Las mujeres representan en promedio el 40 por ciento de la membresía sindical, sin embargo ocupan apenas el 15 por ciento de los puestos de toma de decisiones en sus organizaciones.

Las tasas de participación de la mujer en la fuerza laboral están estancándose; las mujeres jóvenes continúan viéndose afectadas de manera desproporcionada por el desempleo; la brecha salarial de género permanece en una media de alrededor del 20 por ciento; las mujeres siguen relegadas a empleos de baja calidad y subvalorados y están sobre-representadas en formas de trabajo informales y atípicas, así como en la aportación de cuidados no remunerados.

La violencia de género en el mundo del trabajo representa un obstáculo significativo para una participación efectiva de la mujer en la fuerza laboral.
El empleo decente para las mujeres es la manera más rápida y sostenible de impulsar el crecimiento y la productividad.

Organizando en torno a los derechos sociales y económicos de la mujer se puede reforzar el poder de los trabajadores/as y conseguir sindicatos más fuertes y representativos, que reflejen realmente la diversidad de nuestra membresía a todos los niveles, incluso en las más altas instancias.