La secretaria general de la CSI, Sharan Burrow, ha declarado: “Este informe expone una cruda realidad: las emisiones globales de gases de efecto invernadero tienen que alcanzar su punto máximo antes de 2025; y de aquí a 2030 tenemos que reducir las emisiones en un 43% para tener la posibilidad de limitar el calentamiento global a 1,5°C.
“Es mucho, pero el informe señala que la energía solar y la energía eólica tienen el potencial para cubrir más de una tercera parte de este objetivo.
“Es inevitable: el mundo necesita inversiones rápidas, importantes e inmediatas en puestos de trabajo para construir esta infraestructura y recortar las emisiones necesarias.
“Al mismo tiempo, el informe deja claro que, para sobrevivir, es preciso abandonar el uso del petróleo y el gas. Tenemos que reenfocar las infraestructuras y las subvenciones de los combustibles fósiles.
“Esto requiere una transición justa: un plan para convertir los empleos del sector de los combustibles fósiles en empleos de las energías renovables. Cada país, cada industria, cada empresa y cada inversor debe tener un plan desarrollado, en colaboración con los trabajadores y las trabajadoras y sus comunidades, y deben aplicarlo rápidamente.
“Nuestro informe, elaborado con el World Resources Institute y New Climate Economy, muestra que este cambio también tiene sentido desde el punto de vista económico y social. Invertir en energía solar permite crear 1,5 veces más de puestos de trabajo que invertir la misma cantidad de dinero en combustibles fósiles.
“El IPPC ha hecho un llamamiento a la acción en favor del empleo en el sector de las energías renovables. Inversores, empresas y gobiernos tienen que hacerlo realidad de inmediato. Sabemos que por cada 10 puestos de trabajo en el sector de las energías renovables, hay otros 5 o 10 en las cadenas manufactureras de abastecimiento, y, si se trata de buenos empleos con salarios justos, entre 30 y 35 puestos de trabajo en el conjunto de la comunidad”.
El informe del IPPC deja claro el potencial transformador de la transición justa, afirmando que puede “generar confianza social y afianzar y ampliar el apoyo a los cambios transformadores”. Y añade: “Esto ya está sucediendo en muchos países y regiones conforme se han ido estableciendo comisiones o grupos de trabajo nacionales para la transición justa, y las correspondientes políticas nacionales. Están participando multitud de actores, redes y movimientos”.
“Necesitamos que los sindicatos participen en el proceso de elaboración de estos planes y que garanticen el apoyo a los ingresos para asegurar las pensiones, la recualificación y la reubicación”, concluye Sharan Burrow.