Los días 8 y 9 de enero, cerca de 200 millones de trabajadores participaron en la huelga nacional convocada para protestar contra los planes del Gobierno, que despojarían a decenas de millones de trabajadores de la protección de la legislación laboral, además de imponer duras restricciones a los derechos de organización y negociación colectiva de los trabajadores, exponerles a jornadas laborales excesivamente largas y al despido sin recurso adecuado, y debilitar las leyes destinadas a erradicar el trabajo infantil.

“El Primer Ministro Modi está convirtiendo la legislación laboral de la India en un cheque en blanco para las multinacionales y los más ricos del país. Ningún gobierno que se precie debería permitir que la Cámara de Comercio Americana y otros grupos corporativos de presión redacten las leyes que deberían proteger a los trabajadores. Si Modi no gobierna en interés del pueblo indio, debería dimitir. La India, donde el 1% de la población controla cerca del 60% de la riqueza, es ya uno de los países con mayores desigualdades del mundo, y estas leyes agrandarían aún más la brecha”, ha expresado la secretaria general de la CSI, Sharan Burrow.

Tras la huelga de enero, las diez principales centrales sindicales de la India, entre ellas INTUC, HMS y SEWA, afiliadas a la CSI, se han comprometido a trabajar para derrotar al Gobierno de Modi en las próximas elecciones generales si este no abandona sus planes y entabla negociaciones constructivas sobre reformas que permitirían mejorar la situación de los trabajadores y trabajadoras indios, abordar efectivamente el desempleo y garantizar un salario mínimo nacional de 250 USD mensuales.