La crisis económica y financiera mundial y su impacto en la juventud

¿Cómo está afectando la crisis mundial a los jóvenes? La crisis financiera y económica mundial ha resultado ser mucho mayor de lo que se anticipaba en un principio y el mundo del trabajo se ve amenazado a un nivel sin precedentes. Sabemos ya que el desempleo mundial está en alza de forma masiva y según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a nivel mundial, las personas desempleadas podrían alcanzar 50 millones en 2009, que vendrían a sumarse a los 11 millones de trabajadores que perdieron su empleo en 2008.

Los trabajadores y trabajadoras están pagando un precio muy elevado por una crisis que escapa a su control. El impacto de esta crisis irá mucho más allá de la pérdida de empleos e ingresos, ocasionando un incremento del trabajo informal y de los pobres que trabajan.

Los trabajadores jóvenes, migrantes y las mujeres son los grupos más vulnerables ante la presente recesión y han de hacer frente a considerables dificultades para integrarse en el mercado laboral actual. Esta tendencia podría exacerbarse aún más por la crisis mundial y de no encontrar soluciones viables, millones de jóvenes verán amenazado su desarrollo personal y las perspectivas para un empleo en el futuro.
En comparación con los adultos, los jóvenes tienen casi tres veces más probabilidades de estar desempleados, y aunque constituyen apenas el 24,7% de la población en edad de trabajar, representan nada menos que el 40,2% del total de desempleados a escala mundial. De hecho, entre 1997 y 2007, el número de desempleados aumentó de 63 millones a 71 millones, lo que supone un incremento del 13,6% según la OIT. Se estima en 190 millones el número global de desempleados en 2008, de los que 109 millones son hombres y 81 son mujeres, y la tasa de desempleo en el mundo pasó del 5,7% en 2007 al 6,0% en 2008.

Las experiencias a una edad temprana y la falta de trabajo decente pueden a menudo comprometer las perspectivas de empleo de una persona joven y, es más, la desventaja relativa de los trabajadores/as jóvenes resulta aún más pronunciada en los países en desarrollo. Incluso durante el período previo de crecimiento económico, la mayoría de los países no consiguieron crear suficientes puestos de trabajo decentes y productivos para la gente joven. Hoy en día, está claro que los efectos negativos de la crisis serán duraderos y los retos a que deberán enfrentarse los jóvenes son múltiples: abandono de los estudios, deterioro del nivel de vida debido a dificultades financieras, condiciones de trabajo inseguras con bajos salarios, crecientes desigualdades y descenso de la participación en la fuerza laboral.

Dado que las mujeres y los hombres jóvenes representan el futuro del movimiento sindical y de nuestra sociedad, ¿cómo podemos situar a los trabajadores jóvenes y a su futura educación y empleo al frente de la solución de la crisis? Estas son algunas de las discusiones que el Comité de Juventud de la CSI puso sobre la mesa en su reunión anual en Praia Grande (Brasil), en junio de 2009. Porque sin una juventud comprometida, culta e involucrada, la posibilidad de una nueva globalización, sostenible y más justa, que dé prioridad a las personas, a los puestos de trabajo y a sus medios de vida, será inalcanzable.

Las restricciones por los/las jóvenes

Las perspectivas y aspiraciones de la gente joven no resultan muy halagüeñas ya desde antes de terminar sus estudios, con el pronóstico de una profunda recesión, un desempleo masivo y un crecimiento económico negativo. Las causas de la crisis deben buscarse en parte en la falta de regulación de los mercados financieros, iniciándose en EE.UU. y extendiéndose rápidamente a los países industrializados, emergentes y en desarrollo. Incluso antes de la crisis, los factores subyacentes que afectaban a los jóvenes eran la creciente precariedad de las condiciones de trabajo debido a una continua erosión de los derechos sindicales, el debilitamiento de la negociación colectiva, la ausencia de salarios mínimos y una creciente flexibilidad y desregulación de los mercados laborales. Más de 200 millones de trabajadores se verán sumidos en la más absoluta pobreza y la crisis económica precipitada por la ambición y la desregulación del sector financiero podría ocasionar mayores desigualdades entre las víctimas inocentes de esta crisis – los trabajadores/as jóvenes de todo el mundo.

Los trabajadores y trabajadoras jóvenes deben confrontar la discriminación, el desempleo, la falta de calidad de la educación, la exclusión social, no contar con un empleo decente, la persistencia del trabajo temporal y los contratos de duración determinada y, dependiendo del lugar del mundo donde vivan, la mayoría de los jóvenes pueden verse obligados a realizar trabajo casual e informal donde no están protegidos por la legislación laboral ni se benefician de las redes de seguridad social.

La necesidad de situar a los jóvenes en primer lugar nunca había sido tan crucial. Tenemos una oportunidad sin precedentes para empezar a construir una nueva globalización justa y progresista, que dé prioridad al empleo decente y sostenible y un sistema financiero que sirva a la economía real y responda a las preocupaciones y necesidades de los hombres y mujeres jóvenes.

Luchar contra la crisis

Todavía no puede saberse el impacto que tendrá la crisis sobre nuestra sociedad. Las instituciones financieras internacionales no esperan que el crecimiento económico se reanude hasta al menos 2010, con lo que las consecuencias sociales y políticas de la crisis serán graves y constituyen un factor de incertidumbre para muchos jóvenes a la hora de prepararse para el futuro. Deben prepararse para entrar en el mercado laboral en un momento en que los puestos de trabajo están desapareciendo, los ingresos tienden a la baja, los salarios están viéndose sometidos a constantes presiones y los sistemas de protección social no consiguen cubrir a aquellos que más lo necesitan. Las perspectivas para los jóvenes son bastante sombrías.

Para combatir el impacto negativo de la crisis financiera mundial, algunos gobiernos han adoptado planes de recuperación, paquetes de estímulo y estrategias a largo plazo. ¿Pero resultan adecuadas para brindar asistencia y hacer frente al creciente desempleo así como a la incorporación de alrededor de 45 millones de nuevos solicitantes de empleo en el mercado laboral mundial cada año? Se requieren ideas innovadoras, pero también un enfoque continuado y más constante sobre las redes de seguridad social, el trabajo decente y el desarrollo sostenible, para que las medidas de respuesta a la crisis resulten efectivas. Necesitamos una recuperación que desemboque en la intensificación del empleo y la reducción de la pobreza.

La desesperación entre los trabajadores y trabajadoras jóvenes es claramente visible. No tienen la culpa del colapso financiero y, sin embargo, se les pide que acepten trabajar menos horas, cobrar salarios inferiores o experimentar un empeoramiento de sus condiciones de trabajo – si quieren encontrar empleo. Las oportunidades derivadas de invertir en la gente joven no se realizarán a menos que se adopten medidas urgentes. Cuando las tasas de desempleo entre los jóvenes se sitúan en casi el doble que las de los adultos, es porque algo no funciona adecuadamente en el mercado laboral. Posibles medios de integrar mejor a los jóvenes en los mercados laborales, compartir información y preocupaciones sobre el impacto de la crisis económica y financiera mundial, incluyen:

a. El establecimiento de programas temporales para la juventud, destinados a un importante grupo altamente vulnerable y para evitar un mayor deterioro de sus medios de subsistencia;
b. La creciente necesidad de consultar y dialogar con sindicalistas y trabajadores jóvenes para evitar que los jóvenes se sientan alienados del trabajo;

Nos gustaría saber cómo te está afectando la crisis económica. ¿Has notado el impacto de las crisis en las finanzas, los alimentos y el clima en tu lugar de trabajo o de estudios, o en tu casa? ¿Cuál es el rol de los sindicalistas jóvenes a la hora de asegurar un orden mundial sostenible y socialmente justo?