El diálogo social es fundamental para fomentar la participación de los sindicatos en la recuperación y la resiliencia en África

La pandemia de covid-19 ha pasado de ser una emergencia sanitaria a ser una de las mayores crisis socioeconómicas mundiales que se recuerde. Sus efectos adversos afectan a toda la sociedad, especialmente al mundo del trabajo, y en particular a África, donde ha exacerbado los problemas estructurales subyacentes y las crisis humanitarias en todo el continente.

En el informe African Economic Outlook 2020 (Perspectivas económicas en África 2020), publicado por el Banco Africano de Desarrollo, se preveía que el crecimiento económico en el África subsahariana disminuiría drásticamente de 3,1% en 2019 a -3,2% en 2020 como consecuencia de los efectos de la pandemia; esto constituiría la primera recesión en la región en más de 25 años.

Por otra parte, el número de casos de covid-19 continúa aumentando y las tasas de vacunación son muy inferiores a las del resto del mundo: a nivel mundial, se han administrado 150 dosis de las vacunas contra la covid-19 por cada 1.000 personas, mientras que en el África subsahariana la cifra es de aproximadamente 8 dosis por cada 1.000 personas.

La covid-19 ha puesto de manifiesto las desigualdades existentes y la vulnerabilidad de los trabajadores, ha aumentado los niveles de desempleo y subempleo, ha debilitado más los frágiles sistemas de salud de África y ha aumentado la carga de la deuda interna y externa. La pandemia combina todos estos factores en el contexto de injusticias económicas históricas y estructurales a las que el continente africano continúa enfrentándose.

En 2020 los mercados de trabajo de todo el mundo se vieron trastornados a una escala sin precedentes históricos. Se perdió alrededor del 8,8% de las horas de trabajo a nivel mundial, lo que equivale a 255 millones de empleos a tiempo completo. Aunque no se perdieron tantas horas de trabajo en África, la pandemia ha golpeado a los trabajadores del continente, muchos de los cuales trabajan, y muy duro, en la economía informal. Se perdieron completamente innumerables puestos de trabajo y medios de vida.

Aunque está claro que la covid-19 ha afectado enormemente a los trabajadores, los Gobiernos africanos han intentado aplicar medidas para evitar la propagación del virus sin involucrar realmente a los trabajadores en cuestiones que les afectan.

El diálogo social, un mecanismo que reúne a los interlocutores sociales (Gobierno, trabajadores y empleadores) para debatir y negociar cuestiones relacionadas con el trabajo, ha sido poco sistemático o inexistente en la mayoría de los países.

En algunos países, los trabajadores han sido excluidos de decisiones críticas que afectan a sus vidas y en otros casos se les ha proporcionado poca información al respecto. En otros casos, los Gobiernos han utilizado la táctica del “divide y vencerás” para reprimir las actividades sindicales e impulsar medidas contra la covid-19 sin realizar consultas.

Esta situación ha llevado a que los trabajadores rechacen las medidas contra la covid-19 y ha exacerbado las desigualdades entre los trabajadores de sectores productivos y de apoyo, como la agricultura y el transporte. Sin diálogo social para mejorar la difícil situación de los trabajadores, el contexto posterior a la covid-19 augura un futuro de desconfianza y apatía. Es necesario revertir de inmediato esta situación mediante el uso de enfoques inclusivos, como el diálogo social como mecanismo para una gestión de la pandemia de covid-19 en la que los trabajadores puedan contribuir a decisiones importantes relativas a la contención de esta pandemia devastadora. Solo podemos reconstruir mejor mediante un enfoque basado en la participación de varias partes interesadas.

Los sindicatos revelan la escala del problema

Los desafíos abrumadores a los que se enfrentan los sindicatos en la gestión de la pandemia de covid-19 y sus efectos en el mundo del trabajo llevaron a la Confederación Sindical Internacional (CSI) a realizar estudios en varios países (de próxima publicación) sobre el fortalecimiento de las capacidades de los sindicatos en materia de diálogo social para la gestión de la pandemia de covid-19.

Hasta ahora, los datos señalan que los sindicatos pueden acceder a la información sobre la pandemia que se pone a disposición pública, pero que resulta difícil que los Gobiernos escuchen a los sindicatos. El estado de emergencia (pública) y los toques de queda impuestos para velar por el cumplimiento de las medidas contra la covid-19 han frustrado, en algunos casos, el respeto de los mecanismos de diálogo social.

En Somalia, Botsuana y Sierra Leona, por ejemplo, el 84% de los trabajadores encuestados por la CSI indicaron que su Gobierno central asumía poderes excesivos que desequilibraban los principios del diálogo social. Otros encuestados indicaron que las medidas de confinamiento afectaron a la capacidad de los sindicatos de asistir a reuniones relacionadas con la covid-19, mientras que otros señalaron que la disminución de sus recursos ha afectado a su capacidad de proteger a los trabajadores.

Es importante reconocer una tendencia entre los Gobiernos: estos consideran que los sindicatos están en su contra y, en consecuencia, estos podrían dificultar potencialmente la aplicación de las medidas contra la covid-19. Las medidas destinadas a mantener el distanciamiento social y restringir las reuniones físicas fueron utilizadas por los Gobiernos como pretexto para justificar su negativa a colaborar con todos los sectores, aunque estas decisiones hayan tenido importantes consecuencias para la situación de los trabajadores.

Alternativas políticas

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las condiciones que permiten el diálogo social son las siguientes:

1. La existencia de organizaciones de trabajadores y de empleadores sólidas e independientes, con la capacidad técnica y el acceso a la información necesarios para participar en el diálogo social.

2. La voluntad política y el compromiso de todas las partes interesadas de participar en el diálogo social.

3. El respeto de los derechos fundamentales de libertad de asociación negociación colectiva.

4. Apoyo institucional apropiado.

Por consiguiente, para mantener el diálogo social en el plano nacional, todos los interesados deben tener claras las funciones de los interlocutores para una rendición de cuentas mutua. Los sindicatos necesitan formación para adquirir conocimientos teóricos sobre el diálogo social, análisis y promoción de políticas para poder asistir a las reuniones de diálogo social convocadas por los Gobiernos. A nivel nacional, esto significa institucionalizar los encuentros para el diálogo social, y, al mismo tiempo, hacer que los procesos de las reuniones sean transparentes y realmente inclusivos.

Ante la persistencia de la pandemia de covid-19, así como sus amplias consecuencias socioeconómicas, la OIT reclama una cooperación y un diálogo social tripartitos eficaces que reúnan a Gobiernos y organizaciones de empleadores y de trabajadores a fin de elaborar estrategias y políticas eficaces destinadas a abordar su impacto. Esto implica que los sindicatos deben encontrar su lugar en los grupos de trabajo establecidos para hacer frente a los problemas provocados por la pandemia. Para añadir valor, los sindicatos deben continuar involucrando a sus miembros en cuestiones relacionadas con la covid-19 −para estar en sintonía con los temas de los movimientos de base−, reunir datos y divulgar información para contribuir al proceso de diálogo.

Asimismo, los sindicatos deben incorporar las nuevas herramientas digitales de uso tan generalizado en estos momentos. Para mejorar la participación sindical en estos diálogos, los sindicatos deben promover un espíritu de colaboración para que otras partes interesadas no les perciban como rivales.

Los sindicatos también deben contar con información adecuada sobre cómo gestionar los procesos de diálogo social a fin de ser interlocutores sociales y agentes de desarrollo eficaces y de pleno derecho.

Por una parte, teniendo en cuenta que la covid-19 ha tenido un impacto enorme en el mundo del trabajo, los Gobiernos deberían asegurarse de que los representantes de los trabajadores están incluidos en otras plataformas nacionales que se han establecido para impulsar el programa relativo a la poscovid-19. Esto garantizará que las voces de los trabajadores sean escuchadas al nivel más alto de la formulación de políticas y con el espíritu de los ODS, y que verdaderamente nadie se quede atrás.

Por otra parte, los Gobiernos deben comprender que, para reconstruir mejor, los trabajadores tienen que estar en primera línea de dicha recuperación, en consonancia con el ODS 8 y los aspectos recurrentes del trabajo decente, como el empleo, la protección social, los derechos laborales y el diálogo social. Esto también debería incluir políticas que aborden cuestiones transversales como el género, cuestiones relacionadas con las mujeres y la juventud y la economía informal. Excluir a los sindicatos de los procesos de recuperación solo llevará a una mayor exclusión social y desigualdad.