Primer plano de Irakli Petriashvili (GTUC- Georgia)

“El nuevo código laboral sólo ayuda a los oligarcas”

Mientras que el gobierno de Georgia ha creado un entorno propicio al capitalismo salvaje, el movimiento sindical se moderniza para sobrevivir y mejorar su imagen. Irakli Petriashvili, Presidente de la Confederación de Sindicatos de Georgia GTUC (1), hace un balance de esta evolución.

¿Cuáles son hoy día las fuerzas vivas de GTUC?

La Confederación GTUC cuenta con 330.000 afiliados, cuyo 57% son mujeres. Esa cifra representa alrededor de la mitad de la mano de obra asalariada con contrato (del 1,7 millón de trabajadores de forman la población activa, 1,1 millón tienen su actividad en la economía informal). Un 27,7% de nuestros miembros son jóvenes menores de 35 años, en comparación con apenas un 9% en 2004. Esta renovación se debe, en particular, a los numerosos seminarios y formaciones donde explicamos lo que era la GTUC antes, y lo que queremos hacer ahora. Practicamos una política de apertura a los jóvenes. Así, en los seminarios de GTUC, pedimos que un 90% de los participantes sean jóvenes. La renovación también se aplica a los dirigentes. De nuestras 26 federaciones, 7 son dirigidas por vicepresidentes menores de 35 años.

La GTUC reforma progresivamente su manera de trabajar para aproximarse al sindicalismo moderno. ¿En qué etapa se encuentran?

Se pueden hacer todas las reformas posibles, pero cambiar las mentalidades sigue siendo difícil. Permanecimos mucho tiempo bajo la férula de la URSS, y mucha gente todavía reflexiona como en aquella época. Lo mismo ocurre a nivel sindical: muchos no saben lo que es un verdadero sindicato, siguen pensando que se trata de una especie de dependencia del gobierno, como bajo el período soviético, cuando los dirigentes de GTUC intentaban mantener una relación cercana con los gobernantes en vez de estar cerca de los trabajadores. Esa voluntad de estar cerca del poder subsiste actualmente en algunos sindicalistas, lo que no mejora nuestra imagen entre la población. Nosotros pensamos por el contrario que un dirigente sindical no debe mantener una relación estrecha con el gobierno ni con los empleadores, de lo contrario le será difícil expresar una opinión diferente a la de ellos. Un verdadero sindicato se construye a partir de las bases, de abajo para arriba. Estar muy próximo al poder o a los empleadores vuelve perezosos a los sindicatos. Ver a los sindicalistas tomar las decisiones en compañía de un empleador sólo puede empañar su imagen ante la sociedad.

Hace poco participé en una emisión televisada dónde los telespectadores podían formular sus preguntas en directo. Mientras yo denunciaba todos los problemas causados por el nuevo código laboral, una señora llamó para decir que en su opinión, ése no era el tipo de cuestiones de las que debería ocuparse la GTUC, ¡sino que más bien deberíamos ofrecer como antes vacaciones a bajo precio en los sanatorios! Luchamos para cambiar esta mentalidad.

¿Qué acciones lleva a cabo la GTUC para mejorar su imagen?

En primer lugar adaptamos nuestros Estatutos para hacer nuestra gestión muy transparente y democratizar la elección de los dirigentes. También hicimos limpieza entre nuestras federaciones: antes, algunas federaciones sólo tenían miembros sobre el papel, pero pese a ello enviaban representantes a los congresos de la GTUC. Éstos votaban en favor de dirigentes de la GTUC que, a cambio, no ponían en entredicho a estas federaciones fantasma. A través de toda una serie de fusiones, pasamos de 34 a 23 federaciones, luego otras 3 se unieron a nosotros. Este proceso de racionalización no ha terminado, por ejemplo, prevemos fusionar las 6 federaciones que representan el sector del transporte.

Por otra parte creamos tres oficinas regionales a Tskhinvali (Osetia del Sur), Batumi (Adjaria) y Rustavi. En Tiflis, la capital, mucha gente conoce los sindicatos y está al corriente de nuestras actividades. No es así en las demás regiones, y en el futuro esperamos abrir otras oficinas descentralizadas.

Nuestra imagen mejora también gracias a nuestras actuaciones públicas, nuestras manifestaciones. Gran número de georgianos no sabían que el deber de la GTUC era luchar por conquistas tales como los salarios, los permisos de maternidad, etc. Nuestras acciones ponen de manifiesto que nuestra preocupación es obtener ventajas para los trabajadores. Junto a las grandes manifestaciones, organizamos acciones “más teatrales”. Así, cuando protestábamos contra una ley que implicaba imponer los mismos horarios de trabajo para los trabajadores y las trabajadoras, incluso cuando éstas tienen hijos de corta edad, difundimos por altavoces llantos de bebé ante los Ministerios de Salud y Trabajo.

¿La GTUC consigue hacer pasar sus mensajes en los medios de comunicación georgianos?

Mantenemos buenas relaciones con los periodistas, pero no siempre redunda en el interés de sus empleadores dejarlos escribir o hablar sobre los temas que abordamos, como los problemas causados por los contratos a corto plazo o los salarios pagados en negro. Para evitar la autocensura de los propietarios de los medios de comunicación, recurrimos a manifestaciones espectaculares. Así, en el caso de la fábrica de cerveza Kazbegi, cuya dirección había despedido a nuestros militantes, llevamos grandes cubos de basura metálicos a una rueda de prensa, y vertimos cerveza en estos cubos de basura al tiempo que pedíamos el boicot de esta marca. Utilizamos imágenes fuertes diciendo que esta cerveza olía al sudor de los trabajadores. No lograríamos hacer pasar nuestro mensaje en la prensa si no utilizáramos estas técnicas espectaculares.

Otro ejemplo, en 2007, cuando el gobierno decidió imponer una reducción importante al salario de las trabajadoras que se encontraban de baja por maternidad. Movilizamos mujeres que se plantaron ante el Parlamento llevando coles, con un mensaje que rezaba “los niños no nacen en las coles”. Este ataque contra el permiso de maternidad puede tener consecuencias muy graves para la sociedad: por una parte, las parejas dudarán más todavía antes de concebir un hijo, lo que planteará problemas demográficos. Por otra parte, algunas trabajadoras dudan en tomar la totalidad de su permiso de maternidad y trabajan hasta el noveno mes, incluso cuando efectúan trabajos pesados. Esta situación puede causar problemas de salud tanto para el bebé como para la madre.

El gobierno hace todo lo posible por seducir a los inversores, aunque sacrifique los derechos fundamentales de los trabajadores...

El gobierno georgiano establece una política neoliberal extremosa. Para los dirigentes georgianos, el mercado es un dios, no deben tener en cuenta lo que quiere la gente, sino lo que quiere el mercado. Quieren imitar lo que pasa en Estados Unidos y en la Unión Europea, pero olvidan que incluso en estos países, sigue habiendo mecanismos de protección social, mientras que en Georgia han dejado de existir. La prueba es el código laboral aprobado en 2006, que sólo ayuda a los oligarcas, no a la gente que reflexiona a largo plazo. Al aprobar este código del trabajo, el objetivo del gobierno era atraer a los inversores, dar un gran impulso a la economía, pero se trata de un crecimiento que no ofrece nuevos empleos decentes. Si algunos hombres de negocios pueden aprovecharse de esta política para ganar mucho dinero en poco tiempo, la condición social de la población se estanca o se deteriora.

La imagen del oligarca hace pensar en la de inversores mafiosos dispuestos a todo con tal de ganar rápidamente cantidades astronómicas. ¿Sigue siendo así actualmente?

Tenemos por aquí una expresión que dice: “No me preguntes cómo gané mi primer millón, y te diré todo sobre los demás millones”. En países como Georgia, Ucrania, Rusia y otros, muchos se volvieron rápidamente millonarios en los años que siguieron el final de la URSS. Antes, la legislación georgiana protegía a los trabajadores, y algunos empleadores utilizaban medios delictuosos para esquivarla. Ya no necesitan hacerlo, puesto que la legislación ahora está completamente a su favor.

¿Cuáles son las consecuencias de la aprobación en 2006 de este código laboral ultraliberal?

Un empleador puede ahora despedir a un trabajador en cualquier momento, sin tener que dar la menor justificación. Por tanto, ahora son posibles los despidos a raíz de una actividad sindical, por pertenecer a un credo religioso, por negarse a aceptar el acoso sexual o por cualquier otra razón. El código laboral no autoriza explícitamente los despidos por estos motivos, pero tampoco los prohíbe. Perdimos alrededor de 20.000 miembros debido al acoso y a los despidos facilitados por este código laboral, pero en total, no cabe duda que atrajimos aún más: los trabajadores comprenden que deben hacer frente común si quieren defender sus derechos, ya que no pueden contar con el gobierno para protegerlos. Constatan que, aunque nuestros esfuerzos no siempre tengan éxito, no abandonamos nunca la defensa de los trabajadores y las trabajadoras.

El nuevo código también implicó una deterioración de las condiciones de trabajo y una reducción del número de empleos. Por ejemplo, antes de 2006, las horas extraordinarias se pagaban al doble del salario normal. El código actual se limita a precisar que esta remuneración de las horas extraordinarias no puede ser inferior a la de las horas normales. De este modo, algunos empleadores hacen que sus asalariados trabajen 60 horas por semana en vez de las 41 horas previstas. Si estos trabajadores hubieran podido limitarse a cumplir su tiempo de trabajo normal, el empleador habría tenido que contratar trabajadores adicionales.

¿Se consultó a los interlocutores sociales antes de la aprobación de este código laboral?

Cuando el código no era todavía más que un proyecto, llegamos a convencer a la asociación de empleadores de que se trataba de una evolución negativa, que los empleadores ciertamente ganarían más dinero a corto plazo, pero que a largo plazo, se iba derecho a la bancarrota. Tanto el movimiento sindical como la asociación de empleadores advirtió al gobierno sobre los riesgos de desestabilización que acarrearía la aprobación de ese código. El gobierno no hizo el menor caso, seguramente porque carece de experiencia, y porque algunas instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial lo empujaban en este sentido.

En noviembre de 2007, los medios de comunicación del mundo entero retransmitieron las grandes manifestaciones organizadas por los partidos de oposición y la violenta represión por parte de las fuerzas del orden. ¿Cabe imaginar que los miles de manifestantes estaban más motivados por la situación económica que por razones políticas?

Totalmente de acuerdo. Los partidos de la oposición clamaban alto y fuerte que los manifestantes los sostenían en sus pretensiones políticas, pero la gran mayoría de ellos quería denunciar los problemas económicos que viven a diario. Estos manifestantes quedaron decepcionados: ningún político denunció la explotación de que son víctimas los trabajadores, los despidos facilitados por el nuevo código laboral, los salarios indecentes, etc. Así, algunos de estos trabajadores acudieron a la Confederación GTUC en busca de ayuda. Es lo que ocurrió con los periodistas y los trabajadores por cuenta propia en los mercados. A finales de 2007, se creó así un sindicato de trabajadores por cuenta propia.

¿Participó la GTUC en esas manifestaciones de noviembre de 2007?

No. Naturalmente, denunciamos la represión violenta, pero no queríamos asociarnos a las manifestaciones, ya que tenían un objetivo político. Varios partidos de oposición que participaron en estas manifestaciones tienen una opinión todavía más desfavorable para los trabajadores que la del gobierno. Los oligarcas están a la cabeza de algunos de estos partidos, y no compartimos realmente el mismo proyecto de sociedad. No se opusieron en ningún caso a las reformas ultraliberales del gobierno, antes al contrario.

Entrevista realizada por Samuel Grumiau



(1) Georgian Trade Unions Confederation

- Léase también Georgia: el código laboral destroza los derechos fundamentales