ExxonMobil se gastó millones en la financiación de grupos de expertos para elaborar estudios que negaran el cambio climático con el fin de sesgar el discurso público en torno al clima. Ahora se dedica a hacer presión contra los marcos reguladores medioambientales.
ExxonMobil es la mayor empresa energética propiedad de inversores, y la séptima del mundo por ingresos. Con sede en Estados Unidos, solo la superan en su sector Saudi Aramco, CNPC y Sinopec, todas ellas empresas estatales de países donde la democracia no existe. Sin embargo, esta diferencia en su modelo de propiedad no significa que Exxon tenga un mejor comportamiento que sus competidores.
El mayor ejemplo del desinterés de Exxon por la deliberación democrática podría ser su compromiso corporativo de ocultar al público durante casi cuatro décadas sus propias pruebas internas de que el cambio climático era real, que se estaba acelerando y que estaba propiciado por el uso de combustibles fósiles, al tiempo que financiaba a grupos de expertos de extrema derecha en Estados Unidos y Europa para inyectar escepticismo y negacionismo climático en el discurso público.
Aunque hace unos años modificó su postura pública respecto al cambio climático, Exxon sigue presionando en contra de una política climática significativa y sigue promoviendo el uso de plásticos y de combustibles fósiles en detrimento de comunidades de todo el mundo. Se beneficia de otra elemento de nuestra lista, Meta, mediante la difusión de propaganda de derechas a favor de los combustibles fósiles. Financia a la Republican Attorneys General Association, la cual ha liderado iniciativas para presionar al Tribunal Supremo de Estados Unidos para que desestime demandas relacionadas con el cambio climático que reclaman daños y perjuicios a Exxon y a sus competidores.
El lobby de la empresa va mucho más allá de la política nacional y penetra en reuniones gubernamentales internacionales, en particular la COP, donde está encabezada por grupos como [la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones->https://www.ieta.org/], la Asociación Internacional de Conservación Ambiental de la Industria Petrolera (IPIECA), la Cámara de Comercio Internacional y BusinessEurope, que utilizan sus posiciones en la mesa de negociaciones para rechazar y retrasar cambios políticos significativos que permitan abordar las repercusiones y las causas reales de la crisis climática, y para establecer políticas favorables a la industria (como los mercados de carbono) que permitan a sus pagadores seguir contaminando impunemente.
La asociación de Exxon con la extrema derecha no se limita a la política y la propaganda. Mientras Indonesia estaba gobernada por el régimen autoritario de Suharto, lamentablemente célebre por los asesinatos de sindicalistas y otros colectivos, Exxon financió presuntamente a unidades militares indonesias que durante años cometieron innumerables abusos contra los derechos humanos, como la tortura. En Chad colaboró con el dictador Idriss Déby para ayudarle a desvincularse de un acuerdo de desarrollo y utilizar los ingresos procedentes del petróleo del país para comprar armas. Amnistía Internacional citó hace poco a la empresa por su persistente participación en las cadenas de suministro de combustible de aviación para la junta militar gobernante de Myanmar.
No es de extrañar que ExxonMobil también se oponga a la democracia en el trabajo. Bloomberg describe a la empresa como “famosa por su mentalidad autoritaria, jerárquica y encorsetada, en la que los empleados rara vez cuestionan a sus superiores…”. En Nigeria se negó a respetar los contratos con sus trabajadores de seguridad privada y trató de negarles su condición de empleados hasta que llegaron a un acuerdo en 2018. En 2022 los miembros del sindicato fueron víctimas de un cierre patronal durante casi un año en su refinería de Beaumont (Texas), y la empresa intentó retirar la certificación del sindicato. Este año, a pesar de las objeciones de los sindicatos, anunció despidos en Francia que afectaron a miles de trabajadores, y abocó a los trabajadores del parqué en Bélgica a plantearse hacer huelga.