Primer plano de Eric Manzi (CESTRAR-Rwanda)

« Guarderías sindicales para ayudar a las trabajadoras agrícolas del sector informal »

Bruselas, 23 de octubre de 2007: ¿Cómo se puede llegar a los trabajadores y trabajadoras del sector informal y dar también respuesta al auge del sector privado? Eric Manzi, Secretario General de la Central de Sindicatos de Trabajadores de Rwanda (CESTRAR), hace un balance de las prioridades sindicales existentes en Rwanda.

¿Cómo nació la CESTRAR?
Comenzamos en 1985, impulsados por el partido único. Pero hubo mucha resistencia dentro de nuestro mismo sindicato porque era necesario resaltar el carácter independiente del movimiento sindical con respecto al partido político único. Durante un congreso que se hizo en 1991 hubo una declaración de independencia. Luego, vivimos una especie de liberalismo del movimiento sindical y se crearon otras organizaciones. Pero eso no posibilitó que en Rwanda surgiera un movimiento sindical fuerte. El movimiento sindical se recuperó luego de la guerra de 1996. Tenemos alrededor de 35.000 afiliados. La cotización mensual es de 100 francos rwandeses (1€=750 francos rwandeses). Para mejorar nuestro funcionamiento tenemos que aumentar las cotizaciones. Vamos a pedir el 1 por ciento del salario, de manera que todos paguen en función de lo que ganan y no ir en desmedro de quienes perciben salarios bajos.

¿Cuáles son las principales funciones que desempeña la CESTRAR?
Nuestra central es la más antigua y representativa. Hace unos meses, el gobierno llevó a cabo elecciones sociales y nos regocijó haber obtenido el 94 por ciento de los escaños de delegados de personal de las empresas. Desempeñamos un papel importante en la construcción de un movimiento sindical fuerte. Hacemos que las trabajadoras y trabajadores rwandeses conozcan sus derechos. En su cultura no está comprendida la idea de que tienen derecho de expresar sus opiniones y defenderse. Esto se debe a una falta de cultura democrática originada por el entorno político que teníamos y seguimos teniendo. No cabe duda de que hubo ciertas mejoras pero todavía queda mucho por hacer. La labor informativa es muy importante. Realizamos asimismo acciones sindicales relativas a la protección de los trabajadores. Velamos para que los textos de las leyes se ajusten a las normas internacionales del trabajo y que se respeten dichos textos.

¿Cuál es su posición con respecto al trabajo informal?
Hemos hecho reivindicaciones con respecto a la protección de esos trabajadores. Intentamos convencer al Ministerio de Trabajo que es muy importante protegerlos. Es necesario desmantelar los falsos sectores informales, como las pequeñas empresas no declaradas. Están a cargo de personas que desean eludir algunas obligaciones en materia de seguridad social o impuestos. Los trabajadores y trabajadoras de esas empresas carecen de derechos. Nosotros les explicamos que deben reclamar sus derechos: un contrato de trabajo y afiliación a la seguridad social. Están además, los verdaderos trabajadores y trabajadoras del sector informal, como por ejemplo, los plomeros que pasan por las casas buscando trabajo, que son cuentapropistas. Procuramos ayudarlos a mejorar sus ingresos. ¿Qué quiere decir esto? En primer lugar, hay que hacerles comprender las ventajas de trabajar con otras personas, por ejemplo, creando una cooperativa. El resultado es una mejora de los ingresos y una obligación de afiliarse a la seguridad social, a la mutual de salud.

¿Cómo llegan a los trabajadores y trabajadoras del sector informal?
No son ellos los que se acercan a nosotros sino nosotros los que salimos a buscarlos. Usted habrá visto que en Kigali hay muchos mototaxis. Nos hemos acercado a esos trabajadores para ayudarlos y asesorarlos. Crearon mutuales y hemos formado un sindicato. Organizaron cursos de conducción y abrieron un negocio de repuestos. La dificultad radica en hacerles comprender la necesidad de unirse porque en la sociedad rwandesa todavía está muy arraigado el individualismo. Lo que les interesa más que nada es el dinero. Nos preguntan qué representará para ellos el sindicato en términos monetarios. Es una tarea que va para largo...

Alrededor del 90 por ciento de la población vive en el campo. ¿Cómo llegan a esa gente?
En el ámbito del cultivo de té hay numerosas cooperativas. Como nos preguntaban directamente lo que el sindicato les aportaría en términos monetarios, logramos encontrarles la vuelta. Paralelamente a la labor de toma de conciencia, hacemos programas que generan ingresos. Por ejemplo, en las fábricas de té vamos a iniciar un programa –con ayuda de la central sindical belga FGTB- sobre salud, seguridad y creación de una guardería sindical para las mujeres que trabajan en el campo. Esas mujeres ganan menos que los demás porque les calculan el salario en función de los kilos que se venden. Las mujeres trabajan hasta dos semanas antes del parto y no hay ningún sistema de mutual que se haga cargo de ellas durante el tiempo que no trabajan. La ley dice que el empleador debe asumir la carga durante los dos meses de licencia de maternidad. Pero las trabajadoras de la economía informal no tienen empleador. Por lo tanto, tras haber dado a luz se ven obligadas a recomenzar a trabajar apenas pueden. Pierden en términos de rentabilidad porque tienen que hacer pausas para amamantar a sus hijos y porque sus viviendas están demasiado lejos de los campos donde trabajan. Se nos ocurrió instalar guarderías sindicales en las cercanías de los campos a fin de que las mamás puedan dejar a sus niños justo al lado de sus lugares de trabajo. Por una parte, hacemos una labor de sensibilización en lo referente a salud mostrando que no es bueno para la mujer recomenzar a trabajar dos semanas después de haber dado a luz y que tampoco está bien llevar a los hijos a los campos donde trabajan. Por otra parte, les estamos dando al mismo tiempo un servicio concreto... que es lo que piden. A través de esa guardería, van a formar mutuales que brindarán respaldo a las mamás cuando se enfermen. Si sus ingresos disminuyen, la mutual les podrá compensar la pérdida. Según las estimaciones, en la ciudad de Kigali hay 300.000 personas trabajando en el sector informal, ya sea en la construcción, en las carpinterías, en soldadura, etc.

¿Realizan acciones junto con otros sindicatos?
En Rwanda hay en este momento cinco centrales sindicales pero la nuestra es la más representativa. En determinado momento encabezamos una intersindical. Hemos realizado acciones en común pero la competencia era feroz y no escaseaban las fricciones. No obstante, para ser totalmente franco debo decir que optamos por trabajar solos porque consideramos que los demás sindicatos todavía eran demasiado débiles y no aportaban ningún valor agregado a nuestro accionar. Sin embargo, estamos trabajando en el código laboral en sinergia con COTRAF. Más allá de las diferencias ideológicas, COTRAF es una organización sindical con la que podríamos trabajar en el futuro.

¿Cuál es la reacción del mundo empresarial ante el movimiento sindical?
Las cosas no son fáciles en el sector privado porque a los empleadores les inspira temor la labor de toma de conciencia que hacemos entre los trabajadores y trabajadoras. Avanzamos bastante gracias al Ministerio de Trabajo, que basa su propio accionar en la sensibilización a fin de instaurar políticas y exigir que los empleadores del sector privado acaten sus reglas. Le impone muchas cosas al sector privado para que éste se ajuste a la ley. Si no fuera así, todavía no habríamos conseguido nada. La divisa es “protege tu capital monetario pero también tu capital humano”. Pero cabe señalar que no es fácil conseguir que este mensaje llegue realmente a destino.

¿Puede su sindicato trabajar libremente o tiene un margen limitado de maniobra?
No se ejercen presiones directas. El Ministerio de Trabajo, que es algo así como nuestro ministerio tutelar y nuestro interlocutor ante el gobierno, no nos pone trabas. Sin embargo, estimamos que no se hace lo suficiente para que la facilidad que tenemos ante el gobierno y el Ministerio de Trabajo repercuta en el sector privado. Hoy en día, este sector está creciendo. El Estado ya no es el principal empleador. A veces nos vemos limitados en el ámbito del derecho de huelga. Vivimos en un país que todavía es frágil debido a la guerra que tuvimos. A veces se califica a la más pequeña reivindicación de alteración del orden público, hecho que se castiga severamente. No poder expresarnos haciendo huelga es una de nuestras mayores frustraciones.

Entrevista realizada por Bruno Brioni

Véase también la entrevista En primer plano a Dominique Bicamumpaka (COTRAF-Rwanda), titulada “La sindicalización del sector informal es una de nuestras prioridades, principalmente en los sectores del té y del café”


La CSI, fundada el 1 de noviembre de 2006, representa a 168 millones de trabajadores de 153 países y territorios y cuenta con 305 afiliadas nacionales.

Para mayor información, favor de ponerse en contacto con la Oficina de Prensa de la CSI a los teléfonos: +32 2 224 0204 ó +32 476 621