Primer plano de Salman Jaffar Al Mahfoodh (GFBTU- Bahrein)

“Queremos una democracia de verdad, que beneficie al conjunto de la población”

El reino de Bahrein, vecino de Arabia Saudita, se enfrenta a una revuelta popular sin precedentes iniciada por los jóvenes el pasado 14 de febrero. Después de la violenta represión por parte de las autoridades, que dejó un saldo de siete muertos (*), la oposición exige la dimisión del Gobierno y la instauración de una monarquía parlamentaria verdaderamente democrática. Salman Jaffar Al Mahfoodh, Secretario General de la General Federation of Barhain Trade Unions (GFBTU), analiza las causas políticas, pero también socioeconómicas, denunciadas desde hace mucho tiempo, de esta revuelta. Nos explica el compromiso político y práctico del sindicato bahreiní en esta lucha por la democracia, incluidas las libertades sindicales, y comparte sus esperanzas de un sindicalismo libre para el conjunto del mundo árabe.

¿Cuáles son los factores esenciales que explican el estadillo repentino de esta revolución?

La explicación es a la vez política y socioeconómica, dado que ambos elementos están profundamente relacionados y son objeto de reivindicaciones de larga data. Por una parte, la falta de libertad política de un régimen donde el Gobierno no es elegido y donde la Constitución actual no acuerda el pleno derecho de asociación política a los partidos. Y por otra, una situación socioeconómica donde la pobreza y el desempleo son inaceptables. Por eso este enorme movimiento contestatario no nos pilló de sorpresa. Ya había pequeños movimientos que exigían reformas políticas y la liberación de los presos políticos. Nuestra federación sindical, los líderes de los partidos políticos de la oposición y la sociedad civil habían dirigido antes del 14 de febrero numerosas peticiones de diálogo al Gobierno para hablar de reformas políticas y socioeconómicas. Pero las autoridades no comprendieron la urgencia de la situación y no escucharon las peticiones.

Pero ¿por qué se eligió precisamente el 14 de febrero como fecha de movilización al comienzo del movimiento revolucionario, concretamente difundido por los jóvenes a través de Facebook?

Hay razones externas e internas que explican el por qué de esa fecha. Las externas son que evidentemente las revoluciones en Túnez y en Egipto, y los movimientos de revuelta en otros países de la región, tuvieron un potente efecto de inspiración. En cuanto a las internas, esta fecha concreta es doblemente simbólica. El 14 de febrero de 2001 es la fecha de la ratificación de la Carta Nacional de la cual todo el mundo se esperaba que aportara más libertades políticas y que condujera a una verdadera democracia. Pero, diez años más tarde, esas promesas no se habían hecho realidad, no se había producido ninguna mejora. Y el 14 de febrero del año 2002 es también la fecha en la que la actual Constitución, rechazada por el conjunto de la oposición, fue establecida sin consultarlo con la población.

¿Por qué la juventud juega un rol tan importante en esta revuelta?

Los jóvenes son verdaderamente el núcleo en el corazón del movimiento. Utilizaron Facebook y Twitter para movilizar a un máximo de personas a unirse al movimiento. A pesar de la represión de una brutalidad sangrienta inaudita, insistieron en continuar, en seguir adelante, en asumir el riesgo de la confrontación para llegar a la rotonda Lulu en el centro de Manama, hoy día rebautizada Plaza de los Mártires. Los propios jóvenes tomaron la iniciativa de dirigirse a los líderes de los partidos de la oposición para desarrollar reivindicaciones comunes. Muchísimos jóvenes trabajadores y trabajadoras participan activamente en el movimiento.

¿La represión hasta tal punto brutal de las autoridades no fue una sorpresa?

No nos esperábamos semejante violencia. El ataque a los manifestantes, al alba del 17 de febrero, por parte del ejército y las fuerzas de seguridad, que dejó a siete personas sin vida y a muchos heridos, era inimaginable. Incluso impidieron que las ambulancias y el personal médico pudieran llegar a la rotonda para evacuar a los heridos. Ahora nos esperamos realmente cualquier cosa.

¿Cómo reaccionó la GBTU cuando estalló la revuelta?

Desde el principio estuvimos en contacto permanente con el terreno, mantuvimos una reunión de emergencia de nuestro organismo directivo y publicamos numerosas declaraciones solicitando al Gobierno que escuchara a los manifestantes pacíficos y que liberara a los presos políticos. Tras el ataque sangriento del 17 de febrero contra los manifestantes, el 19 de febrero por la mañana lanzamos una convocatoria de huelga general para el 20 de febrero si el ejército y las fuerzas de seguridad no se retiraban de inmediato. Unas horas más tarde el Príncipe ordenó la retirada del ejército y de las fuerzas de la policía. Pero no teníamos la garantía de que los militares no fueran a atacar de nuevo, así que mantuvimos la convocatoria de huelga para el día siguiente. Como la situación se mantuvo tranquila, suspendimos la huelga el 21 de febrero hasta el día de hoy. Y digo bien suspendida, no anulada.

En paralelo a la participación masiva de los trabajadores en las manifestaciones y a esta convocatoria de la huelga, ¿qué otras acciones concretas llevó a cabo la GFBTU?

Junto con la coalición de la sociedad civil, de la cual formamos parte, nos fuimos a visitar a los heridos a los hospitales y también fuimos a ver a las familias de los víctimas para expresarles nuestro apoyo.
En la misma Plaza de los Mártires estamos constantemente presentes para hablar con los jóvenes, para explicarles el rol que desempeña la Federación, así como la CSI y la OIT, en su apoyo al movimiento. Les explicamos cómo funciona una huelga, cuáles son los procedimientos y las consecuencias, y también en qué consiste la desobediencia civil. Llevamos a cabo un trabajo de educación sobre el terreno.

También les insistimos a los empleadores que no tomaran represalias judiciales contra los trabajadores ausentes en el trabajo a causa de las manifestaciones.
También organizamos reuniones con otros actores importantes, como la Cámara de Comercio, que se ha visto muy afectada por las pérdidas económicas en curso. Discutimos con ellos cómo trabajar juntos para alcanzar el objetivo común de la prosperidad económica.

¿Cómo trabajan ustedes políticamente con las fuerzas de la oposición?

Formamos parte de la coalición de la sociedad civil. Trabajamos también en coordinación con la asociación de la oposición, que está compuesta exclusivamente por los partidos de la oposición. Individualmente estamos también presentes en el seno de la Alianza Nacional. Estamos implicados a diario en las discusiones de estas tres instancias.

En estos momentos ¿cuáles son las reivindicaciones más destacadas de la oposición?

El Gobierno tiene que dimitir. Cuarenta años con el mismo Primer Ministro es suficiente. Queremos una democracia de verdad, mediante la reforma de la Constitución y un sistema de Gobierno electoral. Estas reivindicaciones están sobre la mesa del Gobierno. La pelota está en su campo.

¿El factor religioso entre sunitas y chiítas es importante en esta revolución?

No estamos de acuerdo con la forma que tienen los medios de comunicación internacionales de presentar la situación. Es una lucha nacional, no una lucha sectaria. Una reforma de la Constitución y un régimen basado en unas elecciones independientes que beneficien al conjunto de la población – tanto chiítas como sunitas – y que permitan luchar contra todas las formas de discriminación.

¿Cómo puede el movimiento sindical internacional apoyar esta lucha nacional?

Hay que presionar al Gobierno para que escuche por fin al pueblo y abra un diálogo real para responder a las reivindicaciones. También hay que hacer presión para que el Gobierno implique a la GFBTU en el proceso de diálogo con el fin de poder defender las reivindicaciones de los trabajadores, la libertad sindical y el establecimiento de un nuevo Código Laboral – que son las reivindicaciones que llevamos años formulando.

Agradecemos a la CSI el apoyo que nos ha brindado desde el comienzo de la revolución, mediante sus declaraciones y el llamamiento a sus organizaciones afiliadas. También hemos recibido el apoyo de las centrales sindicales de Noruega (LO) y Estados Unidos (AFL-CIO). La Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera (ICM) también nos apoya.

La OIT, con quien estuvimos en contacto permanente desde los primeros momentos, es también muy importante. Su Director, Juan Somavia, me llamó personalmente en el momento más fuerte de la represión para expresar su apoyo al pueblo bahreiní y a nuestra organización.

¿Qué efecto piensa usted que los movimientos populares por el cambio, que están empujando al conjunto del mundo árabe, podrán tener en el movimiento sindical árabe en la región?

Los pueblos del conjunto de los países árabes sufren los mismos problemas de pobreza, desempleo, corrupción y regímenes tiranos. Yo creo que estas revoluciones van a tener un efecto positivo en el movimiento sindical árabe. Muchos sindicatos árabes están controlados por los Gobiernos; yo espero que lo que está sucediendo contribuya a un sindicalismo realmente independiente y a una serie de progresos para los trabajadores en materia de salarios, más empleo, mejores condiciones de vida y verdaderas libertades sindicales, sobre todo en cuanto al derecho de huelga. Todo lo que esperamos es lo que una verdadera democracia podría aportar a Bahrein.

Los trabajadores y trabajadoras migrantes representan el 77% de la mano de obra en Bahrein. Son muchos los que sufren por el momento las consecuencias económicas de la situación. ¿Se sienten ellos también implicados en la lucha emprendida por la oposición?

Hace mucho tiempo que la GFBTU está muy comprometida por la defensa de los derechos de los migrantes, al igual que del conjunto de los trabajadores. Si logramos alcanzar nuestros objetivos, será beneficioso para todos los trabajadores, cualquiera que sea su religión o su nacionalidad de origen. Nosotros no hacemos diferencias en ese sentido.

Entrevista realizada por Natacha David

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Mensaje video de Salman Jaffar Al Mahfoodh

(*) en una población total de 1,2 millones, de los cuales unos 650.000 son bahreiníes