Investigación sobre las mujeres en la economía informal en tres distritos de Etiopía

Promovida por NEXUS Emilia Roamagna y CETU Etiopía

La economía informal y los sindicatos
La condición de los/las trabajadores/as en la economía informal siempre ha sido un reto para los sindicatos y todos aquellos comprometidos con los derechos humanos y laborales. Es un reto al que es difícil enfrentarse por muchos motivos: desde la falta de estadísticas fiables a la naturaleza dispersa de las actividades informales, la diversidad de ocupaciones y por último, pero no por ello menos importante, el hecho de que en muchas regiones el trabajo informal se ha calificado como ilegal y por lo tanto se penaliza. El reto y la paradoja para los sindicatos es que los/las trabajadores/as del sector informal con considerados “marginales” o “marginados”, aunque representen la mayoría en el mercado de trabajo, en áreas urbanas y también el mundo rural.

En los países de renta más elevada, así como los más pobres, esto significa responder al número creciente de trabajadores/as fuera del sistema formal de trabajo asalariado, expuestos a riesgos, con empleos de baja calidad, no cubiertos por la seguridad social y, sobre todo, incapaces de ver y construir un futuro. Se puede crear una verdadera asociación en este terreno común, basada en un conocimiento profundo de los diferentes contextos específicos.

Si un sindicato consigue superar estos retos, ofreciendo sindicación, protección social y derechos a los/las trabajadores/as en el sector informal, la propia definición de lo que significa ser un sindicato podría cambiar
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En Etiopía, un documento oficial de 2011 declara: “La recesión económica, las políticas de ajuste y la continuación de las tasas elevadas de urbanización y crecimiento de la población han llevado a una expansión inesperada y sin precedentes del sector informal en muchos países en vías de desarrollo, ya que las empresas sectoriales modernas, y especialmente el sector público, se han visto obligadas a despedir a trabajadores/as o reducir los salarios drásticamente… Así lo pone de manifiesto el hecho de que en Etiopía el 50,6 por ciento de los/las empleados/as en zonas urbanas se encuentra en el sector informal”. Las mujeres están sobrerrepresentadas en Etiopía, como en el resto del mundo.
Los datos macroeconómicos muestran una contradicción: por una parte, el crecimiento del PIB en un 11% y la mejora rápida del IDH (índice de desarrollo humano) y por otra parte la posición 173ª del país en todo el mundo. Una explicación es el bajo punto de partida, pero también la naturaleza del sector informal, que ha sido, y todavía es, “invisible” a las estadísticas. Por lo tanto, hacer el sector informal “visible” implica más que registrar simplemente su existencia.
Por otra parte, el sistema de protección social del país es el mayor en África. Sin embargo, aunque en los años 2011-2012 el gobierno etíope invirtió el 70% de su presupuesto en programas para reducir la pobreza, no se registraron resultados visibles.

¿Cómo pueden los sindicatos afrontar el problema de “sindicar” y “representar” a los trabajadores (trabajadoras) de la economía informal y superar el reto de los nuevos mercados de trabajo?
En primer lugar, descubriendo quiénes son los/las trabajadores/as informales, cuáles son las diferencias entre ellos y a qué barreras se enfrentan los/las trabajadores/as que están dentro o fuera del sistema de formalización diseñado por el gobierno. Los resultados de la investigación se utilizarán como base para desarrollar un programa piloto que podría llevar a nuevas políticas dentro del marco de un modelo de desarrollo centrado en los/las trabajadores/as que promueva los derechos sociales y económicos.

¿Por qué las mujeres?
Los nuevos mercados de trabajo cuentan con una participación femenina cada vez mayor. “En las últimas tres décadas se ha producido un aumento de la participación de las mujeres en la economía mundial, pero también ha habido un deterioro constante de los derechos laborales”. Como se indica en muchos estudios, la mayoría de las mujeres y los/las pobres se encuentran en la economía informal, pero es también aquí donde los esfuerzos oficiales en materia de protección social son limitados. El Ministerio de Asuntos de la Mujer de Etiopía identificó como prioridad máxima el empoderamiento económico de la mujer, mientras que el resto de organismos internacionales del país (del Banco Mundial a Unicef a ONG internacionales y países individuales, como Suecia, Canadá e Italia, entre otros) apoyan programas que abordan planes de ahorro y crédito individuales para mujeres.
El gobierno de Etiopía desarrolló un programa muy bien articulado para promover la formalización del trabajo informal. Campañas puerta a puerta, inscripción de trabajadores/as informales e ilegales como “personas que buscan empleo”, creación de grupos de cinco miembros, ahorros obligatorios en grupo, acceso a préstamos y, cuando sea necesario, local gratuito para el negocio durante cinco años hasta la “graduación” del negocio. Las mujeres son una parte central de este programa que fue examinado en detalle por la investigación en tres distritos: Addis Abeba (municipio de Kolfe Keranio), Jimma y Hawassa.

Resultados de la investigación
Dos grupos de mujeres contestaron al cuestionario (un total de 296 encuestadas): las que anteriormente operaban en el sector informal y actualmente se organizan en microempresas y pequeñas empresas (MYPE) y las que todavía operaban en el sector informal. Más de dos tercios (68%) de las mujeres encuestadas eran migrantes. La proporción más alta de migrantes se encontraba en Addis Abeba (74%), seguida de Hawassa (68%) y Jimma (60%). Un tercio del total eran analfabetas y la mayoría de las trabajadoras informales no inscritas vivían en hogares con otros miembros de la familia que aportaban otros ingresos. Solamente alrededor de un quinto de las mujeres con planes de empezar un nuevo negocio en el futuro tienen el capital necesario para ejecutar su plan (16% en las MYPE que operan individualmente, 23% en las MYPE que operan en grupo y 20% de las mujeres que operan de manera informal). La falta de seguridad en lo que concierne a la subsistencia, la falta de capital circulante suficiente, la competición con vendedores más grandes y la falta de acceso a agua corriente limpia eran los mayores retos. (Tilahun Girma)

¿Basta la formalización de las actividades informales para “salir de la pobreza”?
La investigación llevada a cabo a través de entrevistas detalladas (Davide Chinigò) mostró la existencia de grupos diferentes identificados en función de su posición en el camino de las actividades informales a las formales: de las mujeres que no están en condiciones de solicitar licencias o pagar impuestos (las llamadas “informales toleradas”, dada la naturaleza ilegal de los negocios informales) que pueden recibir algún tipo de apoyo (o asistencia), aquellas que se encuentran en una “lista de espera” para obtener apoyo al empleo y las “legales formales” a las que el gobierno asigna un espacio (terreno o tienda) para llevar a cabo actividades formales sujetas a impuestos y licencias. Se analizaron sistemas diferentes de crédito con usos diversos de garantes (de grupos a familiares o amigos e incluso responsables del departamento de economía social y solidaria (ESS)). El número de unidades de ESS en los tres distritos ha crecido rápidamente durante la última década, pero se identificaron algunos obstáculos y dificultades: 1) algunas mujeres no quieren préstamos porque no quieren estar endeudadas; 2) las mujeres tienden a gastar el préstamo en artículos para el hogar justo después de recibir la financiación; 3) en algunas circunstancias, las mujeres afirmaron que preferían ahorrar en el Commercial Bank (en lugar de las IFM) u otros instrumentos de ahorro para poder disponer del dinero cuando lo necesiten.

Aunque el programa de formalización sigue la política de ahorrar primero, es decir, inculcar la actitud de ahorrar a través de formaciones, las limitaciones radican en el círculo vicioso de la pobreza: miedo al riesgo por parte de aquellas que son “demasiado pobres para ahorrar”. Además, o como consecuencia de ello, el estado de la mayoría de las pequeñas empresas que hemos visto se podría definir como “estancado” en el mejor de los casos, aunque se empezaran hace seis o siete años.
Cuanto más crece el sector informal, mayor es el problema de la protección social, como muestra el uso que se hace de los préstamos. En estos momentos (aunque podría ser demasiado pronto para hacer una evaluación), podemos afirmar que la microfinanciación ayuda a no caer en una mayor pobreza, pero no a salir de ella.
¿Existe una salida a estas dificultades?

¿Pueden ser las cooperativas una salida?
La investigación examina el caso de las cooperativas de mujeres en Etiopía (Cecilia Navarra) como una posible forma de mejorar los pequeños negocios y garantizar algún tipo de sostenibilidad y protección social. Las unidades de ESS, que están fragmentadas y son débiles a la hora de competir en los mercados cambiantes, podrían reforzarse a través de la organización de cadenas de valor en forma de cooperativas. Esto significa que se debería garantizar un acceso al mercado para estas empresas, al menos para la primera fase y de manera temporal. Las cooperativas en Etiopía se rigen por la Proclamación 147/1998 de 2004, que estipula que deben seguir los principios de pertenencia abierta y votación democrática y que distribuirán los dividendos entre los miembros según el número de acciones que posean después de haber ahorrado el 30% de los beneficios en reservas o haberlo destinado a la creación de empleo o fines sociales. Las cooperativas de crédito son una institución generalizada, tanto en las zonas urbanas (SACCO, por sus siglas en inglés) como en las zonas rurales (RUSACCO, por sus siglas en inglés), y parecen asumir funciones diferentes, la primera de ellas desempeñar un papel importante en las políticas de bienestar social, ya que las personas pueden obtener préstamos cuando se encuentran en dificultades. La limitación principal de las SACCO parece ser el tamaño de los préstamos, demasiado pequeño y limitado para el tamaño de los ahorros. El éxito de una cooperativa cuyo objetivo es reforzar la rentabilidad de un negocio pequeño depende de dos factores: 1) la capacidad de integrarse en una cadena de valor, y 2) la identificación de un acceso al mercado seguro y estable. Las mujeres son muy conscientes de estos dos puntos que influyen en el éxito de una cooperativa, pero no pueden permitirse cambiar el uso que hacen de los préstamos como sustituto de la protección social. Puesto que todas las mujeres entrevistadas tienen experiencias tanto en grupos “solidarios” como en grupos del sistema “tradicional” y empresariales destinados a generar ingresos, se podría experimentar con un modelo que fusione ambos sistemas.

Empoderamiento para la participación y la protección social
Si examinamos los resultados de la investigación, debemos recordar el significado original del término “empoderamiento” (Gabriella Rossetti), utilizado en relación a las mujeres, ya que el objetivo principal de estos programas se describe específicamente como “empoderamiento económico de la mujer”. Hemos observado que es imposible aislar una dimensión de la vida de la mujer del resto – ni siquiera la económica – y que la participación y la voz de las mujeres son condiciones necesarias para asegurar un cambio real, es decir, un proceso transformador de las relaciones de género en todos los ámbitos de la sociedad. Vimos a mujeres negociar dentro de sus familias presupuestos para el hogar, comprometidas con la responsabilidad social de enviar a sus hijos/as a la escuela e incluso garantizar cobijo para las familias. Estas mujeres, las “demasiado pobres para ahorrar”, quieren antes de nada seguridad y protección social, como muestra el uso que hacen de los pequeños préstamos que obtienen, mientras que el trabajo remunerado puede ser la única respuesta viable a sus necesidades. En algunos casos se han creado empleos públicos con cierto grado de éxito. La elección en materia de política hecha por el gobierno etíope, de invertir en acciones y actividades colectivas y la estrategia de formar grupos en lugar de invertir en actividades individuales, es un indicio de la importancia de una “voz” colectiva capaz de reivindicar derechos. Esto se canalizará hacia cooperativas en la cadena de valor. Sin embargo, esta transición de grupos a “voz” colectiva no se debería dar por sentada. Requiere más que “formar grupos” y cooperativas eficaces. La pregunta planteada por muchos/as autores/as en estudios sobre la economía informal es: “¿Qué motiva a los/las trabajadores/as de la economía informal a emprender acciones colectivas en su propio nombre (dada la posible amenaza a sus empleos y sustento)?” Esta pregunta apunta a una visión más amplia de todas las cuestiones planteadas en esta investigación. La respuesta ofrecida normalmente por los sindicatos es: sindicación y representación. Sin embargo, puesto que la organización es una herramienta y no un fin en sí misma, solamente es eficaz si se desarrolla desde dentro de un grupo social, como una fase del proceso de empoderamiento. Se trata de un proceso que no puede llevarse a cabo en un vacío, sino que exige un entorno social y político “propicio”. Es una tarea a la que los sindicatos podrían contribuir mediante la promoción de una visión de desarrollo centrado en los/las trabajadores/as y el empleo, que exige políticas y programas, y podría empezar por apoyar todas las formas posibles de organización autónoma, en particular aquellas destinadas a establecer y controlar una protección social. Superar este reto incumbe tanto a los sindicatos etíopes como a los italianos.

Gabriella Rossetti
En nombre del equipo de investigación de NEXUS/CETU: Cecilia Navarra, Tilahun Girma, Davide Chinigò