Un nuevo informe de Amnistía Internacional acusa al régimen de crímenes contra la humanidad y a los rebeldes que luchan contra el régimen de crímenes de guerra.

A pesar de las numerosas pruebas de sus ataques deliberados contra los civiles mediante “bombas de barril”, el régimen sigue negando su responsabilidad. Los médicos que trabajan en Siria exigen que la comunidad internacional respalde una resolución de 2014 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la que se prohíbe el uso de dichas armas, a medida que salen a la luz más detalles preocupantes desde el interior del país, como el del uso de armas químicas.

Los activistas defensores de la paz acusan al régimen de Assad de la amplia mayoría de las más de 200.000 muertes acaecidas desde que se inició el conflicto. El grupo yihadista del “Estado Islámico”, responsable asimismo de una oleada de atrocidades, está luchando contra el régimen, pero también le vende petróleo de los yacimientos que ha capturado y que ahora opera conjuntamente con funcionarios del régimen.

Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI, declaró: “Desde que Assad, el líder del régimen, emprendió una sanguinaria guerra contra su propio pueblo, que simplemente exigía unos derechos democráticos elementales, el número de víctimas civiles inocentes no ha hecho más que aumentar y los terroristas yihadistas han conseguido consolidarse en la región. El mundo ya no puede seguir de brazos cruzados ni permitir que la situación siga deteriorándose. Las súplicas de los ciudadanos sirios deben ser atendidas, incluidas las de los ‘cascos blancos’ que destacan por su increíble valentía”.

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