La CSI rinde homenaje a las mujeres activistas y líderes que se han alzado frente a ataques contra la paz y la democracia en todo el mundo, al papel desempeñado por las mujeres para la resolución de conflictos, la construcción de la paz y la movilización de sus comunidades en tiempos de crisis.
Concretamente, reconocemos el enorme precio que han pagado las mujeres en Afganistán, Irán, Ucrania y otros países que sufren las consecuencias de conflictos y violencia estatal.
En Irán, tras el asesinato de Jina Mahsa Amini por agentes del represivo régimen misógino, las mujeres han salido a la calle en todo el país para protestar y reclamar sus derechos, pese a las amenazas contra su integridad, su vida y su libertad. Cientos de personas han muerto durante las protestas, muchas otras fueron condenados a muerte y se han registrado al menos 15.000 detenciones.
En Afganistán, mujeres y niñas continúan afrontando violencia y amenazas del régimen talibán por reclamar sus derechos al trabajo y a la educación. Trabajadores y trabajadoras del mundo entero se solidarizan con las mujeres iraníes y afganas y exigen que los regímenes que gobiernan ambos países pongan fin a sus políticas de violencia y respeten los derechos de la mujer.
Los conflictos persistentes
La guerra en Ucrania tras la invasión rusa, así como los conflictos persistentes en Siria, Tigray, Yemen y otros lugares del mundo, continúan cobrándose vidas y destrozando perspectivas de futuro. Nuestro reconocimiento a las mujeres situadas en primera línea de estos desastres provocados por el hombre para brindar asistencia a sus comunidades, así como a las mujeres que ayudan a las víctimas de los devastadores terremotos registrados en Turquía y Siria, que han ocasionado la muerte de más de 40.000 personas y desplazado a muchas otras.
Las mujeres siguen defendiendo la democracia en todo el mundo. El 1 de febrero se cumplió el segundo aniversario del golpe militar en Myanmar, donde mujeres trabajadoras y otros manifestantes continúan siendo reprimidos por reclamar sanciones contra la junta militar y exigir el retorno a la democracia.
En Brasil, las mujeres trabajadoras estaban entre los sindicalistas que defendieron a su Gobierno democráticamente electo en enero, frente a los ataques de la extrema derecha contra la Corte Suprema, el Congreso Nacional y el Palacio Presidencial.
Incluso en países democráticos, como Estados Unidos, las mujeres siguen teniendo que luchar por la justicia de género y sus derechos reproductivos. Las democracias no resultan inmunes a tendencias autocráticas que amenazan los derechos de la gente trabajadora y las vidas de la población. Con las fuerzas políticas populistas de extrema derecha ganando impulso en muchos países, se registra también un aumento del racismo, la xenofobia y la discriminación hacia mujeres, migrantes, el colectivo LGBTQI+, los pueblos indígenas y las personas de color.
Aunque las mujeres sean el blanco de estos ataques, también están en primera línea de la lucha por combatirlos.
“La paz y la democracia no podrán lograrse sin la plena igualdad y la inclusión de las mujeres”, afirmó Akiko Gono, presidenta de la CSI. “El movimiento sindical redoblará esfuerzos para garantizar la naturaleza inclusiva de sus propios programas procesos y estructuras, a fin de conseguir una representación igualitaria y equitativa de las mujeres en sus cargos directivos”.