Cómo ha contribuido el activismo laboral al éxito de la lucha contra el coronavirus en Vietnam

Cómo ha contribuido el activismo laboral al éxito de la lucha contra el coronavirus en Vietnam

A masked man walks past a poster encouraging people to wear face masks correctly in Hanoi, Vietnam, on 23 April 2020.

(AP/Hau Dinh)

En febrero, los trabajadores de Praegear Vietnam, una empresa del sector de la confección, iniciaron una huelga para exigir a la fábrica que adoptara medidas para proteger a los trabajadores contra el coronavirus. En respuesta a esta solicitud, los dirigentes sindicales locales organizaron cursos de formación y charlas impartidas por expertos médicos y la empresa adoptó una serie de medidas, como el suministro de mascarillas gratuitas, el control de la temperatura o el rociado de las instalaciones con desinfectante. Otras empresas de la misma región hicieron lo propio.

Vietnam ha sido elogiado, con razón, por una respuesta a la COVID-19 muy admirable y eficaz. En el momento en que se redactó este artículo, se habían registrado 334 casos de contagio, 323 de los cuales se habían recuperado, y ninguna muerte. Los expertos en salud han atribuido el éxito de Vietnam a la rapidez con la que respondió al primer caso en enero. La respuesta consistió en el cierre de las escuelas, una buena comunicación, un sistema de rastreo rápido y la puesta en cuarentena de todos los casos y contactos. El país ha vuelto relativamente a la normalidad, con la excepción de los vuelos internacionales, que todavía no se han reanudado (aunque se planea reabrir algunas rutas este mes de julio).

Además, el país anunció un programa de apoyo financiero de 2.600 millones de dólares estadounidenses (unos 2.300 millones de euros) para las familias pobres y otras personas que hayan perdido sus medios de vida debido a los efectos económicos de la pandemia. Las personas que han sido despedidas o suspendidas de empleo temporalmente sin sueldo, las familias ya clasificadas como pobres o próximas a la pobreza, así como los trabajadores por cuenta propia, como los vendedores callejeros, cuyos ingresos han desaparecido, reciben una asignación mensual del gobierno. Es modesta y es susceptible de mejora, pero constituye un salvavidas imprescindible para aquellos que, de no recibir esta asignación, no tendrían nada. También se ha dado arroz gratuito a aquellos que lo necesitan a través de “cajeros de arroz”.

Sin embargo, un elemento que se ha omitido en buena parte de los comentarios sobre la respuesta de este país del sureste asiático ha sido la importante función que ha desempeñado la presión comunitaria de los trabajadores.

Vietnam vive bajo un régimen unipartidista con una única federación sindical dirigida por el Estado, la Confederación General del Trabajo de Vietnam (CGTV, o VGCL según su sigla en inglés), y sin libertad de asociación, aunque en enero de 2021 se introducirán algunas reformas que permitirán la creación de organizaciones representativas de los trabajadores a nivel de empresa. En el plano nacional, la CGTV está subordinada y supeditada al Partido Comunista en el poder. Esto no significa que sea totalmente impotente, y no hay consenso entre los académicos en cuanto al grado en que la confederación es, o puede ser, eficaz y representativa. Sin embargo, a nivel de empresa, la CGTV está dominada por los empleadores y muchos representantes sindicales son los directores de recursos humanos de las empresas u ocupan puestos similares. Por consiguiente, la CGTV no hace gran cosa por los trabajadores a este nivel.

Asimismo, cada año hay cientos de huelgas no autorizadas, estas están organizadas por los propios trabajadores y se concentran abrumadoramente en el sector industrial. La CGTV nunca ha organizado una huelga. En lo que se refiere a las huelgas no autorizadas, estas a menudo tienen éxito y normalmente logran que se satisfagan al menos algunas de las demandas relativas al salario y las condiciones en el lugar de trabajo. Las huelgas también tienen efectos más amplios a nivel nacional, como revertir un cambio en la ley sobre el seguro social, contribuir a la elaboración de un plan para retrasar las nuevas zonas económicas especiales y ayudar a impulsar las reformas relativas a la libertad de asociación mencionadas arriba. A menudo terminan cuando un grupo de trabajo integrado por dirigentes del sindicato local y el Departamento de Trabajo negocia una solución con los empleadores. Las huelgas han continuado teniendo lugar durante la pandemia.

Una respuesta de los trabajadores de doble vertiente

Wolfgang Daubler, un consultor en relaciones laborales, indica que la estructura de relaciones laborales de Vietnam consiste en una “estructura dual”. En una obra electrónica de libre acceso publicada en 2018, antes del inicio de la pandemia, sostiene que la CGTV impulsa cambios a nivel nacional, mientras que las intervenciones organizadas por los propios trabajadores abordan cuestiones esenciales relativas al salario y las condiciones a nivel de empresa. Daubler afirma que este sistema es eficaz y que “aunque tiene sus defectos, no existe un verdadero motivo para realizar cambios fundamentales”.

No estoy totalmente de acuerdo con Daubler. Considero, por ejemplo, que existe una relación más dinámica entre la CGTV y las huelgas no autorizadas de lo que indica, pero es una perspectiva interesante e inusual que merece ser tomada en serio. Tal vez hayamos podido ver la “estructura dual” en acción con la respuesta de Vietnam al coronavirus. La CGTV se ha centrado en la sensibilización sobre las medidas para prevenir el coronavirus y la distribución de material como mascarillas y desinfectante de manos y ha participado en la elaboración de un programa de apoyo social. Las acciones de los trabajadores, por otro lado, han obligado a las empresas reticentes a aplicar las medidas de prevención de la COVID-19 en el lugar de trabajo a hacerlo. Después, a medida que se han empezado a sentir los efectos económicos, las huelgas no autorizadas han actuado como baluarte contra las empresas que trasladan todos los costes a los trabajadores.

En las huelgas celebradas en febrero los trabajadores exigían, entre otras cosas, equipos de protección individual (EPI) y otras medidas para prevenir el virus en las fábricas. Varias huelgas estuvieron relacionadas con el hecho de que se permitiera regresar al trabajo en Vietnam, sin realizar las pruebas pertinentes, a ciudadanos chinos que habían celebrado en China el Año Nuevo Lunar. Por ejemplo, los trabajadores de Domex, una fábrica de confección, fueron a la huelga al sospechar que un trabajador chino que acababa de volver a Vietnam tenía coronavirus. En respuesta, las autoridades de salud le hicieron pruebas y le pusieron en cuarentena durante 14 días.

A finales de marzo, dos trabajadores de la fábrica de confección Pinetree se desmayaron debido a la falta de oxígeno, lo que dio lugar a una huelga en la que los trabajadores exigieron que se les permitiera quedarse en casa como precaución contra la COVID-19. El dueño de la fábrica se negó, pero muchos trabajadores abandonaron su puesto de trabajo de todas formas. Al final, la dirección accedió a adoptar medidas de prevención, como proporcionar mascarillas y desinfectante de manos, crear un entorno aireado y pagar el salario a los trabajadores que tuvieran que ponerse en cuarentena.

A medida que ha empezado a sentirse el impacto económico del coronavirus, con pérdida de encargos y dificultades para abastecerse de materiales en las fábricas, los trabajadores han organizado huelgas para oponerse a la suspensión de empleo sin sueldo o los despidos sin indemnización.

Uno de los mayores conflictos se ha producido en Seethings, una fábrica de calzado en la que ha habido una serie de problemas laborales en el pasado. El 22 y 23 de mayo, unos 1.000 trabajadores fueron a la huelga para exigir las bonificaciones no pagadas, el pago de horas extraordinarias y las contribuciones al seguro social (que da a los trabajadores acceso a la atención de salud, prestaciones por desempleo y pensiones), que se les debían antes del brote de COVID-19, en respuesta a un anuncio de la empresa según el cual no los pagaría por falta de dinero.

Seethings emitió un comunicado en el que decía que, debido a las dificultades que estaban experimentando, pagaría las horas extraordinarias a finales de mayo, algunas bonificaciones a finales de junio y el resto en julio. La empresa también dijo que, a causa de las dificultades provocadas por el coronavirus, algunos trabajadores continuarían acudiendo al trabajo como de costumbre, pero que el resto debería tomarse una licencia sin remuneración. Los trabajadores protestaron contra el anuncio reuniéndose a las puertas de la fábrica el 25 de mayo. Las autoridades intervinieron, comunicaron a la empresa que el anuncio no se ajustaba a la normativa jurídica y le pidieron que continuara pagando los salarios de los trabajadores.

La “estructura dual” de Vietnam ha distado mucho de ser ideal. Cientos de miles de trabajadores han perdido sus medios de vida, ya sea temporal o permanentemente, y los efectos se sentirán durante mucho tiempo. Sin embargo, los trabajadores han exigido activamente que se les proteja de las peores consecuencias del coronavirus, tanto en el ámbito de la salud como de la economía. Las huelgas y las protestas han desempeñado una función importante a la hora de configurar la respuesta a la COVID-19 tanto de los empleadores como del Gobierno y merece ser reconocido como un elemento importante del éxito de la lucha contra el coronavirus en Vietnam.