Primer plano de Rekson Silaban (Indonesia - KSBSI)

“La flexibilidad forma parte de nuestra realidad, limitarse a designarla como el enemigo no sirve de nada”

El sindicato indonesio KSBSI utiliza dinámicas estrategias para aumentar su membresía, principalmente en la economía informal. Rekson Silaban, Presidente del KSBSI (1) y Vicepresidente de la CSI, traza un balance realista de esas estrategias. Analiza los proyectos sindicales iniciados tras el maremoto de 2004 y subraya la necesidad de que el sindicalismo internacional fomente nuevas formas de sindicalización.

Su confederación instauró un sistema de retribución financiera para los sindicatos afiliados que reclutan nuevos miembros. ¿A qué se debe que crearan tal sistema y qué resultados han obtenido?

Dado que en Indonesia ha aumentado la flexibilidad laboral, cada vez más trabajadores y trabajadoras se ven obligados a desempeñarse como subcontratistas. Pasó a ser muy difícil y oneroso sindicalizarlos porque no son “blancos” fijos. Pasan de una región a otra, de una empresa a otra. Además, la cotización sindical es de apenas un 1% mensual por trabajador, lo que no representa gran cosa porque el salario mínimo es bajísimo. De allí que a nuestros militantes les resulte problemático reclutar nuevos miembros. Se encareció mucho el costo por miembro conseguido.

Hace dos años formamos equipos especializados en sindicalización y nos comprometimos a pagarles 2 euros por cada nuevo miembro. Ese monto equivale aproximadamente al costo de imprimir documentos, material para las campañas, desplazamientos para ponerse en contacto con los trabajadores... Esa suma se entrega a los sindicatos locales para ayudarlos a ampliar sus bases. De esa manera, conseguimos reclutar 5.000 nuevos miembros en menos de un año. El dinero que les entregamos a los sindicatos locales salió de nuestros ahorros pero pensábamos recuperarlo a la larga a través de las cotizaciones de los nuevos miembros. Por lo tanto, era como si estuviéramos concediendo un préstamo. Además, fue aumentando la cantidad de sindicatos que querían participar en este tipo de campañas de sindicalización pero tuvimos que ponerles punto final por falta de fondos. No siempre se pagan las cotizaciones, entre otras cosas porque algunos de los trabajadores pierden sus empleos. En resumidas cuentas, gastamos más de lo que percibimos.

Las trabajadoras y los jóvenes son dos de las prioridades de la CSI en materia de sindicalización. ¿Qué hace al respecto su confederación?

Nuestra confederación tiene 462.000 miembros, repartidos en 11 federaciones, de las cuales tres están dirigidas por mujeres. La proporción de hombres y mujeres es aproximadamente de 50-50. Desde nuestro último congreso, hemos creado una Comisión de Igualdad, compuesta por una mayoría de mujeres. Su tarea consiste en integrar las cuestiones de género en los programas de actividades de los sindicatos. En Indonesia queda mucho por hacer para conseguir abolir las discriminaciones relacionadas con el género. En algunos anuncios de empleo, por ejemplo, se piden mujeres con cuerpos “seductores”. Hemos ratificado las normas internacionales sobre la no discriminación pero en la práctica las discriminaciones continúan.

En lo concerniente a los jóvenes, el 80% de nuestros afiliados tiene menos de 35 años de edad. Dentro del contexto industrial indonesio, no es difícil concentrarse en los jóvenes porque son quienes componen la mano de obra de las grandes empresas, especialmente la confección y la electrónica, donde los empleadores generalmente prefieren contratar a trabajadores y trabajadoras jóvenes.

¿Se ocupan ustedes de los trabajadores y trabajadoras de la economía informal?

La economía informal constituye el 65% de la mano de obra de Indonesia. Muchos trabajadores, incluso algunos de nuestros miembros, perdieron sus empleos permanentes y terminaron en la economía informal. Como sindicatos, nos sentimos responsables de lo que les sucede, a pesar de que ya no tengan empleos del tipo clásico. Hace años que intentamos afiliar a los trabajadores y trabajadoras del sector informal. No tendría sentido que los abordáramos de la manera tradicional, hablándoles de convenios colectivos, porque no tienen empleador. Una de nuestras estrategias consiste en atraerlos con un programa de seguridad social, la otra consiste en formar cooperativas de trabajadores.

La cobertura de la seguridad social es una de las grandes ventajas que pueden obtener los trabajadores y trabajadoras del sector informal por el hecho de pertenecer a un sindicato, ya que la mayoría de los indonesios no puede acceder a servicios de salud de calidad en los hospitales. Hemos creado un comité sindical que recauda las cotizaciones mensuales y emprendimos una campaña de presión respecto a las empresas de seguridad social para que dieran cobertura a los trabajadores del sector informal. La legislación indonesia estipula que la seguridad social protege al trabajador, a su mujer y a dos hijos. Así pues, cuatro personas quedan cubiertas en caso de enfermedad o accidente.

¿Qué sucede con las cooperativas?

Las personas que trabajan en la calle, en la economía informal, no tienen acceso a los bancos ni a otros organismos crediticios porque para concederles un préstamo éstos les piden garantía. Algunos departamentos del gobierno hacen préstamos pequeños pero únicamente a solicitantes fiables. Nosotros apoyamos a los trabajadores informales para que realicen los trámites ante esos organismos y somos su garantía, su fuente de fiabilidad. En la mayoría de los casos, los trabajadores consiguen rembolsar los préstamos que obtienen en el plazo previsto. A partir de ese momento, ya no ayudamos a esas personas sino que nos limitamos a asesorarlas sobre sus proyectos. En Aceh, por ejemplo, luego del maremoto, ayudamos a formar una cooperativa de fabricación de ladrillos que ahora es una de las fábricas más grandes de la región.

En otros casos, ayudamos a los trabajadores del sector informal a poner sus propios fondos en común para llevar a cabo un proyecto que administran ellos mismos, con nuestro asesoramiento. Les brindamos formación para que puedan encargarse de las tareas administrativas y de la gestión, para que elaboren mejores estrategias de venta de sus productos... Cuando disponemos de los medios necesarios, invertimos nuestros propios fondos en programas de microcréditos.

En total, en nuestras cooperativas participan 8.000 personas. Tenemos que ser realistas: nuestra capacidad no nos permite ayudar a los 67 millones de personas que desempeñan actividades en la economía informal. Por lo tanto, vamos despacito, comenzando por ayudar a quienes están en esa economía de manera permanente.

Indonesia recibió ayuda internacional tras el maremoto de diciembre de 2004, incluyendo asistencia de solidaridad sindical. ¿Qué evaluación hacen de los proyectos realizados, tres años más tarde?

En lo referente a los proyectos iniciados por los sindicatos, algunos obtuvieron buenos resultados, otros han funcionado menos bien. Tras el tsunami, Aceh se convertiría en la región más cara de Indonesia debido a la gran cantidad de fondos internacionales que recibió. No puede saberse qué quedará cuando los donantes internacionales que financian grandes proyectos abandonen las regiones más afectadas, como Aceh. En cuanto a los pequeños proyectos, no habrá problemas, puesto que hasta el momento hemos sido capaces de mantenerlos nosotros mismos. Un punto positivo es que el KSBSI ha conseguido reclutar más miembros en Aceh, llegando a convertirse en el sindicato más representativo en la región. Contamos actualmente con 4.500 miembros, cuando apenas teníamos 2.200 antes del tsunami.

¿Cuáles son las principales violaciones de derechos sindicales que se cometen en Indonesia?

Nuestra legislación sobre la libertad sindical es mejor que la de la mayoría de los demás países del ASEAN (2), lo que plantea problemas es su aplicación. Por una parte, la inspección del trabajo es más que insuficiente. Por otra parte, a raíz de la descentralización, se observa que se cometen violaciones de derechos sindicales, principalmente en las regiones alejadas de Yakarta, la capital, y que el gobierno nacional no puede controlar la situación. En esas regiones, muchas personas no conocen o no comprenden la legislación nacional y se concentran en las legislaciones regionales. Los empleadores todavía “alquilan” brigadas policiales móviles o inclusive militares para proteger a sus empresas en caso de militantismo sindical. Hay en cambio algo positivo, disminuyó la cantidad de sindicalistas agredidos por delincuentes.

El mayor problema es el de las discriminaciones. Si una persona está afiliada a un sindicato es común que no se le renueve el contrato de trabajo. Sucede también que los empleadores cierren una empresa que tiene muchos afiliados sindicales y la vuelvan a abrir inmediatamente con otro nombre. En tal caso, solamente vuelven a contratar a los trabajadores que prefieren, es decir, los que no son militantes sindicales. Algunas empresas también tienen como política no tener más que un sindicato, el sindicato oficial existente desde que comenzara la empresa y del que procede la mayoría de los dirigentes.

Usted es miembro del Consejo General y del Buró Ejecutivo de la CSI. ¿Cómo piensa que evolucionará en el futuro el sindicalismo internacional?

Para los sindicatos internacionales, en este momento lo más importante es adoptar nuevas formas de sindicalizar a los trabajadores. Hasta ahora, nos contentábamos con protestar por la mayor flexibilidad que se les exige a los trabajadores, sin incorporar nuevos métodos de sindicalización para esos trabajadores que se mueven en un mercado laboral más flexible. Sería necesario reflexionar, llevar a cabo seminarios al respecto. Como dije con respecto a Indonesia, son “blancos” móviles, sindicalizarlos resulta difícil y caro. Se necesita por tanto una nueva estrategia adaptada a esa creciente flexibilidad que se traduce en traslados de empresas, precarización, subcontratación, etc. Pero el enfoque sindical siguió siendo el mismo que cuando los trabajadores tenían empleos permanentes.

Esa flexibilidad es nuestra realidad. Podemos seguir quejándonos de ella y considerándola el enemigo pero con eso no conseguiremos nada. Tenemos que pensar qué podemos hacer por los trabajadores que se empobrecen, que pierden su protección social y cuyo futuro es cada vez más incierto. Por nuestra parte, hemos instaurado esta estrategia de “2 euros por cada nuevo afiliado” pero quisiéramos conocer otras prácticas que exitosas, las lecciones que aprendieron otros para intentar poner coto al declive de los sindicatos.

Usted también es miembro adjunto del Consejo de Administración de la OIT. A pesar de sus esfuerzos, la comunidad internacional no consigue mejoras tangibles en la situación de Birmania, uno de los países donde se cometen más violaciones de los derechos fundamentales de los trabajadores. ¿Qué medidas sugiere para obtener mejores resultados?

Hay que examinar los mecanismos que se pueden aplicar para reforzar las sanciones. Por el momento, cuando un gobierno se comporta de tal manera, se inscribe en un programa especial, enviamos misiones para ponerlo en situación embarazosa... ¡pero a algunos países les traen sin cuidado estas llamadas de atención! Quizás se podría reforzar el papel de la OIT estableciendo una mayor colaboración con la Corte Internacional de Justicia en casos como el de Birmania. De lo contrario, es fácil prever la pena máxima que puede imponer la OIT, y a los dictadores no les asusta en absoluto.

Entrevista realizada por Samuel Grumiau



(1) Konfederasi Serikat Buruh Sejahtera Indonesia (Confederación de Sindicatos para la Prosperidad de Indonesia, www.ksbsi.or.id)

(2) Asociación de Naciones del Sudeste Asiático