Primer plano de Jehan Seleem Ahmed (Kurdistán iraquí, - KGWSU)

“Hay un lugar para las mujeres jóvenes que se atreven a expresarse en el sindicato”

Después de haberse beneficiado de los programas de formación del movimiento sindical internacional, Jehan Ahmed, de 24 años de edad, es actualmente encargada de formación en el sindicato kurdo KGWSU de la provincia de Dohuk. Como trabajadora del sector de los salones de belleza, pone de relieve la evolución positiva que está teniendo la imagen de los sindicatos entre los jóvenes trabajadores de su región.

¿Cuál fue el punto de partida de su compromiso sindical?

Soy activista desde hace tiempo. Comencé en 2003, con 19 años, cuando comprendí, como trabajadora que soy, lo que es tener dificultades en el trabajo y ese sentimiento de que nadie quiere defenderte, de que nadie se interesa por ti, sobre todo ni los empleadores ni las autoridades. En mi sector (los salones de belleza) el gobierno había puesto artificialmente los precios de los productos por las nubes, sin que se correspondieran con las realidades del mercado. Nadie tenía dinero para pagarlos tan caros, con lo que era imposible disponer de unos ingresos decentes y poder pagar salarios adecuados a los empleados cuando no conseguíamos ni pagar el alquiler del salón. Así que fui a la Administración Pública de la provincia de Dohuk, encargada del control de los precios, y me dijeron que no podían hacer nada porque eso estaba en manos del gobierno central. Por aquella época yo tenía 13 empleados que dependían de mí, y confieso que nunca se me habría ocurrido pensar en los sindicatos, pero al cabo del tiempo fui entendiendo que, en ese tipo de situación, eran los únicos que nos podían ayudar. Así que me dirigí al sindicato para preguntar sobre la relación entre la defensa de los precios y la defensa de los trabajadores y trabajadoras, de todas las mujeres que trabajaban en tiendas sin conseguir salir adelante.
Con el apoyo del sindicato fui a la Administración Pública de la provincia, cuyos delegados, por fortuna, acababan de ser nombrados y se encontraban por tanto en mejor disposición que sus predecesores. Les expuse el problema, insistiendo en el hecho de que su papel consiste en defender y proteger a la población. Nos escucharon a mí y a mis compañeros y el resultado fue que la ley sobre los precios fijos fue anulada. Desde entonces los salones de belleza han podido vender sus productos a precios que se adaptan al mercado.

¿Qué le aporta hoy en día el sindicato?

En el sindicato he adquirido muchos conocimientos y nuevas experiencias, como es el caso de todos los compañeros y compañeras que trabajan en mi salón y en otros salones de belleza y que también están afiliados al sindicato. Hay más de 80 salones y cada uno tiene como mínimo dos o tres empleados. Sólo en el sector de los salones de belleza privados se cuenta ya con 54 trabajadoras afiliadas al sindicato de Dohuk. Las mujeres de ese sector se enfrentan principalmente a dificultades en materia de protección social, salud e ingresos insuficientes. Hay muchos problemas que hace falta solucionar.

¿Qué saben los trabajadores y trabajadoras en Kurdistán sobre sus derechos?

Antes de 1991 nos encontrábamos bajo la dictadura de Saddam Hussein y estaba vigente la Ley 150 por la cual gran parte de los trabajadores estaban considerados funcionarios del Estado y tenían prohibida toda actividad sindical. Sin embargo, después de lograr la autonomía de Kurdistán, el gobierno kurdo tampoco llevó a cabo ninguna medida para hacer que los trabajadores y trabajadoras kurdos tomaran consciencia de sus derechos. Hay pendiente una enorme tarea de información y sensibilización.

¿Es entonces a partir de esta toma de consciencia que desembocó su actividad sindical en términos de formación de mujeres?

Cuando me afilié al sindicato en 2003, después de la caída de Bagdad, una vez lo hubimos discutido con otras compañeras del sindicato, decidimos organizar un taller sobre los derechos de las mujeres y establecer contacto con trabajadoras de diversos sectores. Durante estos años hemos organizado talleres en todas las ciudades, incluso en las más remotas de la provincia.
En 2004 participé en un primer seminario en Jordania, dentro del marco del proyecto sindical internacional sobre Iraq (*). En 2006 me hice profesora y responsable de la educación obrera del sindicato KGWSU tras haber participado en diversos seminarios organizados por el Centro de Solidaridad (*) en los cuales me enseñaron cómo transmitir un mensaje a las mujeres trabajadoras de Kurdistán. En este país hay un buen nivel de educación y no resulta difícil hacer entender a las trabajadoras las ventajas de la afiliación sindical. En otras regiones de Iraq es impensable que un marido permita a su mujer participar en un seminario en el extranjero, pero en nuestra zona la mentalidad está evolucionando.

¿Su compromiso sindical no le ha creado problemas con la gente de su entorno?

Estoy recién casada y mi marido me deja asistir a todos los seminarios en el extranjero, como el de aquí en Bruselas con ocasión de la misión europea, que nos ha brindado la oportunidad de participar en el Comité de la CSI para el Medio Oriente. Antes de casarme fui invitada por primera vez a un seminario en Jordania, y la reacción de mi novio, al igual que la de su familia, fue de intentar disuadirme. Pero finalmente mi entusiasmo les convenció y ahora la gente de mi entorno apoya afectuosamente los valores que defiendo a través de mi compromiso sindical. Es el caso de muchas compañeras cuyos maridos y familias están evolucionando también en este sentido positivo. Le puedo poner el ejemplo de una compañera embarazada, cuyo marido es de una región del centro de Iraq donde la cultura limita mucho la libertad de las mujeres; poco a poco, esta compañera empezó a participar en seminarios en Kurdistán y también en Amman en Jordania, nos invitó a su casa para que conociéramos a su familia, y desdé entonces está totalmente comprometida con el movimiento sindical. Los talleres de formación nos han ayudado mucho en este aspecto. Antes, a cualquier mujer que se afiliara a un sindicato se la señalaba con el dedo, pero ahora la imagen de los sindicatos es mucho más positiva.

¿Como mujer joven, se tiene que enfrentar a actitudes discriminatorias en el seno de su sindicato?

Dentro del sindicato no siento que haya discriminación alguna contra las mujeres. Si las mujeres son fuertes y se atreven a expresar sus puntos de vista, pueden tener su lugar en el sindicato, aún siendo jóvenes como yo.

Entrevista realizada por Natacha David



(*) La CSI apoya las actividades regulares de formación de los sindicalistas iraquíes organizadas por el Centro de Solidaridad de la AFL-CIO, en Iraq mismo y en Jordania. En varias ocasiones, la CSI, en colaboración con la OIT y otras organizaciones asociadas, ha condenado entre otras cosas los asesinatos y los graves episodios de violencia de los que han sido víctimas varios sindicalistas iraquíes. El movimiento sindical internacional sigue especialmente muy de cerca la cuestión de los últimos avances concernientes al Código Laboral de Iraq.

- Más información sobre las violaciones de los derechos sindicales en el capítulo dedicado a Iraqque aparece en el último Informe Anual de la CSI sobre violaciones de los derechos sindicales en el mundo.

- léase también la entrevista a Hashemiyya Muhsin Hussein (Iraq- GFIW), “Para una mujer iraquí, trabajar es cada vez más peligroso”