¿La receta para una paz sostenible y justicia social? Más mujeres dedicadas a la tecnología en todo el mundo

Harán falta unos 100 años para que se consiga la paridad de género a nivel mundial, asegura el Informe Global de Brecha de Género 2020, publicado recientemente por el Foro Económico Mundial.

La evidencia indica que el cambio climático, la desigualdad y el aumento de conflictos están directamente relacionados. Este vínculo se manifiesta en una creciente pobreza e inseguridad alimenticia provocadas por un número cada vez mayor de situaciones de sequía y problemas relacionados con el agua.

El agua y las TIC (tecnologías de la información y las comunicaciones) constituían para mí dos mundos aparte hasta 2017, cuando descubrí de primera mano la manera en que puede emplearse la tecnología para mediar en disputas históricas sobre el agua. Trabajando con facilitadores en la solución de conflictos en zonas rurales de Pakistán comprobé que normalmente no disponían de datos en los que basarse para saber lo que funciona y lo que no a la hora de resolver conflictos. La tecnología nos ayudó a reunir a hombres y mujeres a fin de aprender de sus experiencias y contribuir a encontrar soluciones justas para todos en la comunidad.

Esa intervención desembocaría en el establecimiento de Women4PeaceTech, una plataforma que aspira a empoderar a las mujeres a través de la capacitación tecnológica, con el objetivo de lograr autonomía financiera, igualdad de género y una paz sostenible. Buscando modelos para una plataforma tecnológica destinada a servir a las mujeres de esta manera, encontré muy pocas organizaciones o plataformas similares, especialmente en países en desarrollo. Esta situación es fiel reflejo de la ausencia de mujeres en el sector tecnológico, en general.

Según datos de 2017 publicados por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (agencia especializada de Naciones Unidas para las TIC), la proporción de mujeres que utiliza Internet a nivel mundial es un 12% inferior a la de los hombres. En los países menos desarrollados, apenas el 5% de las mujeres tiene acceso a Internet, frente al 7% de los hombres. En el otro extremo de la balanza, tan solo un 56% de las nuevas empresas emergentes registradas en Silicon Valley tiene al menos una mujer ocupando algún cargo ejecutivo, mientras que apenas en el 40% hay al menos una mujer en el consejo de administración.

En el mundo entero y en todos los niveles de la sociedad, aunque el número de puestos de trabajo con base tecnológica está en continuo aumento, el número de mujeres que crean y utilizan la tecnología va en la dirección opuesta.

En países en desarrollo, como Pakistán, donde la desigualdad de género es ya bastante pronunciada, el número de mujeres en el sector tecnológico sigue siendo mínimo. Aunque el Gobierno pakistaní ha instituido una serie de programas para corregir el desequilibrio, el alcance y el acceso a esos puestos de trabajo siguen estando considerablemente limitados, además de que los programas cubren únicamente las áreas urbanas.

Sin embargo, el potencial impacto de que haya más mujeres en el sector tecnológico es tremendo. Todos los indicios apuntan a que el empoderamiento económico de la mujer conduce a sociedades más pacíficas. En muchos países en desarrollo, donde la movilidad de las mujeres se ve restringida a causa de las repercusiones de la desigualdad de género, poder trabajar con tecnologías móviles y plataformas en línea puede aportar a las mujeres una fuente de ingresos vital desde la seguridad de sus hogares.

Estudios realizados por la firma internacional de consultoría Accenture en 31 países encontraron que cuando hombres y mujeres tienen el mismo nivel de fluidez digital –es decir, hasta qué punto las personas adoptan y usan las tecnologías digitales para estar más informadas y conectadas y ser más eficaces–, las mujeres suelen ser mejores a la hora de utilizar esas habilidades digitales para lograr mayor capacitación y para encontrar trabajo.

Cuando las mujeres tienen la oportunidad de cambiar sus perspectivas y añadir salidas [profesionales] a través de las TIC, su empoderamiento económico tiene amplias y profundas repercusiones, particularmente en la economía informal. Por ejemplo, en Ruanda, alrededor de 3.500 agricultoras recurren ahora a una plataforma móvil digital para conocer la superficie exacta de sus tierras, prever el nivel de producción y acceder a los mercados, además de obtener financiación. El programa contribuye además a eliminar la brecha de género en la agricultura. En Afganistán, la iniciativa Code to Inspire establece la primera escuela de programación, que opera en todo el territorio de este país profundamente conservador y donde las jóvenes son empoderadas enseñándolas a programar, ayudándolas a encontrar puestos de trabajo en programación y a lanzar empresas tecnológicas.

Con todo, para mejorar la igualdad de género en el mundo de la tecnología y el espíritu empresarial, hace falta planificación y diseño.

El hecho de que los hombres continúen utilizando las tecnologías digitales con mayor frecuencia que las mujeres y se muestren más proactivos a la hora de adquirir nuevas competencias digitales puede atribuirse en parte a la manera en que están diseñados nuestros sistemas educativos, que desalientan a las mujeres a seguir una formación en ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas (CTIM), así como los desafíos fundamentales que aún encuentran muchas mujeres y niñas en su acceso a la educación. Hace falta incitar a las mujeres a mejorar sus capacidades digitales, a través de formación y educación permanentes, así como en la enseñanza primaria y secundaria.

Los programas diseñados para atraer la creación de nuevas empresas deberían apuntar específicamente a la inclusión de mujeres. Las iniciativas tecnológicas tendrían que aspirar a crear más espacios para que las mujeres puedan desarrollar habilidades digitales, especialmente con vistas a su empoderamiento económico. Esto les permitiría identificar su propio potencial y descubrir oportunidades disponibles.

Especialmente en los países en desarrollo, los Gobiernos deberían tomar la iniciativa para la creación de plataformas de capacitación digital que lleguen a todas las mujeres y niñas, tanto en entornos rurales como urbanos. Esto tendría que complementarse con políticas gubernamentales sobre TIC inclusivas y con perspectiva de género, para garantizar que mujeres y niñas tengan un acceso asequible a las tecnologías digitales.

Convendría fomentar y financiar de manera prioritaria el establecimiento de nuevas empresas lideradas por mujeres. Debería darse visibilidad a mujeres tutoras respecto al mundo digital y ponerlas a disposición de otras mujeres que busquen adquirir habilidades digitales. Las iniciativas locales pueden desempeñar un papel muy importante en la capacitación digital de las mujeres; campañas locales para informar e interesar respecto a oportunidades de adquisición de competencias digitales pueden contribuir enormemente al empoderamiento de las mujeres. Esencialmente, el que haya más mujeres en el sector tecnológico aporta una perspectiva feminista a los programas y las políticas, y desembocaría en la estabilidad económica y el desarrollo inclusivo esenciales para una paz duradera.

Esta es una versión editada de un artículo publicado inicialmente en IPS News.