Justicia racial para todos y todas: Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, 21 de marzo 21

Racismo, xenofobia y actitudes discriminatorias están en aumento en todo el mundo.

Las repercusiones socioeconómicas de la pandemia de COVID-19, la emergencia climática y las crecientes amenazas a la paz y la seguridad mundial están alimentando una oleada de racismo, ataques xenófobos y discriminación hacia la población más marginada en nuestras sociedades. Incluye a personas de color, refugiados y migrantes, pueblos indígenas y personas LGBTIQ+.

Los sindicatos han luchado desde tiempos inmemoriales en pro de la igualdad, la equidad y la no discriminación en el trabajo y en la sociedad en general, mediante campañas de sensibilización, organización y defensa, incluyendo la promoción de instrumentos legales internacionales clave, como el Convenio de la OIT sobre discriminación en el empleo y la ocupación (No. 111), uno de los ocho convenios fundamentales de la OIT.

Trabajadoras y trabajadores racializados han estado en primera línea durante la pandemia, con el consiguiente riesgo tanto para ellos como para sus familias, además de haber sufrido de manera desproporcionada las devastadoras consecuencias socioeconómicas de la crisis sanitaria, perdiendo sus empleos o sus ingresos.

Esto ha venido a sumarse a unas desigualdades ya existentes previamente en cuanto a salarios, contratación, promoción y oportunidades de formación en el trabajo, así como a las barreras para acceder a una protección social adecuada.

Con objeto de abordar estas disparidades, sindicatos en buen número de países reclaman medidas específicamente destinadas a acabar con el racismo y la discriminación en el empleo, como informes obligatorios sobre diferencia salarial en función del origen étnico (para exponer la desigualdad salarial entre trabajadores/as de color y pertenecientes a minorías étnicas) y mayor inversión en servicios públicos de cuidados para apoyar tanto a las personas necesitadas de cuidados como quienes los aportan, muchas veces mujeres de color.

El racismo estructural sigue determinando las vidas y las perspectivas de millones de trabajadores y trabajadoras en el mundo entero. Personas con identidades entrecruzadas, en particular mujeres de color, personas LGBTIQ+ o con discapacidad, se enfrentan a obstáculos adicionales en su progreso social y económico. Los refugiados también sufren discriminación racial. Todo esto debe terminar.

El 21 de marzo, sindicatos de todo el mundo reclaman un Nuevo Contrato Social que garantice empleos, derechos, salarios (incluyendo igual salario por trabajo de igual valor), protección social universal, igualdad e inclusión para todos y todas sin excepción.

No podremos lograr una recuperación sostenible y pacífica y la resiliencia necesaria sin garantizar justicia racial para todos y todas.