Primer Plano de Constantina Kuneva (Grecia – PEKOP)

“Recibo amenazas de muerte”

El 22 de diciembre, Constantina Kuneva, trabajadora de origen búlgaro, fue víctima de una agresión con ácido sulfúrico. Está gravemente herida y sigue hospitalizada en una unidad de cuidados intensivos en Atenas. Ha perdido la vista en un ojo y el uso de las cuerdas vocales pero, afortunadamente, hoy se encuentra en condiciones de comunicarse por escrito. La CSI pide justicia respecto a esta infame agresión (1).
Secretaria General del sindicato del sector de la limpieza de la región de Atenas PEKOP (2), unas semanas antes de perpetrarse esta abominable agresión, Constantina Kuneva había revelado que se sentía seriamente amenazada a causa de sus actividades sindicales. En esta entrevista realizada por la CSI a finales de noviembre, denunciaba además los salarios miserables y las condiciones de trabajo tan difíciles que caracterizan a dicho sector, en el que 80% de los trabajadores son migrantes y una proporción considerable son mujeres.

¿Cómo estableció contacto con el sindicato?

Hace siete años y medio que vivo y trabajo en Grecia, y algo más de seis años que me afilié a un sindicato. No fue tarea fácil, me pasé un año buscando. Y en un principio no lo hice por activismo sino simplemente porque soy búlgara y en mi país todos los trabajadores son miembros de sindicatos. Históricamente funcionan como una especie de administración, de agencia de trabajo donde se hacen cargo de todos los trabajadores, donde se hicieron cargo de mí. Cuando era joven trabajé en una fábrica de productos químicos y estuve sindicalizada. Después fui a la universidad – soy licenciada en historia del arte y arqueología. Por aquel entonces no tenía “consciencia sindical” en el sentido que se le da aquí en Grecia, a pesar de que en el curso escolar búlgaro teníamos una asignatura obligatoria sobre los derechos del trabajo, es decir que antes de empezar a trabajar ya sabíamos lo que significaba sindicato, convenio colectivo, etc. Antes de emigrar me dediqué a informarme sobre la legislación laboral en Grecia y me di cuenta de que las protecciones con las que contábamos en Bulgaria, a pesar de todas las dificultades a las que nos enfrentábamos, quedaban lejos de estar garantizadas en Grecia. Además, como extranjera, nada era sencillo. Terminé por dirigirme al Ministerio de Trabajo y es allí donde me aconsejaron que acudiera a una organización activa en mi sector.

¿Cual fue su trayectoria antes de que la contrataran en el sector de la limpieza?

Al principio obtuve un visado válido por unos meses. Mi primer objetivo era conseguir que mi hijo, que sufre de graves problemas cardíacos, pudiera ser operado en buenas condiciones. Y lo logré. A continuación, en 2001, el gobierno procedió a llevar a cabo una campaña de regularización de los ‘sin papeles’, con la cual nos beneficiamos. Empecé como empleada en un supermercado, después trabajé por las noches en una farmacia y desde hace unos años soy trabajadora de OIKOMET, una empresa de limpieza industrial.
Gano poco más de 600 euros al mes.

¿Por qué se volvió delegada sindical?

Me afilié en 2002, y en 2004 fui elegida delegada sindical y reelegida dos veces desde entonces. Defendemos los derechos de más de 1.000 trabajadores, de los cuales varias decenas no están siquiera declarados.
Mi gran satisfacción es sentirme útil para con mis colegas de trabajo, víctimas de la discriminación y de ser “nada y menos”.
En estos tres o cuatro años hemos ganado varias batallas, incluso si sólo se trata esencialmente de obligar a los empleadores a respetar las reglas mínimas de la legislación laboral. Solamente en la región Ática (Atenas, El Pireo y alrededores) hay cerca de 100.000 personas involucradas, a las que defender, a las que sindicalizar: unas 40.000 del sector de la limpieza industrial y unas 60.000 que trabajan en el sector del cuidado del hogar.

¿Cuales son sus condiciones de trabajo?

Peligrosas y duras. Estamos en contacto permanente con productos químicos, sustancias cancerígenas; no nos proporcionan el equipo adecuado; los trabajadores se ven obligados a comprarse ellos mismos guantes protectores, porque si no, les toca trabajar con guantes rotos. ¿Ves?, tengo problemas dermatológicos en la cara...
Además no contamos con el apoyo que deberíamos tener por parte de las autoridades, los mecanismos de inspección no funcionan a nuestro favor y las autoridades están del lado de la patronal. Trabajamos solos.

¿Con qué obstáculos se encuentra a la hora de desarrollar la organización sindical?

Tenemos 1.000 afiliados, que no es mucho, pero nos toca enfrentarnos a una especie de terrorismo por parte de los empleadores. Aquí, cada vez que hay elecciones, hay un representante del empleador que toma nota de todo: quién entra, quién sale, etc. Tengo colegas con los que normalmente mantengo lazos de amistad, que no se atreven a hablarme ni saludarme por miedo a que alguien de la dirección nos vea. Con mucha frecuencia, a lo largo de estos últimos meses, se están despidiendo a trabajadores sin dar ninguna razón, de manera completamente arbitraria. Está claro que nuestro empleador nos ha declarado la guerra después de varios éxitos en justicia de nuestros miembros.

Personalmente, ¿con qué problemas se encuentra debido a su implicación sindical?

Llevo meses pidiendo en vano que me cambien de horario, pero el empleador se ha negado en todas las ocasiones. Incluso he dado parte a la Inspección del Trabajo y al Tribunal Laboral. Al final para nada. Trabajo 30 horas semanales, de 17h30 a 23h30, y no puedo ocuparme de mi hijo enfermo, que está en el colegio cuando yo estoy en casa. Mi madre se ocupa de él a pesar de que tampoco ella se encuentra bien. También trabajaba para OIKAMET, y me contrataron gracias a ella; pero la despidieron justo después de que me eligieran delegada sindical.
Siendo delegada sindical no me pueden despedir, a no ser por falta grave, y esta protección se prolonga un año más después de la conclusión del mandato. Pero me han acusado de robo y he recibido amenazas de muerte por teléfono. Me dicen: “No te muevas, esto está lleno de policías”. Un día, en la estación de metro donde trabajaba, tres coches de policía vinieron a interrogarme – ¡ni que hubiera matado al Papa! Sí, recibo amenazas directas, no disimuladas. Y también sospecho que están intentando arreglárselas para echarme.

Entrevista realizada por Jacky Delorme



(1) “Grecia: la CSI pide justicia respecto a la infame agresión con ácido sulfúrico sufrida por una sindicalista”, 21 de enero de 2009

(2) PEKOP, Sindicato único de trabajadores del sector de la limpieza y el cuidado del hogar