Primer plano de Priscilla González (DWU – EE.UU.)

“Te puedo matar, y nadie lo sabría”

A partir del 29 de noviembre, las trabajadoras domésticas del Estado de Nueva York tendrán por fin unos derechos reconocidos tras la aprobación de una nueva ley que las protege específicamente. Esta victoria, una primicia en el territorio de los Estados Unidos, es el resultado de una larga batalla que ha llevado a cabo sobre todo el Domestic Workers United (DWU), un movimiento que reagrupa a más de 4.000 trabajadoras domésticas. Priscilla González, Directora del DWU, hace un análisis de este progreso.

¿Cuántas trabajadoras domésticas hay en Nueva York?

Las estimaciones son de más de 200.000 trabajadoras domésticas en la región metropolitana de Nueva York y más de 2,5 millones por todos los Estados Unidos. Pero son unas estimaciones muy imprecisas; nosotros creemos que hay muchas más, puesto que la demanda de este tipo de servicios continúa aumentando. Hemos constatado un desarrollo considerable de este sector en ciudades importantes como Nueva York, donde existe una gran desigualdad social y económica.

¿Todas esas trabajadoras son residentes legales?

No tenemos datos sobre el estatus de las trabajadoras domésticas porque la legislación laboral en los Estados Unidos se aplica a todo el mundo, esté o no en situación legal. Dicha legislación ha discriminado siempre a las trabajadoras domésticas, sea cual sea su estatus, una injusticia flagrante que sólo ha empezado a rectificarse después de la aprobación de la nueva ley en el Estado de Nueva York.

¿El Domestic Workers United puede considerarse como un sindicato?

En los Estados Unidos las trabajadoras domésticas no tienen derecho a sindicalizarse dado que están explícitamente excluidas de la ley sobre las relaciones de trabajo que garantiza a la mayoría de los demás trabajadores el derecho a sindicalizarse y a negociar colectivamente. La legislación no nos permite por tanto formar un sindicato, pero el DWU es lo más parecido a un sindicato: una organización dirigida por los trabajadores, para los trabajadores. Si pudiéramos, nos registraríamos como sindicato.

¿Cómo se explica esta exclusión de las trabajadoras domésticas de la ley sobre las relaciones de trabajo?

Se trata principalmente de una mano de obra inmigrante y de color, y existe una desvalorización histórica del trabajo de las mujeres, concretamente de las mujeres negras. La historia del trabajo doméstico en este país se remonta a la esclavitud: las esclavas africanas fueron las primeras trabajadoras domésticas de Estados Unidos. Esta concepción del lugar que ocupa y del valor que tiene el trabajo doméstico nunca ha sido verdaderamente corregida al alza.

Por otro lado, el trabajo doméstico está desvalorizado en función del género. El trabajo de los hombres es el que tiene tendencia a ser reconocido con respecto al de las mujeres. El trabajo doméstico se desarrolla en la esfera privada, y aunque esté remunerado no se respeta en absoluto. En los años 30, cuando se empezaron a aprobar en Estados Unidos las primeras leyes sobre el trabajo, un lobby muy poderoso localizado en el sur del país se negaba a que los americanos de origen africano, principalmente las trabajadoras domésticas y las trabajadoras agrícolas, pudieran tener la mínima oportunidad de afirmarse en la sociedad. En aquella época el movimiento sindical estaba dispuesto a hacer esa concesión a fin de poder conseguir otras ventajas, como la jornada laboral de ocho horas y otras leyes concernientes al trabajo. Era una concesión en beneficio de la mayoría de las masas, pero la exclusión se ha mantenido hasta la aprobación de la ley que entrará en vigor el 29 de noviembre en el Estado de Nueva York.

¿Qué es lo que la nueva ley va a cambiar concretamente?

La ley estipula un día de descanso semanal, un mínimo de tres días de descanso anuales después de un año de trabajo, la remuneración de las horas suplementarias para una mayor categoría de trabajadoras domésticas, una protección contra el acoso y la discriminación y un seguro en caso de accidente para las trabajadoras a tiempo parcial. La ley también invita al Ministerio de Trabajo a llevar a cabo un estudio sobre la viabilidad de una negociación colectiva en nuestro sector.

Esta ley histórica supone un gran paso hacia adelante en el reconocimiento de la existencia y de los derechos fundamentales de una mano de obra mantenida invisible durante demasiado tiempo. La organización de las trabajadoras domésticas, la gran coalición de apoyo que ésta ha generado y la campaña a favor de esta legislación han hecho posible esta victoria. Cuando el Gobernador del Estado de Nueva York firmó esta ley, reconoció la importancia de la lucha de las trabajadoras domésticas, las cuales “soñaron, planificaron y se organizaron” durante años, hasta que se corrigiera la injusticia.

¿Cómo se va a aplicar esta legislación dentro de los domicilios privados?

Estamos colaborando con el Ministerio de Trabajo del Estado de Nueva York con el fin de formar a sus investigadores sobre las realidades de nuestro sector: cuáles son sus dinámicas, las tácticas de escapatoria habituales que utilizan los empleadores, las condiciones a las que se enfrentan las trabajadoras domésticas cuando intentan negociar, etc. También organizamos campañas de educación de las masas para que los empleadores sepan cuáles son sus responsabilidades y para que las trabajadoras conozcan sus derechos.

A continuación vamos a llevar a cabo una campaña de sindicalización a gran escala. Vamos a formar a algunas de las trabajadoras domésticas que viven y trabajan en las zonas clave de la ciudad, para que actúen como nuestras intermediarias. Será una especia de red de respuesta rápida, basada parcialmente en el modelo de los delegados sindicales: una representante del DWU tendrá una perspectiva de lo que esté sucediendo en su zona, formará a las trabajadoras y las apoyará, y éstas podrán reaccionar rápidamente en caso de abuso. Cuando te encuentras aislada y encerrada a cal y canto, es difícil ofrecer algún tipo de resistencia; pero si sabes que hay una representante de tu organización en el mismo edificio que el de tu empleador, o cerca, te sentirás mucho más segura porque sabes que te apoyarán. Y tanto más si el empleador también lo sabe. De modo que nuestro objetivo no es trabajar a escondidas: es preciso que se sepa que hay personas que están al tanto de lo que está pasando.

La aplicación de la nueva ley sobre las trabajadoras domésticas requiere un esfuerzo en varios sentidos: la educación para todos, la organización de las trabajadoras domésticas en asociaciones o sindicatos, la supervisión de los empleadores.

¿Qué otras actividades lleva a cabo el DWU?

Dedicamos mucho tiempo al desarrollo de nuestra base de miembros. Para ello establecemos contacto con las trabajadoras allí donde se encuentren: en los terrenos de juego, en los parques, iglesias, estaciones, transportes públicos, etc. Nuestros miembros realizan este trabajo de forma voluntaria, antes o después de su trabajo. También tenemos dos empleadas encargadas del reclutamiento y de la coordinación de las acciones sobre el terreno.

Llevamos diez años manteniendo nuestras reuniones en el mismo sitio y a la misma hora, lo cual es importante puesto que se trata de una mano de obra que está de paso y que se encuentra sujeta a unas condiciones muy precarias; y de esta forma, si las trabajadoras pierden contacto con nosotros, siempre sabrán dónde encontrarnos.

También organizamos muchos programas educativos para que las trabajadoras domésticas puedan defenderse a sí mismas y defender a otras trabajadoras, y para que lleven a cabo campañas que conduzcan a cambios en su sector. Los cursos son de lo más variado: política económica, globalización, migración, historia del trabajo doméstico en Estados Unidos, cuestiones de género, técnicas de sindicalización, etc.

A través de nuestros cursos de formación las trabajadoras domésticas comprenden que tienen determinados derechos (ya tengan o no tengan papeles) y que tienen derecho a exigir la aplicación de los mismos. Reivindicamos juntos que el trabajo doméstico es una profesión como otra, digna del respeto de nuestra sociedad y de una protección por medio de la legislación. Toda la vida nos han dicho que se trata de un trabajo no cualificado, pero eso no es verdad: hace falta un cierto grado de cualificaciones, de experiencia y de conocimientos para cuidar de los niños y de las personas mayores y para llevar una casa en condiciones.

¿Apoyan ustedes también los casos particulares de las trabajadoras víctimas de violaciones?

Sí. Además de las campañas generales, como la campaña a favor de la aprobación de la nueva legislación neoyorquina, llevamos a cabo campañas para apoyar a las trabajadoras domésticas que intentan que se haga justicia después de haber sufrido graves formas de abuso y de explotación. Algunas han sufrido abusos sexuales, otras se han visto obligadas a vivir en cuevas, o a no recibir más que 3 dólares por hora (cuando el salario mínimo es de más de 7 dólares), etc. A veces organizamos manifestaciones delante de la casa o de la empresa del empleador y le denunciamos en los medios de comunicación a fin de advertir a sus vecinos y a sus colegas de lo que está haciendo y obligarle a que le pague a la trabajadora la debida compensación. Cuando entablamos acciones judiciales solicitamos a veces a algún abogado que se preste voluntario para defender a las trabajadoras domésticas. Hasta ahora hemos logrado recuperar en los tribunales cerca de 500.000 dólares en concepto de salarios impagados a trabajadoras domésticas.

¿Las explotaciones son más graves en el caso de las trabajadoras que viven en casa del empleador?

Las dos categorías de trabajadoras domésticas se enfrentan a diferentes formas de abuso y de explotación, pero se suele suponer que las que viven en casa del empleador han de estar disponibles las 24 horas del día, sin recibir ninguna compensación por ello. Además, cuando las que viven en casa del empleador pierden su empleo, pierden generalmente también su alojamiento. También se dan muchos casos de trata de trabajadoras domésticas a nivel internacional. Hace unos años, en Long Island, dos trabajadoras indonesias fueron torturadas y mantenidas durante muchos años en condiciones de esclavitud. Una de ellas logró escaparse y fue encontrada en la carretera llevando nada más que una toalla liada al cuerpo. Una miembro del DWU nos reveló que un día su empleador le dijo: “Te puedo matar, y nadie lo sabría”... ¡y desgraciadamente es verdad: en muchos casos nadie lo sabría! Te confiscan los documentos de identidad, no tienes acceso a un teléfono, estás encerrada en la casa... nadie sabe que estás allí.

¿Colaboran ustedes con el movimiento sindical americano o con otras organizaciones de la sociedad civil?

El DWU sigue intentando desarrollar alianzas y asociaciones estratégicas, porque estamos convencidos de que al unir nuestras luchas a las de los demás, creamos un movimiento más fuerte para terminar con la opresión y la explotación de cada uno. Los sindicatos que en los años 30 habían aceptado que las trabajadoras domésticas estuvieran desprotegidas, han comprendido que mejorar las condiciones de los trabajadores más marginados es algo en interés del movimiento sindical. En Nueva York hemos colaborado estrechamente con muchos tipos de sindicatos distintos para intentar hacer progresar los derechos de todos los trabajadores. Hay un sindicato muy unido al nuestro, que es el que organiza a los porteros de los edificios situados en las avenidas más selectas, los cuales saben quiénes son las trabajadoras domésticas en los edificios, y quiénes son los empleadores buenos y malos. Esta relación sindical se ha desarrollado por tanto a partir de las relaciones sobre el terreno. Y a través de la Alianza Nacional de Trabajadores Domésticos, a cuya creación contribuimos en 2007, estamos colaborando estrechamente con la AFL-CIO para la adopción de un Convenio de la OIT sobre el trabajo doméstico en 2011.

El DWU ha creado igualmente un diploma para las trabajadoras domésticas...

Hace nueve años que creamos el primer curso de cuidadora de niños de Nueva York, en asociación con el programa de estudios laborales de la Universidad de Cornell. Las trabajadoras reciben formaciones básicas sobre pediatría, psicología infantil, prevención de accidentes en el lugar de trabajo, primeros auxilios, técnicas de negociación, etc. Al finalizar el curso reciben un diploma de dicha universidad y del DWU, y pueden presentarlo en las entrevistas de trabajo o utilizarlo para negociar un aumento de sueldo. La Universidad de Cornell es una de las más prestigiosas de Estados Unidos, por lo que el hecho de obtener un diploma de su parte y de parte de una organización de trabajadoras domésticas genera un alto grado de credibilidad. La formación tiene lugar durante cuatro sábados, todo el día, a lo largo de un mes.

¿Cuáles son los riesgos del trabajo doméstico en materia de salud y seguridad?

Levantar objetos muy pesados, subirse a una escalera para limpiar candelabros, asomarse excesivamente por una ventana para limpiar los cristales por fuera, exponerse a productos químicos peligrosos, etc. Muchos empleadores quieren que la trabajadora utilice un cepillo de dientes para limpiar de rodillas los rincones de las habitaciones de su casa, lo cual es perjudicial para la espalda y las rodillas, además de ser sumamente humillante. Durante nuestros cursos de formación les explicamos cómo protegerse: utilizar guantes, aprender a leer las etiquetas de los productos de limpieza (y pedirle al empleador que compre otro producto),...

¿Se podría ir más lejos en la formación profesional de las trabajadoras domésticas?

Estamos desarrollando un programa de formación suplementaria, y nos gustaría ponerlo en marcha en 2011. Algunos empleadores pudientes son muy exigentes en cuanto al mantenimiento específico de determinados tejidos costosos u objetos de plata heredados de generación en generación, en cuanto a la forma de doblar la ropa, de colocar los cubiertos en la mesa, etc. La formación profesional sería útil para responder a estas exigencias. Creer que en la carrera de una trabajadora doméstica no se da ninguna evolución es una idea equivocada. Las cuidadoras de niños, las responsables del mantenimiento, las que cuidan a personas mayores, están entregadas a su trabajo. Nuestros miembros se sienten entusiasmados cuando tienen la oportunidad de desarrollar sus aptitudes o sus conocimientos.

¿Qué aconseja usted a aquellas trabajadoras domésticas a las que el empleador solicita realizar diversas tareas (limpieza, cocina, cuidado de los niños,...) que en realidad constituyen profesiones distintas?

El DWU organiza formaciones sobre la negociación. Apoyamos a las trabajadoras para que adquieran confianza, para que conozcan sus derechos. Las animamos sobre todo a que exijan cierto grado de claridad en la descripción del empleo que vayan a empezar a desempeñar. Muchas veces no se establece ningún acuerdo por escrito, y cuando la trabajadora empieza a trabajar se le incorpora toda una serie de tareas. Te pueden contratar para que te ocupes de un niño, y enseguida te ponen a hacer la limpieza y diferentes tareas para toda la familia... ¡pero tu salario no cambia!

Hemos publicado en nuestro sitio web un contrato de trabajo estándar que los empleadores y los trabajadores pueden imprimir. Muchos lo están utilizando. Si los empleadores no se consideran empleadores, y las trabajadoras se encuentran en una posición de vulnerabilidad porque necesitan el trabajo, no se llegan a mantener una conversación en condiciones sobre las expectativas por una parte y por otra. Por eso hemos elaborado un contrato como medio para entablar ese tipo de conversaciones y poner las cosas por escrito.

Establecer unas relaciones laborales normales no es siempre fácil en el marco de un domicilio privado...

Es preferible que exista una buena relación con el empleador, pero eso también puede hacer que los roles y las responsabilidades adquieran un carácter ambiguo. El razonamiento con respecto a la trabajadora doméstica que se encarga también del cuidado de los niños puede ser por ejemplo así: “Esta es Anita. La consideramos como un miembro más de la familia. La queremos mucho, así que si vuelvo a casa 20 minutos tarde no pasa nada, no voy a pagarle un suplemento... si me apuras podría hacerle un pequeño regalo.” Y este es el tipo de situación que se repite constantemente. La falta de normas, de directrices en lo concerniente a las responsabilidades del empleador hace que la posibilidad de que éste viole los derechos de una persona, en tanto que trabajadora, sea mayor.

El grado de intimidad en la relación entre el empleador y la trabajadora doméstica, vinculada al hecho de que el lugar de trabajo sea el domicilio privado del empleador, da lugar a que muchos empleadores no se consideren realmente como tales. Y todo ello crea un caldo de cultivo para explotaciones y abusos de todo tipo.

Si una trabajadora doméstica conoce sus derechos, pero su empleador no quiere saber nada al respecto, ¿qué le aconseja usted que haga?

En nuestros cursos de formación abordamos las negociaciones por medio de juegos de roles. Evidentemente no hay ninguna garantía: si te toca una persona abusiva no lo conseguirás, encima que casi siempre se trata de dos empleadores (dos cónyuges) contra una sola trabajadora. Por eso es tan importante que haya una ley al respecto, porque así será obligatorio todo lo que a una trabajadora le toca negociar por si misma. Hace falta apoyar a la trabajadora doméstica para que pueda negociar, para darle confianza en ese sentido pero, al mismo tiempo, también hay que hacer que el Gobierno asuma sus responsabilidades.

¿La adopción de un Convenio internacional de la OIT sobre el trabajo doméstico podría ayudar a las trabajadoras domésticas de Nueva York?

Los Estados Unidos no son demasiado entusiastas cuando se trata de observar las normas internacionales. El poder conseguir la ratificación de un Convenio sobre el trabajo doméstico sería una ayuda importante en nuestra lucha por la aprobación de una legislación nacional, ya que podríamos basarnos en los precedentes que constituyen las cláusulas del Convenio. Por otro lado, las normas internacionales encuentran a menudo su origen en una cultura de derechos humanos que cuesta implantar en Estados Unidos. Un Convenio de la OIT ratificado nos ofrecería una estupenda oportunidad para definir los derechos de los trabajadores como derechos humanos. Esto ampliaría el alcance de nuestro mensaje, de manera que muchos más habitantes de Estados Unidos podrían verse reflejados (así como sus valores) en estas luchas por la dignidad y la justicia, llevadas a cabo principalmente por migrantes y trabajadores con salarios bajos.

Entrevista realizada por Samuel Grumiau