El populismo no puede detener el declive de la industria siderúrgica en Reino Unido ni en Estados Unidos

El populismo no puede detener el declive de la industria siderúrgica en Reino Unido ni en Estados Unidos

A billboard for British Steel photographed in Scunthorpe, England on 25 September 2019.

(Joseph M. Giordano)

Michael Murphy, de 61 años, nació y creció en Scunthorpe, una pequeña ciudad industrial del norte de Inglaterra que se fundó en el siglo XIX tras el descubrimiento de grandes yacimientos de mineral de hierro.

La industria siderúrgica es una parte esencial de la economía mundial, ya que cada año transforma el mineral de hierro en productos cuyo valor aproximado asciende a 2,5 billones de dólares estadounidenses (unos 2,27 billones de euros). El material se utiliza para fabricar todo tipo de productos, desde artículos para el hogar hasta automóviles y rascacielos.

Durante más de un siglo, trabajadores de todas las regiones de las islas británicas llegaban en masa a la planta siderúrgica de Scunthorpe para trabajar. El difunto padre de Michael, un obrero irlandés, llegó a la ciudad cuando era joven para trabajar para la empresa British Steel. Su trabajo le permitió mantener a sus hijos y comprar una casa adosada para su familia.

Cuando era joven, Michael también trabajaba para British Steel en verano, recogiendo partículas finas de acero con una pala. La hermana de Michael empezó su carrera de secretaria en la empresa. Michael recuerda con cariño su infancia en Scunthorpe y dice que British Steel fue una parte importante de su crecimiento personal.

“Éramos una familia de clase trabajadora”, cuenta a Equal Times. “Mi infancia fue perfecta gracias al amor de mis padres. Una vez al año íbamos de excursión a la costa, una actividad que organizaba British Steel”.

“Casi todas las familias de esta ciudad tienen algún tipo de conexión con British Steel”, continúa Michael, un activista laborista desde hace mucho tiempo. “Si la empresa echa el cierre, Scunthorpe se convertirá en una ciudad fantasma o en un lugar asolado por la heroína”.

Esto es lo que se temió en Scunthorpe durante meses después de que British Steel, el segundo productor de acero del país, entrara en liquidación en mayo. Se calcula que unos 4.000 puestos de trabajo corrían peligro, entre la planta principal de producción en Scunthorpe y las plantas de laminado en Teeside, en el noroeste de Inglaterra, sin mencionar los 20.000 empleos en la cadena de suministro. El mes pasado, los trabajadores afectados respiraron aliviados después de que la empresa china Jingye anunciara que tenía previsto comprar la planta por 70 millones de libras esterlinas (aproximadamente 90 millones de dólares, 82 millones de euros) e invertir más de 1.200 millones de libras esterlinas (aproximadamente 1.500 millones de dólares, 1.400 millones de euros) en British Steel durante la próxima década.

La difícil situación por la que atraviesa Scunthorpe resulta familiar para aquellos que viven en lo que una vez fue el centro de la industria siderúrgica en los Estados Unidos. Lugares como Pittsburgh (Pensilvania) se construyeron, como Scunthorpe, gracias a la industria siderúrgica y terminaron transformándose cuando tuvieron que afrontar el declive de la industria. La planta siderúrgica Bethlehem Steel en Sparrows Point, a las afueras de Baltimore (Maryland), ofrecía salarios altos y empleos con protección sindical que constituían el medio de vida de decenas de miles de familias a mediados del siglo XX. La empresa cerró definitivamente en 2012. Las economías de lugares como Youngstown, Ohio y Gary (Indiana) se vieron diezmadas a finales de los ochenta a raíz del cierre de las plantas siderúrgicas. Estos no son sino unos cuantos ejemplos.

Andrew Morton, antiguo trabajador de 67 años de la industria siderúrgica de Baltimore, fue una de las últimas personas que trabajaron para Bethlehem Steel antes de que cerrara sus puertas en 2012, suprimiendo los cerca de 2.000 puestos de trabajo que quedaban. Llevaba trabajando para la empresa desde que tenía 18 años.

“Muchas personas perdieron su empleo, lo que provocó muchas situaciones difíciles”, dice Morton. “Bethlehem Steel desempeñaba un papel muy importante en la economía y permitía a las familias de renta media costearse ciertas cosas, como estudios universitarios. Cuando perdieron esos ingresos algunas personas se adaptaron, pero otras se suicidaron. La mayoría de la gente no gestionó demasiado bien la situación”.

La guerra comercial de Trump y el caos relacionado con el brexit en el Reino Unido

El declive de la industria siderúrgica empezó en los ochenta tanto en el Reino Unido como los Estados Unidos, debido a la evolución constante de los mercados globales, las nuevas tecnologías y la reticencia de los gobiernos a apoyar a una industria en apuros. China domina ahora la producción mundial de acero, una industria que los Estados Unidos y el Reino Unido controlaban juntos en el siglo XIX. Sin embargo, los populistas de derechas a ambos lados del Atlántico prometieron recientemente que la industria siderúrgica podía reactivarse con las políticas adecuadas.

Los populistas han intentado ganar puntos políticos explotando el descontento de los trabajadores, cuyos salarios se estancan a medida que los costes de la vida aumentan. Han prometido a los trabajadores que revitalizarán las industrias del acero y del carbón, que están en apuros, pero los economistas dicen que sus metas son poco realistas en el contexto actual de la economía mundial.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, impuso aranceles de hasta el 25% a las importaciones de acero en un esfuerzo por impulsar la industria siderúrgica de los Estados Unidos. Por otro lado, el dirigente del partido a favor del brexit en el Reino Unido, Nigel Farage, afirmó que se podría haber evitado la liquidación de British Steel si Gran Bretaña hubiera abandonado la Unión Europea antes y señaló el régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea –que incentiva que la industria pesada reduzca las emisiones de carbono– como un factor que contribuye al declive de la industria.

Sin embargo, las políticas comerciales de Trump y la inestabilidad política que ha provocado el brexit en el Reino Unido han llevado a sus respectivas industrias siderúrgicas al caos. La US Steel Company perdió alrededor del 70% de su valor de mercado, aproximadamente 5.500 millones de dólares (unos 5.000 millones de euros), y cerró varias fábricas después de que la Administración de Trump impusiera aranceles a las importaciones de acero.

La US Steel Company no ha querido hacer comentarios al respecto.

Gran parte de la crisis se debe a la competencia de Pekín. El año pasado, China produjo aproximadamente el 51% del acero mundial, es decir, 928,3 millones de toneladas métricas. En comparación, los Estados Unidos ocupan la cuarta posición a nivel mundial, con una producción de 86,7 millones de toneladas métricas de acero en 2018. Por otra parte, según datos recientes, el Reino Unido solo produce entre 5 y 6 millones de toneladas métricas al año. Es el quinto productor de acero de la Unión Europea, pero no es uno de los 10 productores de acero principales del mundo.

A principios de octubre, la agencia de calificación crediticia estadounidense Moody’s revisó a la baja su calificación de la industria siderúrgica de los Estados Unidos de “estable” a “negativa” y emitió una declaración en la que afirmaba que no se espera que la situación mejore. Precios que superaban los 800 dólares estadounidenses por tonelada cayeron a 520 dólares por tonelada en el último semestre de 2018.

Mientras tanto, los economistas indican que la incertidumbre causada por el brexit ha acelerado el declive de la industria siderúrgica del Reino Unido. Muchos compradores de acero británico han optado por cancelar sus contratos hasta que sepan con seguridad los aranceles que pagarán tras la eventual salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Los sindicatos de trabajadores de la industria siderúrgica han advertido que un brexit en el que el país abandone la Unión Europea sin un acuerdo dejaría la industria en una situación vulnerable. Las medidas normativas antidumping de la UE sobre las importaciones de acero de China protegen desde hace mucho tiempo a los trabajadores británicos de la industria siderúrgica.

“British Steel no hubiera entrado en liquidación de no ser por la amenaza de una salida de la UE sin acuerdo. Eso es indiscutible”, dice Nic Dakin, político laborista que se presenta a la reelección –por Scunthorpe– en las elecciones parlamentarias que tendrán lugar el próximo 12 de diciembre.

El voto a favor del brexit ha tenido graves consecuencias

Sin embargo, el 68,68% de las personas de Scunthorpe que votaron en el referéndum sobre el brexit votaron a favor de la salida de la Unión Europea.

Denise Thompson, que regenta un hotel cerca de la planta de British Steel, dice que votó a favor del brexit porque no quería que el dinero que se podía gastar en el Servicio de Salud Nacional del Reino Unido se utilizara para llenar los bolsillos de diplomáticos en Bruselas. Sigue queriendo que el Reino Unido abandone la Unión Europea, pero admite que los negocios van mal desde que se celebró el referéndum sobre el brexit. Dice que el número de contratistas que British Steel emplea ha caído en picado, lo que significa menos huéspedes en el hotel.

“La gente se queda una noche en lugar de tres o cuatro semanas”, señala a este medio. “Solíamos tener un par de miles de trabajadores invitados que se quedaban cada temporada. Ahora no hay prácticamente ninguno, quizá entre 40 y 50”.

Thompson dice que muchos de sus amigos y conocidos de Scunthorpe se muestran reacios a gastar dinero porque no saben si tendrán trabajo al día siguiente. Muchos temen que se precaricen sus condiciones de trabajo.

Gwylim Glyndwr Williams, de 60 años, empezó a trabajar en British Steel cuando tenía 19 años. Se convirtió en jefe de equipo y fue miembro del Comité de coordinación sindical nacional de la industria siderúrgica. Hace poco se jubiló después de 40 años en la empresa y votó a favor de que el Reino Unido permaneciera en la UE porque confía más en las leyes de empleo elaboradas en Bruselas que en las del partido conservador en el poder, el cual, según Williams, ha abandonado a los trabajadores de British Steel.

“A lo largo de los años, el partido conservador ha estado en el poder más veces que el laborista. Es así”, dice Williams. “La Unión Europea ha aprobado leyes magníficas en materia de empleo en el curso de los años. Estas leyes eran muy superiores a nuestras antiguas leyes sobre salud y seguridad. El Gobierno de este país siempre ha suavizado la legislación, mientras que la Unión Europea nos ha protegido”.