Todas las centrales sindicales de Brasil, junto a movimientos estudiantiles y sociales, se han unido para llevar a cabo una huelga nacional histórica en el día de hoy. La disidencia social en el país se ha generalizado después de que el gobierno intentara atacar las pensiones hace poco a través de sus reformas neoliberales.

“Mediante un ataque coordinado contra la democracia han logrado que ostente el poder un gobierno retrógrado que está persiguiendo a la clase trabajadora de Brasil. Lo que no se esperaban era la magnitud del rechazo a sus medidas punitivas”, declaró Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI.

Este es el último de una serie de ataques con el objetivo de minar las condiciones de la clase trabajadora del país. Dichos ataques se iniciaron en 2016, tras el proceso infundado de destitución de Dilma Rousseff. “En primer lugar, el golpe de 2016 puso en el poder al gobierno no electo de Temer. Compuesto exclusivamente por hombres blancos, este gobierno provisional impuso la congelación del gasto público durante los siguientes 20 años. Luego, Lula, que iba a ganar las elecciones presidenciales, fue encarcelado mediante una enorme farsa judicial. Así se creó el ambiente para la toma de poder de Jair Bolsonaro, que está empeñado en destruir las conquistas sociales y económicas logradas con tanto esfuerzo durante la presidencia de Lula y en convertir Brasil en un negocio a precio de saldo para el capital brasileño y extranjero”, concluyó Burrow.

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