El imparable movimiento de las trabajadoras del hogar: potente, resiliente y dispuesto a lograr la libertad para todas

Hoy, las trabajadoras del hogar, los sindicalistas, activistas de los derechos de la mujer y defensores de los derechos humanos celebran el aniversario de un hito histórico: el Convenio 189 sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos y la Recomendación 201 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Adoptado el 16 de junio de 2011, dicho convenio garantiza que las trabajadoras que se encargan del cuidado de las familias y los hogares, incluidos los millones de trabajadoras del hogar migrantes, estén protegidas por los mismos derechos laborales fundamentales que el resto de los trabajadores y pone fin al largo historial de explotación y abusos perpetuado por su exclusión sistémica de las legislaciones laborales nacionales.

En el mundo hay decenas de millones de trabajadores del hogar, la mayoría de los cuales son mujeres. Muchas de ellas forman parte de comunidades indígenas, racializadas, migrantes y rurales. El reconocimiento de su valiosa labor como trabajo y la garantía de que las protecciones para este grupo históricamente desfavorecido están ahora consagradas en el Derecho internacional constituyó un hito de la historia sindical.

Como declaró entonces Myrtle Witbooi, secretaria general del Sindicato Sudafricano de Trabajadores del Hogar y Afines (SADSAWU) y presidenta de la Federación Internacional de Trabajadores del Hogar (FITH): “Nuestro sueño se hizo realidad y ya somos libres –ya no somos esclavas, sino trabajadoras–”.

A lo largo de la última década, el C189 ha generado cambios para millones de trabajadoras del hogar. Mediante una campaña mundial para garantizar la ratificación del C189 (en un principio de 12 países) –liderada por la FITH, la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación, Agrícolas, Hoteles, Restaurantes, Tabaco y Afines (UITA) y la Confederación Sindical Internacional (CSI) y fortalecida a través del apoyo fundamental de una amplia alianza formada, entre otros, por defensores de los derechos humanos y el movimiento feminista– se conquistaron derechos en decenas de países. Se organizaron campañas de incidencia, se presionó a los legisladores y se iniciaron negociaciones tripartitas. Desde la inclusión en la legislación laboral hasta la conquista del derecho a un salario mínimo, a la protección social, a una jornada laboral de ocho horas y a un día libre a la semana, las vidas laborales de millones de trabajadoras del hogar se han visto transformadas desde que Uruguay se convirtió en el primer país en ratificar el C189 en junio de 2012. Hasta la fecha, 32 países han ratificado el C189 y al menos 50 países han reforzado la protección jurídica para las trabajadoras del hogar.

Desde la adopción del C189 en 2011, el movimiento de las trabajadoras del hogar ha ido ganando fuerza. La FITH celebró su congreso fundacional en Uruguay en 2013 unida a nivel mundial y local, logrando así otro logro histórico: por primera vez en la historia se formó una federación sindical mundial totalmente liderada por mujeres de grupos que luchan por la igualdad, es decir, por mujeres de los sectores más pobres de la sociedad. Desde entonces, su capacidad de negociación colectiva ha ido aumentado, con 67 afiliados de 54 países que representan a más de 600.000 trabajadoras del hogar.

La lucha por la justicia continúa

Ellas siguen con su lucha por la justicia con el objetivo de acabar con la explotación y no se detendrán hasta que todos y cada uno de los 67 millones de trabajadores del hogar de todo el mundo gocen de los derechos, las protecciones y un ambiente laboral sano y seguro. Incluso en los casos en que se ha ratificado el C189 será necesario tomar otras medidas para garantizar que se aplique correctamente. Además, la pandemia de la covid-19 ha supuesto un importante retroceso: según los cálculos de la OIT, en junio de 2020 un sorprendente 72% de las trabajadoras del hogar se habían visto gravemente afectadas por la pandemia.

Muchas perdieron sus ingresos, pues sus empleadores les despidieron, les obligaron a pedir un permiso no remunerado o, en los casos en que mantuvieron sus puestos de trabajo, muchas de ellas no recibieron sus salarios. Como la amplia mayoría de las trabajadoras del hogar trabajan informalmente, la pérdida de ingresos fue generalizada, ya que no gozan del derecho a acceder al sistema de protección social. Asimismo, muchas de ellas quedaron excluidas de las medidas de asistencia para hacer frente a la covid-19.

Dicha exclusión incluye a los millones de trabajadoras del hogar migrantes, que ya eran las más vulnerables ante los abusos y la explotación.

La pandemia les ha puesto en una situación de riesgo aún mayor, pues tuvieron que quedarse encerradas debido a las diversas medidas de confinamiento y trabajar sin equipos de protección individual (EPI) cuando prestaban servicios de cuidado a los miembros de las familias y no pudieron acceder a los servicios de atención sanitaria.

Por tanto, algunas se han visto en la situación de no poder permitirse incluso las necesidades más básicas, como comprar alimentos o pagar su alquiler. La FITH respondió en todos los frentes, movilizando recursos mediante la creación de un Fondo de Solidaridad para prestar ayuda a un mínimo de 150.000 trabajadoras del hogar con sus necesidades más urgentes. Además, la FITH también está recaudando fondos para las trabajadoras migrantes del hogar con el objetivo de facilitarles EPI, alimentos, productos de aseo esenciales, análisis médicos y alojamiento.

En plena pandemia, los sindicatos afiliados en decenas de países intensificaron sus labores de incidencia. En Panamá, por ejemplo, las trabajadoras del hogar recibieron formación sobre salud y seguridad, incluido el derecho a la vacunación, a través del Ministerio de Trabajo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la OIT. En Malasia, las trabajadoras del hogar conquistaron el derecho a la protección social cuando el gobierno reformó sus leyes a principios de este mes, gracias a la presión que ejercieron sus sindicatos. A nivel mundial, los trabajadores del hogar LGBT+ se han estado organizando para conseguir derechos y respeto. En diciembre de 2020, los sindicatos namibios celebraron los avances tras años de lucha cuando el gobierno ratificó el C189 y el C190, otro convenio histórico de la OIT que aborda la violencia y el acoso en el ámbito laboral.

Aparte del C189, la FITH sigue impulsando iniciativas de cambio. Recientemente unió sus fuerzas con la CSI y con diversas confederaciones sindicales mundiales para llevar a cabo una campaña a favor de la amplia ratificación del Convenio sobre la Violencia y el Acoso anteriormente mencionado. Además, ha estado presionando a favor de la protección social para fomentar un ámbito laboral con un enfoque humanista en la OIT. Y se ha unido a la CSI, el UNI Global Union, la Internacional de la Educación, la Internacional de Servicios Públicos y la red WIEGO (Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando) para conseguir empleos decentes para todos los trabajadores de los servicios de cuidados y una mayor inversión en el acceso igualitario a los servicios públicos de asistencia, mientras se movilizan para el próximo Día de Acción Global por el Cuidado el 29 de octubre de 2021.

En una conmovedora película/documental, coproducida por la FITH, Human Rights Watch, WIEGO y la CSI, líderes de la FITH de las trabajadoras del hogar de todo el mundo celebran el 10º aniversario de la adopción del C189. Su potencia y resiliencia reflejan la fuerza de un movimiento imparable, dispuesto a llegar al día en que todas las trabajadoras del hogar sean libres.