Hacer que el sistema sea justo para los trabajadores migrantes

Por Tula Connell (Solidarity Center)

Ishor, de 24 años de edad, emigró de Nepal a Malasia el pasado mes de noviembre para trabajar en una empresa situada en el concurrido puerto de transporte marítimo comercial de Johor Bahru. Lo que no sabía antes de llegar al país es que el empleo consistiría en trabajar 16 horas al día y que sufriría acosos y agresiones físicas por parte de su empleador. Como la mayoría de los trabajadores migrantes, Ishor seguramente pagó una suma considerable de dinero a algún intermediario para asegurar la oferta de empleo.

© BOMSA

 

“Los agentes suelen presentar (a los trabajadores migrantes) una imagen muy atractiva respecto a las condiciones en las que van a trabajar”, dice Karuppiah Somasundram, Subsecretario de Educación del Malaysia Trades Union Congress (MTUC). “Por lo general (los trabajadores migrantes) no suelen tener una idea clara de cómo va a ser el trabajo en Malasia”.

Las agencias de contratación privadas carentes de escrúpulos, prevalentes en el proceso de migración, ofrecen a los trabajadores empleos inexistentes; les presentan una imagen falsa de las condiciones de trabajo y la remuneración; les confiscan documentos cruciales, como el pasaporte y el visado; y les imponen unas cuotas de contratación excesivas e ilegales, según denuncian grupos defensores de los derechos de los trabajadores y los migrantes de todo el mundo.

La Conferencia del Solidarity Center examina el proceso de contratación laboral

Las estrategias para la reforma del proceso de contratación laboral es uno de los temas clave que se abordarán en la próxima Conferencia del Solidarity Center sobre migración laboral que se celebrará en Bogor, Indonesia. Del 10 al 12 de agosto, más de 200 expertos en derechos de los trabajadores migrantes hablarán sobre el acceso de los trabajadores migrantes al sistema jurídico, así como de la xenofobia y de la sindicalización de los trabajadores migrantes.

Malasia es país de destino para muchos migrantes que buscan trabajo, mientras que en Bangladesh más de 600.000 trabajadores al año abandonan el país para trabajar en el extranjero, siendo en consecuencia uno de los principales países de origen de los trabajadores migrantes.

Los trabajadores y trabajadoras bangladesíes que emigran “están sufriendo, están sollozando, no reciben comida”, dice Sumaiya Islam, Directora de la Organización de Trabajadoras Migrantes de Bangladesh (BOMSA). “Después de dos años, después de tres años, no les pagan. Después de haberse gastado 1.000 USD (para pagar a los agentes de contratación), no están cobrando su salario”.

BOMSA celebra “reuniones en patios” de pueblos por todo el país, ayudando a las mujeres a entender sus derechos antes de que emigren – incluyendo lo que deberían exigir a los intermediarios así como el sueldo que deberían recibir y las condiciones de trabajo que debería haber en los domicilios de los países asiáticos y del Golfo donde irán a trabajar como empleadas del hogar. Al mismo tiempo, BOMSA ha estado tratando de que las políticas a escala nacional cambien, con el fin de garantizar que sean los empleadores, y no las trabajadoras, quienes paguen las cuotas de contratación.

El paso siguiente, explica Sumaiya, es educar a los empleadores en los países de destino, “sobre todo a las mujeres, acerca de los derechos de las trabajadoras del hogar”.

Los trabajadores migrantes necesitan empleos, los países necesitan trabajadores

“La mayoría de los malasios no pueden desayunar sin migrantes”, dice Karuppiah. “Si usted va a un hotel, hay un migrante; en el centro de lavado de coches, hay un migrante. Como mínimo trabajan entre 12 y 14 horas al día. En Malasia (los empleadores) les dan un día de descanso al mes”.

En el otro extremo del espectro de la migración, Sumaiya describe los factores que empujan a los bangladesíes a marcharse lejos de sus casas.

“Yo estuve en un centro de formación y pude hablar con varias trabajadoras sobre las razones por las que se marchan”, explica. “Algunas dicen que necesitan el dinero; más del 60% dicen que quieren cambiar de vida porque su marido se va a volver a casar; algunas dicen que su marido les pega; otras, que su marido es un drogadicto; otras dicen que su marido no les da dinero para mantener el hogar. La mayoría afirma no estar manteniendo a su familia. La mayoría no sabe siquiera firmar su nombre, así que dicen que quieren marcharse al extranjero para poder ganar dinero”.

Las personas como Karuppiah y Sumaiya que trabajan en nombre de los trabajadores migrantes creen que la mayoría de los 247 millones de personas en el mundo que emigran por trabajo seguirán haciéndolo. Su labor consiste en hacer que el proceso sea justo para los trabajadores y las trabajadoras, desde el primer contacto que establecen con los agentes de contratación hasta el día que regresan a su casa en sus respectivos países.

Karuppiah y Sumaiya discutirán sus estrategias la semana que viene en Labour Migration: Who Benefits?, una conferencia internacional que organiza el Solidarity Center para abordar cuestiones relacionadas con los derechos de los trabajadores y la prosperidad compartida.

Artúculo publicado en la página web de Solidarity Center