto y nunca se preocupan de las condiciones de trabajo.

¿Hay niños trabajando en la fábrica?

Sí. También hay niños que trabajan en la fábrica porque sus padres cobran en función de la cantidad que produce cada trabajador. Si tienen que trabajar solos, no ganan más que 60 bahts tailandeses por día (unos US$2), que no basta para vivir. Es por eso que sus hijos les acompañan al trabajo. Algunos apenas tienen ocho o nueve años.

¿Resulta difícil organizar y establecer sindicatos en las fábricas?

Muy difícil, y peligroso. En casi todas las fábricas, los propietarios actúan de la misma manera. No permiten que sus obreros se afilien a una organización fuera de la fábrica porque tienen miedo a que descubran que tienen ciertos derechos. Los propietarios piensan que si los trabajadores conocen sus derechos, ellos obtendrán menos beneficios.

¿Existe tráfico de madera con Birmania?

Efectivamente, existen un tráfico comercial entre Birmania y Tailandia. Un chofer trae la madera de Birmania, y cobra por ello una comisión. La madera se transporta en un contenedor desde el lado birmano. Algunos patrones tienen conexiones con la policía. Muchas veces sobornan a los agentes. Cuando los policías reciben su dinero, les dejan hacer lo que quieran. Sólo les interesa el dinero. Y permiten el tráfico de madera sin ningún problema.

¿Cómo ve el futuro de los trabajadores migrantes en Mae Sot?

Venimos aquí escapando de la política de nuestro gobierno y la mala situación económica. Aquí, los propietarios explotan a los trabajadores. En ocasiones no cobran por el trabajo realizado. A veces pierden la vida. Las vidas de jóvenes trabajadores quedan destrozadas. Algunas jovencitas son enviadas a burdeles. Otros trabajadores son asesinados en los campos.
Los trabajadores aquí no tenemos ninguna seguridad. En Tailandia vivimos con miedo. Tenemos miedo de los empleadores, de la policía y de los matones. Tenemos miedo de que nos roben en la calle. No nos atrevemos ni siquiera a golpear a un perro tailandés. De hacerlo, nos podrían matar: un pero vale más que nosotros. No nos sentimos seguros ni aquí, ni en nuestro propio país. Somos como huérfanos. Nos da miedo incluso mostrar la cara en medio de una multitud. La policía nos mira de mala manera. Somos una generación perdida.
Para el futuro, necesitamos dos cosas: libertad en nuestra patria, en Birmania, y un sindicato fuerte. Son los únicos medios para proteger a nuestros trabajadores.

Entrevista y fotos de David Browne


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