Una transición justa para nuestra casa común: energía renovable, trabajo y erradicación de la pobreza

Una transición justa debe incluir justicia en el contexto del cambio climático, en el suministro de energía sostenible y el desarrollo, en la financiación contra el cambio climático y en las oportunidades laborales.

Artículo de Gemma Arpaia, ISCOS CISL

Estas son las conclusiones del simposio internacional titulado “Una transición justa para nuestra casa común: energía renovable, trabajo y erradicación de la pobreza”, organizado el 23 de junio en Roma por WWF y FOCSIV (Federación de Organizaciones Cristianas para el Servicio Voluntario Internacional).

El seminario reunió a distintas partes interesadas globales y locales de Europa, África, Asia Oriental y América Latina con el fin de sensibilizar acerca de las oportunidades que presenta en lo que respecta al desarrollo sostenible integral una transición energética justa hacia la energía renovable al 100%. Además, se debatieron las oportunidades y los retos intersectoriales para aquellos que se verán afectados por la descarbonización.

La carta encíclica “Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común” del Papa Francisco y las Directricesde política para una transición justa hacia economías y sociedades ambientalmente sostenibles para todos de la OIT fueron dos puntos de referencia para las tres mesas redondas. Los temas de estas tres mesas redondas fueron Capital humano, creación de empleo, capacidad de gobernanza y financiación de la transición (mesa redonda I), Energía sostenible para todos (mesa redonda II) y el papel de Instituciones, empresas y sociedad civil (mesa redonda III).


Foto de Peg Hunter (Creative Commons, flickr)

El respeto y la defensa de los derechos humanos y laborales básicos durante un proceso de transición y su resultado deben ser un elemento primordial de cualquier proceso justo de transición energética. Además de promover el desarrollo y la sostenibilidad, la transición justa consiste en asistir a los trabajadores y las comunidades cuyos medios de vida dependen de sectores que se enfrentan a un cambio necesario. En todos los países, pero especialmente en los que poseen grandes reservas de combustibles fósiles, esto exigirá explorar los incentivos, las normativas y los fondos necesarios para su transformación, hasta que estén bien establecidos y sean autónomos.

Alison Tate, Directora de Política económica y social de la CSI, y David Nerini de CGIL La Spezia, fueron algunos de los expertos que destacaron la postura sindical con respecto a la “transición justa”. Plantearon argumentos a favor de la justicia con respecto al capital humano, la creación de empleo, la capacidad de gobernanza y la financiación de la transición. Alison Tate declaró:

“Actualmente, una de cada dos personas ha perdido su trabajo o ha visto reducidas sus horas de trabajo. Treinta millones de personas trabajan en condiciones de trabajo similares a las del trabajo forzado. Esta es la realidad económica. Para conciliar la eliminación de la pobreza con la eliminación de las emisiones de carbono tendremos que encontrar la manera de no excluir a nadie. En las 50 empresas multinacionales más importantes que suministran bienes de consumo, solamente el 6% de los beneficios es producido por trabajadores que dependen directamente del grupo empresarial; el resto del trabajo es externalizado o subcontratado. Por lo tanto, estas empresas obtienen sus beneficios gracias a personas de las cuales no son responsables. Es una cuestión de justicia social. Tenemos que preguntarnos cómo vamos a utilizar $90 billones de inversiones planeadas de aquí a 2050 y relacionadas con la transición energética. Más de 1.000 empresas han firmado un llamamiento, junto con ONG y otros segmentos de la sociedad, para una transición justa. El objetivo es recuperar y construir sistemas de protección social. No se debe marginar a los trabajadores de industrias contaminantes, sino reorientar y adaptar sus competencias”.

Gemma Arpaia, ISCOS CISL, moderó el debate sobre la justicia en el marco del suministro de energía y el desarrollo. En esta mesa redonda se debatió por qué el sistema mundial de energía no es justo: miles de millones de personas viven sin acceso a fuentes de energía limpias y fiables, y los hogares de renta baja gastan un porcentaje más elevado de sus ingresos en servicios energéticos que los hogares de renta alta, lo que obstaculiza que puedan acumular la riqueza necesaria escapar de la pobreza.

En respuesta al consenso alcanzado por todos los participantes de que era necesario crear alianzas amplias, la última sesión del seminario se dedicó a avanzar hacia una transición justa mediante el posible establecimiento de una plataforma de trabajo conjunto.