Firma en las Naciones Unidas del Acuerdo de París sobre Cambio Climático

El 22 de abril, Día de la Tierra, ha quedado marcado por la firma del Acuerdo de París sobre Cambio Climático por parte de más 170 países y por el compromiso de tomar medidas para mantener el aumento medio de la temperatura del planeta por debajo de 2 grados Celsius.

El año pasado fue el año más caluroso jamás registrado, al igual que lo han sido los tres primeros meses de 2016. Las temperaturas en el Polo Norte sobrepasaron en diciembre el punto de congelación durante las profundidades de la noche polar, con temperaturas hasta 30º C por encima de lo normal.

Es preciso que los Gobiernos transformen los compromisos de París en acciones.
¿Qué va a pasar ahora?

Los trabajadores tienen derecho a saber lo que su Gobierno piensa hacer con respecto al empleo y las comunidades, en el marco de la necesaria transformación industrial. El Acuerdo de París se compromete a una transición justa, de modo que los sindicatos deberán sentarse en la mesa de negociaciones para desarrollar estos planes. Nadie habrá de quedarse atrás.

Las empresas también deben responder. Los trabajadores también tienen derecho a conocer y estar preparados para los cambios energéticos y tecnológicos que van a tener lugar en sus sectores y lugares de trabajo, indispensables para superar el reto. El diálogo social, también en este caso, es decisivo.

Los fondos de pensiones pueden ayudar. Pero será preciso invertir en una transición justa – derechos, empleo y participación de los trabajadores.

La firma del Acuerdo de París sobre Cambio Climático es una señal para los trabajadores y trabajadoras, para las comunidades y para las empresas de que los Gobiernos reconocen que tienen que trabajar colectivamente para mantener el aumento medio de la temperatura de la superficie terrestre por debajo de 2º C, en comparación con la era preindustrial.

http://www.ituc-csi.org/respuesta-de-la-csi-a-las?lang=es

El reto de la transformación industrial constituye un imperativo y una oportunidad.
Cuando haya un plan para una transición justa, cuando las personas puedan ver el futuro, entonces tendrán esperanza. Esa esperanza es vital para superar el miedo que las incita a decir no al cambio. Los trabajadores de muchas industrias han pasado por transiciones y han aprendido que muchas veces son simplemente desplazados, y sus competencias y medios de vida son desechados.
Cuando los Gobiernos asuman la responsabilidad de un plan nacional para la energía, para la descarbonización, para el empleo y las comunidades – un plan que comparta la transformación económica por todo el país y no deje que un solo sector ni una sola comunidad tengan que cargar con todo el peso –, entonces los pueblos sabrán que forman parte de una transición justa.

Cuando las empresas se comprometan con los sindicatos y entiendan que los trabajadores no están negociando únicamente empleos individuales sino la vida y el espíritu de las comunidades que dependen de su trabajo, entonces los pueblos sabrán que forman parte de una transición justa.

Y cuando los trabajadores tengan un lugar en la mesa de negociaciones y una parte justa y equitativa en el diálogo, entonces los pueblos sabrán que forman parte de una transición justa.

Sin un plan para una transición justa, el miedo y la incertidumbre someterán a los trabajadores y a las empresas. Por eso los sindicatos han iniciado conversaciones con los trabajadores y sus comunidades. Los trabajadores tienen derecho a saber cómo las empresas piensan llevar a cabo la transición hacia un futuro con cero emisiones de CO2.

La responsabilidad de los Gobiernos empieza con la firma del Acuerdo de París, pero no acaba ahí. Las acciones para hacer frente al cambio climático permitirán crear millones de empleos, pero los trabajadores y las trabajadoras necesitan ver a los Gobiernos actuando a favor de sus intereses.

No hay trabajo en un planeta muerto.