Entrevista en primer plano de Rasem Al Bayari (PGFTU - Palestina)

“Las agresiones refuerzan mi decisión de luchar por los trabajadores”

Bruselas, 7 de mayo de 2007: Ser sindicalista en Palestina implica correr graves riesgos. Rasem Al Bayari, Secretario General Adjunto de la Federación General Palestina de Sindicatos (PGFTU), afiliada a la CSI, puede dar testimonio de ello: Luego de que en octubre de 2006 fuera destruido un edificio de la PGFTU y de que en enero de este año le arrojaran dos proyectiles explosivos contra su casa, Rasem Al Bayari fue herido por enmascarados que lo atacaron cuando se desplazaba en auto con su familia. Nos cuenta esos sucesos y las enormes dificultades que tienen los trabajadores y trabajadoras en Palestina.

¿Tiene idea de quién podría haber ordenado que se efectuaran esos ataques?

Las autoridades palestinas son las culpables del primero y del segundo ataque: es decir, los proyectiles arrojados contra mi domicilio y el ataque contra el local de la PGFTU. En esos ataques se utilizaron vehículos del Ministerio del Interior que cualquier palestino reconoce fácilmente. Sabemos que las personas que atacaron la estación de radio trabajan para el Ministerio del Interior. Los vieron empleados de la PGFTU y tras haber incendiado el local de la radio, hicieron inscripciones en las paredes, inscripciones que significan que “el Hamas pasó por aquí”. Un portavoz del Ministerio del Interior reconoció la responsabilidad de dicho Ministerio en los ataques. Además, las autoridades palestinas no denunciaron esta violencia de que se nos hizo objeto ni hicieron investigación alguna.

¿Son frecuentes esos ataques?

Durante las manifestaciones que hacemos en pro de los derechos de los trabajadores es habitual que la policía dispare. Por ejemplo, en octubre y noviembre de 2006, 13 trabajadores fueron muertos a balazos por la policía durante manifestaciones en las que se reclamaba el pago de los salarios y de los subsidios de desempleo. También se nos hacen muchas amenazas, a menudo por teléfono, diciéndonos que el gobierno tomará medidas muy enérgicas contra los sindicatos y sus locales. Hemos presentado una queja ante el Ministerio del Interior por esas amenazas y le pedimos que identificaran a quienes hacen las llamadas, pero el Ministerio no hizo nada.

La policía atacó inclusive a los integrantes de nuestro sindicato de los medios de comunicación -que hicieron una huelga para respaldar a Alan Johnston, el periodista de la BBC secuestrado- pero continúan con su movimiento a pesar de todo. Instalaron tiendas de campaña cerca del Consejo Legislativo como protesta por ese secuestro.

¿Por qué destruyeron la radio?

Era una radio sindical cuya finalidad consistía en defender los derechos de los trabajadores y difundir sus opiniones. Estaban en contra de esa radio, decían que a través de ella se envenenaba al pueblo. Ahora la radio está destruida y los que efectuaron el ataque robaron el equipamiento. Hubo 400.000 dólares de daños.

El principal ataque tuvo lugar el 2 de febrero de 2007 a las 5 de la mañana. En ese momento había 6 trabajadores en la radio. El ataque hizo cundir el pánico entre los trabajadores. Uno de ellos saltó desde el primer piso del edificio y murió más tarde en el hospital. Los demás fueron detenidos y luego liberados.

¿Nos puede contar cómo fue el último ataque contra usted, el pasado 6 de abril?

Iba por Gaza en un vehículo de la PGFTU con mi esposa, mis hijos y mi madre. Los agresores nos apuntaron con sus armas, me obligaron a detener el vehículo y exigieron que nos bajáramos del mismo, con las manos en alto. Querían que volviera a subir solo al vehículo y que siguiera al de ellos. Como me negaba, dispararon al suelo cerca de mis pies. Astillas de las balas y trozos del pavimento me hirieron en el cuello. Mi mujer y mis hijos comenzaron a gritar. Sus gritos, sumados al estruendo de las armas de fuego, llamaban mucho la atención. Entonces, los agresores huyeron con su auto y con el vehículo de la PGFTU. En él estaban nuestros efectos personales (mi teléfono celular, el bolso de mi esposa, etc.). No sé qué hubiera sucedido si los hubiera seguido como exigían. Quizás me habrían matado. A lo mejor vacilaron en hacerlo frente a mi familia. Los asaltantes tenían máscaras así que no pude reconocerlos. Esta vez, el vehículo en que circulaban no era de los pertenecientes al Ministerio del Interior. Representantes de ese Ministerio aseguraron que harían una investigación para identificar a los agresores.

¿Cómo es su vida diaria después de esos ataques? ¿Piensa abandonar la lucha sindical?

Llevo una vida normal pero con prudencia. Cuando voy de un lugar a otro estoy bien alerta. Hay quienes no se atreven a hacerse dirigentes sindicales porque temen ser atacados por hombres armados. Este miedo acosa a la mayoría de los dirigentes sindicales palestinos, sobre todo desde los últimos ataques perpetrados contra mi casa y la oficina de la PGFTU. Pero a pesar de esos ataques, el movimiento sindical palestino está determinado a defender los intereses de los trabajadores de los territorios palestinos. En lo que a mí respecta, decididamente quiero continuar con la lucha sindical. Inclusive diría que estas agresiones refuerzan mi decisión de actuar al servicio de los trabajadores y trabajadoras.

¿Por qué lo hicieron a usted blanco de esos ataques y no al Secretario General de la PGFTU?

Posiblemente porque yo estoy en Gaza mientras que el Secretario General vive en Cisjordania, en Naplouse, una zona que sigue bajo ocupación israelí. Gaza está bajo la responsabilidad directa de la Autoridad Palestina.

¿Cómo está compuesta la PGFTU y cómo ayuda a sus miembros dentro de tal contexto?

La PGFTU cuenta con 15 sindicatos afiliados, con un total de 380.000 miembros, de los cuales el 10 por ciento son mujeres. 127.000 miembros viven en Gaza y los demás en Cisjordania. Uno de los servicios que brindamos a nuestros miembros es un seguro de salud que les garantiza atención médica gratuita. También impartimos muchos cursos de formación para nuestros miembros gracias a fondos de sindicatos internacionales y de sindicatos extranjeros (sindicatos españoles, noruegos, suecos…).

Además, ayudamos a los trabajadores palestinos emigrantes a defender sus derechos en Israel: Desde que Gaza está cerrada, a muchos les resulta imposible cobrar los atrasos salariales o los aportes que sus ex empleadores israelíes les dedujeron para su seguridad social. El departamento jurídico de la PGFTU está en contacto con abogados israelíes. Les enviamos la documentación necesaria para que defiendan a los ex emigrantes ante los tribunales israelíes. Cuando consiguen cobrar los atrasos salariales, retienen un 10 por ciento en concepto de honorarios y transfieren el resto a la PGFTU, que lo entrega a los trabajadores.

Estamos atentos a la democracia interna de la PGFTU: Dentro de nuestras 15 federaciones, algunas personas del Hamas fueron elegidas durante las últimas elecciones y hay que prestar atención para que no le den a los sindicatos tendencias islamistas. El riesgo de amalgama existe: con el antiguo Ministerio de Trabajo, la ayuda para los trabajadores se distribuía a través de las mezquitas y no de la PGFTU, la cual distribuye esa ayuda a través de sus oficinas sin efectuar distinciones entre los trabajadores. El gobierno palestino de unidad nacional que se formó hace poco nos permite abrigar esperanzas. Parece querer reforzar las relaciones tripartitas, luchar con nosotros contra la pobreza y el desempleo. Este nuevo gobierno tiene que lograr que los palestinos tengan seguridad y estabilidad, lo que conducirá a la paz y la reconciliación de la región. Y si volviera a haber paz, la prosperidad y el progreso le seguirían.

¿Qué puede aportarle la solidaridad internacional de los trabajadores?

Quisiéramos ayuda para reforzar el movimiento sindical en Palestina pero también para restaurar nuestra estación de radio. Quisiera asimismo que la CSI nos ayude a levantar el boicot que Israel impone a los palestinos y a desempeñar un papel de peso en el proceso de paz para la región. Los palestinos quieren la paz y el papel del movimiento sindical internacional consiste en cooperar con los sindicatos nacionales para convencer a nuestros gobiernos de ir hacia la paz y la reconciliación. Es necesario ejercer presión sobre el gobierno de Israel para que éste abra las puertas de su país a los trabajadores palestinos, a fin de que podamos desarrollar nuestra economía. Eso le devolvería las esperanzas a los palestinos, haría que tengan valor para continuar y ayudaría a las autoridades palestinas a mantener la estabilidad de la sociedad.

El bloqueo de los territorios palestinos tiene consecuencias muy concretas para la actividad sindical…

Sí, así es. Hay 480 puntos de control dentro de Cisjordania. Al construir el muro, Israel confiscó gran parte del territorio palestino. También dividió familias y agravó las dificultades para desplazarse. Yo no puedo ni siquiera ir a Cisjordania por razones oficiales, por ejemplo, para reunirme con delegaciones internacionales como las de la OIT. Para ver a mi Secretario General en Cisjordania, tengo que pasar por Jordania. Las poblaciones palestinas de Gaza y Cisjordania tienen muchísimas dificultades y, debido a los bloqueos, solamente podemos comunicarnos por teléfono o fax.

¿Qué dimensión tiene el desempleo en Palestina?

Hay 400.000 palestinos sin empleo, es decir, el 75 por ciento de la mano de obra. Muchos intelectuales y científicos palestinos se fueron del país porque no podían conseguir trabajo. Ese hecho tuvo repercusiones muy nefastas, por ejemplo, en el sector de la atención médica. En general, esto a su vez crea mucha pobreza: Casi el 80 por ciento de los palestinos que viven en Gaza y Cisjordania viven por debajo de la línea de pobreza. La situación se agrava todavía más por el hecho de que muchas ONG internacionales se fueron de Gaza.

¿Cómo hacen los palestinos para sobrevivir en esta situación?

La mayoría cuenta con el respaldo de la ayuda alimentaria que brindan las Naciones Unidas. Muchas familias vendieron lo que tenían para poder sobrevivir, inclusive las joyas de las esposas. Los empleados gubernamentales también están en una dificilísima situación ya que hace un año que no les pagan sus salarios.

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Entrevista realizada por Samuel Grumiau

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