¿Pueden las nuevas normas comerciales ayudar a las mujeres que se dedican al comercio transfronterizo en África oriental a contar con medios de vida dignos?

¿Pueden las nuevas normas comerciales ayudar a las mujeres que se dedican al comercio transfronterizo en África oriental a contar con medios de vida dignos?

Vendors sell matoke, a variety of starchy banana, at a market in Kampala, Uganda. The improved integration of intra- and inter-regional trade promised by the African Continental Free Trade Area agreement could help eliminate food insecurity in the region and make east Africa “a major player on global food markets,” say experts.

(IFPRI/Milo Mitchell)

Lorna Okitoyi vive en Malaba, en el oeste de Kenia, y se dedica al comercio transfronterizo desde hace más de 10 años. Lorna, de 46 años, tiene dos hijos y vende alimentos básicos y utensilios de cocina que compra en Kampala, la capital de Uganda (donde son más baratos), y vende en diferentes mercados en Kenia.

Dice que su negocio ha crecido de manera constante desde que dejó de pasar productos de contrabando hace cuatro años y se registró legalmente como comerciante. ¿Mejorará el nuevo Tratado sobre la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA, por sus siglas en inglés), que entrará en vigor en julio de 2020, los medios de vida de las mujeres que se dedican al comercio transfronterizo informal y en pequeña escala como Lorna? Se espera que gracias a la creación de un único mercado continental de productos y servicios, la libre circulación de personas y la inversión, el AfCFTA impulse el comercio dentro del continente africano (que actualmente representa solo el 16,6% del comercio total continental, en comparación con el 68,1% en Europa), estimulando a su vez el crecimiento inclusivo e integrado.

Como consecuencia de las escasas opciones, el comercio transfronterizo en África oriental, especialmente de alimentos básicos, es realizado principalmente por mujeres. Aunque la mayoría de ellas trabajan en la economía informal, con artículos que no superan un valor de 1.000 dólares estadounidenses, se enfrentan a numerosos obstáculos, desde condiciones comerciales inflexibles y desfavorables hasta la falta de acceso a la información, el capital y los mercados.

Según el informe de 2019 titulado Opportunities for Women Entrepreneurs in the Context of the African Continental Free Trade Area (AfCFTA) (Oportunidades para mujeres emprendedoras en el contexto de la Zona de Libre Comercio Continental Africana), el acceso a un mayor mercado para los productos y servicios ofrecidos por las vendedoras transfronterizas africanas podría llevar a la reducción de los aranceles y los costes comerciales, el acceso a materias primas y artículos más baratos, y el aumento de los ingresos. Así, el AfCFTA podría convertirse en un motor importante del empoderamiento económico de las mujeres africanas. Además, según USAID, la mayor integración del comercio intrarregional e interregional podría contribuir a eliminar la inseguridad alimentaria y transformar África oriental en “uno de los actores principales en los mercados mundiales de alimentos”.

Sin embargo, por el momento, a pesar del riesgo de ser descubiertas y multadas por las autoridades, e incluso exponiéndose al acoso y violencia de los funcionarios de control de fronteras y aduanas, muchas mujeres se ganan la vida con el comercio ilegal entre los países de la región. “Cada año aprendía nuevos trucos y era más lista. El propósito era tratar de evitar pagar impuestos y llevar a casa más dinero para mi familia”, cuenta Lorna a Equal Times. Según investigadores kenianos, los productos alimentarios son el producto de contrabando más habitual en la frontera entre Kenia y Uganda, y las vendedoras de la economía informal se dedican al contrabando porque los márgenes de beneficio de base ya son muy bajos. Si a esto añadimos problemas como la falta de acceso a la financiación, la falta de información sobre los mercados transfronterizos y las fluctuaciones monetarias, muchas mujeres sienten que no les queda otro remedio que pasar productos de contrabando para alimentar a sus familias, a pesar de conocer los riesgos.

“En la frontera de Malaba teníamos dos formas de pasar productos de contrabando de Uganda a Kenia: a través del bosque o por el río”, dice Lorna. Explica que, hasta hace cinco años, pagaba a bebas (transportadoras) para que pasaran sus productos de Uganda a Kenia a través del río Malaba por un dólar por viaje. Sin embargo, un día el río se desbordó a causa de las lluvias torrenciales; la mujer que llevaba el maíz de contrabando de Lorna se ahogó mientras Lorna lo presenciaba, horrorizada. “Se tardó varios días en recuperar el cadaver de la mujer. En el pasado había perdido mis productos varias veces e incluso me habían pillado los funcionarios, pero esto fue lo peor que jamás me había ocurrido”, cuenta, atormentada por el recuerdo. “Fue mi punto de inflexión. Nunca me perdonaré por ello y no creo que llegue a olvidarlo”.

Lorna dice que a raíz de la tragedia se inscribió en la asociación de comerciantes transfronterizas de Malaba, donde aprendió los procedimientos y procesos para declarar los productos en la frontera, algo que resultó ser más fácil y barato de lo que pensaba. Desde entonces, Lorna se ha convertido en secretaria de la asociación, que ha impartido formación a 2.000 mujeres sobre varios temas, desde cómo gestionar sus negocios para obtener la máxima rentabilidad hasta cómo acceder a financiación, así como información sobre la reglamentación para el comercio transfronterizo. “Desde entonces he ampliado mi negocio con la apertura de una planta de fundición donde fabrico los artículos domésticos de aluminio, como ollas, que vendo en Kenia. Ha resultado ser mi mayor negocio; ahora gano cuatro veces más que antes”, dice orgullosa.

Nuevas oportunidades con el compromiso del Gobierno y el sector privado

Según Gloria Atuheirwe, directora del área de mujeres y comercio de TradeMark East Africa (TMEA), una organización comercial sin ánimo de lucro con sede en Nairobi, las comerciantes transfronterizas pueden desempeñar un papel importante en el crecimiento económico de la región. Sin embargo, sus contribuciones económicas no se registran, puesto que el trabajo de la mayoría de ellas no está declarado; como consecuencia, son casi invisibles para los responsables de la formulación de políticas. TMEA colabora con las organizaciones de mujeres de la economía informal para cambiar esta situación. “Ahora disponemos de programas de formación y promoción que las sensibilizan a través de sus asociaciones comerciales acerca de los procedimientos para declarar sus productos en la frontera, las normas y la importancia de utilizar los pasos fronterizos designados”.

Atuheirwe dice que todavía existen dificultades, como el acceso a información actualizada. Por ejemplo, si Uganda prohibiera de repente la importación de huevos o leche de Kenia, la mayoría de las vendedoras informales no se enteraría a tiempo, lo que podría llevar a que les confiscaran sus productos, o incluso a que fueran multadas o detenidas, incurriendo en una pérdida de ingresos.

TMEA ha establecido centros físicos en diferentes pasos fronterizos de la región para asistir a las comerciantes con los trámites administrativos básicos del comercio transfronterizo y ayudar a comprender el papeleo a aquellas que lo necesitan, ya que algunas vendedoras son analfabetas. Atuheirwe dice que su organización está creando más centros a medida que la región va avanzando hacia la instauración de un mercado más grande con arreglo al AfCFTA. “Para facilitar un flujo continuo de información, las organizaciones tendrán que invertir en plataformas móviles de mensajes de texto para garantizar el envío directo de información en tiempo real a los teléfonos de las comerciantes”, dice.

Atuheirwe expone que, en el marco del AfCFTA, las oportunidades para las vendedoras (acceso a un mercado mucho más grande y redes comerciales más amplias, lo que permite una expansión significativa de los negocios) superarán las desventajas (infraestructura deficiente, violencia y acoso por razón de género persistentes y corrupción).

“Las mujeres solo necesitan una oportunidad y el resto irá arreglándose con el tiempo, siempre y cuando los gobiernos y el sector privado estén comprometidos”, dice. Sin embargo, cuestiones como los costes de la logística, los costes de producción para el valor añadido y los gastos de Internet y llamadas deberían examinarse antes para asegurarse de que la mayoría de las vendedoras pueden aprovechar al máximo las oportunidades que el AfCFTA quiere brindar.

Betty Maina, secretaria de comercio e industrialización del Gobierno de Kenia, también se muestra optimista en cuanto al impacto positivo del AfCFTA en la economía. “Es probable que el AfCFTA reduzca los aranceles, impulse el crecimiento económico y aumente la colaboración entre los países africanos”, contó a Equal Times. Esto ayudará al continente a alcanzar las metas tanto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en 2030 como de la Agenda 2063 de la Unión Africana para la regeneración económica, social y política del continente.

El profesor Wanyama Masinde, director del Instituto de Integración y Desarrollo Regionales (IRID) de la Universidad Católica de África Oriental en Nairobi y experto independiente sobre integración regional, dice que el AfCFTA ofrece la primera oportunidad de libre comercio en todo el continente, un paso importante a medida que África avanza hacia la Comunidad Económica Africana en 2034 (que incluye el objetivo declarado de crear zonas de libre comercio, uniones aduaneras, un mercado único, un banco central y una moneda común). “Los países africanos no comercian entre ellos por numerosas razones, como los vínculos coloniales, pero con la introducción del AfCFTA, el comercio dentro de África será más barato”, dice.

No se debería aplicar el AfCFTA antes de lograr una verdadera integración económica regional

Khamati Mugalla, secretaria ejecutiva de la Confederación Sindical de África Oriental (EATUC, por sus siglas en inglés), dice que los países africanos deberían centrarse en reforzar el cumplimiento y la plena aplicación de las comunidades económicas regionales –existen ocho, entre ellas la Comunidad de África Oriental (CAO), la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) y la Unión del Magreb Árabe (UMA)– , además de las uniones arancelarias y las zonas de libre comercio, si quieren que las mujeres se beneficien de verdad del AfCFTA.

“Si, por ejemplo, la CAO aplica plenamente el territorio aduanero único, tendremos seis países que cumplirán los requisitos del AfCFTA antes de lo previsto”, explica. “Las dificultades son entre los países vecinos. Por mucho que prediquemos sobre el AfCFTA, si las vendedoras transfronterizas de la economía informal no pueden llevar sus productos de Dar es-Salam (Tanzania) a Lusaka (Zambia), no existe un verdadero comercio transfronterizo”.

Lo que es más importante, Mugalla dice que para que las comerciantes transfronterizas se beneficien realmente de la integración comercial regional y continental, también tiene que haber libre circulación de personas.

Sin embargo, muy pocos países han ratificado el Protocolo de la Unión Africana sobre la Libre Circulación de las Personas, el Derecho de Residencia y el Derecho de Establecimiento y, como consecuencia, las comunidades económicas regionales no han podido llevar a la práctica totalmente la libre circulación de personas entre los países y regiones de África.

Stephen Karingi, director de integración, infraestructura y comercio regionales de la Comisión Económica para África de las Naciones Unidas (CEPA), cuenta a Equal Times que entre los puntos restantes de debate para la segunda fase de negociaciones del AfCFTA se encuentran la competencia, las disposiciones sobre inversión, la propiedad intelectual y el comercio electrónico. Hasta la fecha, se han finalizado los protocolos sobre bienes, servicios y la solución de controversias y sus anexos están listos para la firma. “La segunda fase de negociaciones sobre las cláusulas restantes empezará dentro de poco” dice Karingi. “Pero antes de aplicarlo, los países deberían hacer un examen amplio de sus políticas macroeconómicas, centrándose en las políticas fiscales y en si éstas son adecuadas. Esto no solo nos ayudará a adaptarnos al AfCFTA y aprovecharlo al máximo, sino también, en términos más generales, a lograr las metas de la Agenda 2063 y los ODS”, dice.