Primer plano de Fatou Bintou Yaffa (CNTS-Senegal)

« La formación es un objetivo prioritario que permite mejorar la situación de las trabajadoras del servicio doméstico »

Presidenta del Comité de las Mujeres y secretaria general adjunta de la CNTS, Fatou Bintou Yaffa nos explica la estrategia de sindicalización de las trabajadoras del sector informal que ha adoptado la CNTS y solicita apoyo para el proyecto de creación de un centro de formación de trabajadoras domésticas que permitirá también luchar contra la trata de personas, que afecta especialmente a las empleadas domésticas.

¿Cómo inició sus actividades sindicales?

En 1984, al concluir mi formación, el director de la escuela donde trabajaba como maestra nos incitó a mí y a mis nuevas colegas a llenar un formulario de afiliación al sindicato. Como siempre me hacía muchas preguntas, me dijeron: "algún día serás dirigente sindical". Éramos varios jóvenes muy entusiastas. El Secretario general era ya mayor y había cumplido cuatro mandatos al frente del sindicato. Mis compañeras me animaron y, en 1996, me eligieron miembro del consejo ejecutivo del Sindicato Nacional de Profesores de la Enseñanza Primaria. En 1999, me eligieron tesorera nacional y, en 2001, secretaria confederal encargada de las cuestiones de las mujeres. En 2006, me convertí en presidenta del Comité Nacional de Mujeres de la CNTS y secretaria general adjunta a nivel confederal.

¿Cuál ha sido el objetivo fundamental que ha inspirado su lucha?

La democracia. Durante todos los años de lucha, siempre he concedido una gran importancia a la concertación, al diálogo y la democratización de la vida sindical. La organización del sector informal es una labor que considero esencial y que es, por cierto, una de las prioridades del Comité de las Mujeres de la CNTS. Desde principios de 2004, hemos realizado grandes esfuerzos para dedicar la debida atención a la cuestión de la economía informal, para organizarla y estructurarla, centrándonos en las vendedoras ambulantes y en las mujeres que se dedican a actividades como la tintorería, la transformación de cereales y jugos, la limpieza y venta de pescado al mayoreo en el puerto, la venta en las estaciones de autobuses y, más recientemente, el trabajo doméstico. Con medios, por desgracia, muy limitados hemos organizado visitas al terreno, tratando de cubrir el mayor número de regiones. Los resultados son patentes: una vendedora ambulante originaria de Guinea Bissau, acaba de postular para un puesto en la Cámara de Oficios de Fatick. Cuenta con un fuerte apoyo de varios sectores económicos. Es una experiencia muy positiva y esperamos que las mujeres de la economía informal se den cuenta de que la capacitación les permite acceder a puestos de responsabilidad que nunca hubieran imaginado alcanzar. Si es elegida, compartirá responsabilidades con importantes empresarios que ganan mucho más que ella, pero tendrá voz y voto en las reuniones. Constituirá un avance muy significativo que tendrá una gran resonancia mediática en todo Senegal.

¿Qué estrategia ha puesto en marcha para organizar al sector informal?

El sector informal es un sector difícil y muy vasto. Elaboramos una estrategia de capacitación de personas de contacto. Entre las vendedoras ambulantes había una mujer a la que ofrecimos capacitación y que había tenido un empleo formal, pero que lo había perdido y había entrado en el sector informal. Sucedió lo mismo con una mujer tintorera que antes había tenido también un empleo formal. Entre las limpiadoras de pescado observamos que había mujeres muy dinámicas. Por lo que se refiere a los grupos de interés económico, les explicamos que afiliarse a un sindicato podía hacer avanzar sus reivindicaciones. Las lavanderas, que no tienen dónde alojarse, duermen en la calle y cada vez que acuden a una reunión traen a cinco o a seis nuevas mujeres, por lo que es importante trabajar en la creación de una estructura de personas de contacto.

¿Ofrecen también servicios concretos?

En principio, el sindicato no tiene nada que dar. Nuestra tarea primordial es ayudar a esas mujeres a que puedan protegerse y defender sus derechos, aunque también tratamos de ofrecerles servicios concretos. Hemos trabajado con las mujeres discapacitadas para lanzar una mutua de crédito que les permitió crear un taller de costura. Llevamos a cabo el mismo tipo de proyecto con las mujeres tintoreras o las que procesan los cereales, ofreciendo crédito sin intereses. Es una pequeña ayuda inicial que les permite comenzar su actividad y también pagar sus cuotas sindicales con más facilidad. Tenemos cinco grupos de mujeres beneficiarias, lo que representa una veintena de mujeres pero, como comparten las ganancias derivadas del crédito con muchas otras mujeres, en total son unas cien mujeres las que se benefician del proyecto. Lanzamos también una red de mutuas de salud con un primer proyecto piloto, con apoyo financiero del Secretario general de la CNTS. Es un proyecto preliminar que tiene por objeto crear una red que cubra todo el país (1).

¿Cuáles son los resultados obtenidos en términos de afiliaciones de trabajadoras del sector informal?

De 3.000, pasamos a 11.000 tarjetas de afiliación de las limpiadoras de pescado y trabajadoras domésticas. Es una labor gigantesca y se avanza paso a paso. Las mujeres plantearon la cuestión del costo, demasiado elevado, de la cuota sindical. De 6.000 francos CFA, disminuimos la cuota a 2.400/por año para demostrarles que queríamos ayudarlas a conseguir su carné de afiliación al sindicato, del que están muy orgullosas. Están muy motivadas. Son ellas las que contribuyeron a que fuera elegida secretaria general adjunta en el comité confederal. Pedimos que se adopte esa misma política en todos los sindicatos miembros de la confederación para que haya una auténtica sinergia entre hombres y mujeres a nivel de la dirección de los sindicatos. Por ejemplo, el secretario general del sindicato de transportistas fue incitado por su secretaria general ajunta a sindicalizar a las mujeres que trabajan en las estaciones de autobuses (principalmente en los pequeños comercios alimentarios) y ahora el sindicato es más fuerte gracias a la afiliación de muchas de esas trabajadoras.

¿Qué función desempeña el comité de las mujeres?

La existencia de un Comité de las Mujeres ha creado una dinámica que contribuye a potenciar el liderazgo de las mujeres y a cambiar la imagen de los sindicatos, mostrando que las mujeres tienen un gran poder de iniciativa. Hemos también pedido que se haga una relectura de los estatutos de la CNTS desde una óptica de género. Tenemos que lograr que se nos escuche, pero junto con los hombres, para avanzar todos juntos. Las mujeres han logrado encontrar su lugar. Incluso los más viejos que se resistían ahora nos apoyan. Les hemos explicado que no somos sus enemigos, que queremos participar y aprender. Los hombres de aquí no tienen la costumbre de negociar con las mujeres. Algunos se sorprenden y a veces eso permite obtener resultados más ventajosos. Pese a que cuenta con medios muy limitados, el Comité de las Mujeres basa su legitimidad en el hecho de que sus integrantes son elegidas por otras mujeres; eso las incita a entregarse cuerpo y alma a su mandato. Si bien en 2008 la presencia de mujeres durante la Jornada Mundial por el Trabajo Decente del 7 de octubre fue ya notable, su participación fue también muy visible en la Jornada Mundial de 2009, que se dedicó a las trabajadoras domésticas.

¿Cómo comenzó su labor con las trabajadoras domésticas?

Durante un viaje a los Países Bajos pude darme cuenta de cómo funcionaba el servicio doméstico en las casas en ese país, donde ese trabajo es pagado a 10 euros la hora. De regreso en mi país hablé de ello con el Secretario general, Mody Guiro, quien me dijo que él también estaba pensando en integrar esa temática en el marco del trabajo decente. Primero realizamos un trabajo de investigación en el terreno para darnos cuenta de la situación y buscar la manera de ayudar, informar e instruir a las empleadas domésticas. La labor de organización comenzó realmente en 2008.

Esas mujeres vienen de las zonas rurales más pobres y hay una minoría de migrantes procedentes de países extranjeros. Por otra parte, hay muchas trabajadoras domésticas senegalesas que van a trabajar en el extranjero. Las zonas de Dakar, Thiès y M’Bour son las que tienen una mayor presencia de trabajo doméstico. Nos pusimos en contacto con el sindicato de trabajadores del hogar afiliado a la CNTS, que reúne todos los oficios del hogar, como los choferes o los jardineros, que no están protegidos por la seguridad social. Está también el sindicato de los « Fatou » que agrupa a un centenar de empleadas domésticas que trabajan para expatriados y que está integrado en el sindicato de las fuerzas armadas francesas. Estas mujeres tienen seguridad social pero se enfrentan a una gran precariedad de empleo debido a la movilidad de los expatriados.

¿Cuáles son las principales dificultades a que se enfrentan las trabajadoras domésticas?

La vivienda, los salarios, la cobertura de salud, la falta de respeto. Viven hasta diez mujeres en una habitación. Su salario es tan bajo que después de pagar su elevado alquiler y haber enviado dinero para la familia en el pueblo, apenas logran sobrevivir. Su situación es especialmente difícil en el momento de su llegada. Si se les ofrece un lugar donde dormir en la casa es generalmente para explotarlas más y en muchos casos son también víctimas de abusos sexuales. Se producen violaciones y las mujeres se ven obligadas a huir embarazadas. Los salarios varían entre 5.000 CFA por mes (menos de 10 euros) para las más jóvenes que se ocupan de los niños y 30.000CFA por mes para las mujeres más experimentadas que se ocupan de todo, la cocina, la limpieza, los niños. Se enfrentan también a problemas en materia de salud. Necesitan una mutua de salud. Conozco a una mujer, Fatou, que cuando viene a nuestras reuniones, se ve enseguida que sufre fuertes dolores en la espalda, pero no puede tomar una licencia de enfermedad para descansar ni pagar un tratamiento médico.

¿Hay casos de trata y de trabajo forzoso?

La gente no se atreve a decirlo, por las costumbres y la mentalidad. Hay mujeres que nunca reconocerán que fueron enviadas, por así decir, «de vacaciones » por la familia, y luego descubrieron que en realidad iban a hacer trabajo doméstico. Esa situación tiene un nombre, aunque no se diga: tráfico. Es trabajo a cambio de un poco de comida y sólo un poco de dinero para enviar a la familia en el pueblo. En la ciudad se oye muchas veces a las mujeres decir que van a ir al pueblo a buscar a nuevas chicas, que a menudo no tienen más de 14 o 18 años. Porque cuando son mayores ya no aceptan ese trabajo con tanta facilidad, prefiriendo por ejemplo trabajar como lavanderas para tener un poco más de libertad, aunque también para ellas la vida es muy difícil.

¿De qué instrumentos jurídicos disponen para defenderlas?

Si notificamos a la inspección laboral que un menor trabaja como trabajador doméstico, no se hace nada. No hay medios jurídicos adecuados. Por ello, es muy importante el combate legislativo. Es preciso lograr un estatuto reconocido a nivel nacional y una convención internacional que cubra específicamente a las trabajadoras domésticas.

¿Por qué insiste en la necesidad de que haya un sindicato reservado especialmente a las trabajadoras domésticas?

Insistimos en que haya un sindicato que se ocupe específicamente de las trabajadoras domésticas porque aquí en Senegal sólo las mujeres se dedican al trabajo doméstico. Los hombres se ocupan de otros trabajos en la casa claramente mejor pagados (jardinería, seguridad, etc.). Esas mujeres tienen dificultades específicas. Organizamos una campaña para sindicalizarlas. Algunas jóvenes trabajadoras domésticas han cursado el bachillerato y es necesario integrarlas y valorizar sus capacidades. En cada seminario de capacitación nos aseguramos que haya representantes del sector informal y por lo menos una o dos de las trabajadoras domésticas, para capacitarlas progresivamente. Es importante también adaptarse a sus limitaciones. Por ejemplo, yo me reúno con ellas el domingo, porque les es imposible liberarse cualquier otro día sin arriesgarse a perder su empleo. Por ello, las actividades de la Jornada del 7 de octubre se organizaron por la tarde después de su trabajo. En esa Jornada también participaron mujeres de las ONG y de la sociedad civil. Logramos movilizarlas y ahora entienden mejor el eslogan del trabajo decente y nos piden que las ayudemos en su trabajo de investigación. También invitamos a representantes del Ministerio de la Mujer. Realizamos una campaña de carteles y a las 16.00 horas, después de su jornada de trabajo, vinieron y tomaron la palabra para explicar su situación.

Muchos sindicalistas son también empleadores de trabajadoras domésticas. ¿Ha evolucionado la mentalidad en ese sentido?

Las mentalidades empiezan a cambiar. Después de haber desfilado junto a las trabajadoras domésticas, las mujeres del sector formal afirman que han comprendido la situación y que cambiarán su actitud y comportamiento. Volviendo del desfile, una de ellas me dijo « mi sirvienta ya no dormirá en el suelo de la cocina, le pondré un colchón en el salón… ». Los hombres también dicen a sus esposas « ¡ya basta. No puedes tratar a la sirvienta de esa manera! ». Se observa una mayor conciencia y un mayor respeto.

¿Nos podría hablar de su proyecto de centro de formación para trabajadoras domésticas?

La capacitación es la clave de todo. Es la base de toda acción duradera. Tenemos el proyecto de lanzar en 2010 dos centros de capacitación en Dakar y a la salida de Dakar, en una zona de cruce de caminos. El objetivo es ayudar a esas mujeres a mejorar su nivel de calificación (por ejemplo en cocina, cuidados de niños y ancianos, limpieza, etc.), ya que si están más calificadas podrán exigir más respeto y mejores salarios con más facilidad. A veces es preciso aprender todos los gajes del oficio: algunos empleadores se quejan de que las jóvenes llegan de las zonas rurales sin saber hacer nada, que les toma tiempo formarlas y que después reivindican. Algunas tienen miedo de que al pedir un aumento de salario su patrón las despida. Cuando hablé de ello con las trabajadoras, acogieron la idea con mucho entusiasmo ya que son conscientes de que necesitan capacitación. Algunas veces necesitan aprender cosas tan sencillas como cerrar las puertas, ¡porque en los pueblos las casas no tienen puertas! En el centro, realizaremos también actividades complementarias abiertas al público (restauración, tintorería, costura, etc.) que generen ingresos. La ayuda para acceder al microcrédito permitiría el desarrollo de actividades complementarias remuneradas.

¿Qué tipo de ayuda necesita para concretar ese proyecto de centro de capacitación?

La UNESCO nos prometió ayuda para equipar el edificio y una ONG holandesa podría ayudarnos con la construcción. Pero nos hace falta más ayuda, sobre todo para encontrar un terreno. Esperamos obtener ayuda del Ministerio de la Mujer al que sometimos una solicitud de ayuda. Querríamos también entrar en contacto con centros similares en otros países, intercambiar experiencias y vincular nuestra acción con el tema de la migración y la lucha contra el trabajo forzoso y el tráfico de seres humanos. Los senegaleses van a trabajar como personal doméstico a varios países, como Mauritania, Malí, Marruecos, España, Francia, Líbano… ese centro nos permitirá informarlos/las sobre sus derechos y formarlos/as antes de su salida (2).

Entrevista realizada por Natacha David


(1) Véase la entrevista de N’diouga Wade (CNTS-Senegal) « Ante la tragedia de la migración clandestina es preciso informar y ofrecer alternativas de empleo »

(2) Véase la entrevista de Moulkheiry Sidiel Moustapha ( CGTM- Mauritania) « Combatir el silencio y la impunidad para ayudar a las trabajadoras migrantes del servicio doméstico »

- Véase también la versión íntegra del reportaje sobre el proyecto sindical bilateral relativo a los migrantes entre Mauritania y Senegal que muestra testimonios de trabajadoras domésticas, Mauritania-Senegal: Defender los derechos de los migrantes (16 páginas)