El Informe Económico de la CSI describe un sistema económico mundial que afronta un momento crítico de crisis entrecruzadas –social, económica, medioambiental y sanitaria– que están repercutiendo en la gente trabajadora y sus familias, independientemente de dónde vivan y del nivel de desarrollo que haya alcanzado su economía nacional.
Según indica el informe: “En 2022 estamos siendo testigos de una espiral descendente de crecimiento económico, que va a la par de una escalada de los precios de bienes y servicios a la base del costo de la vida básico para la gente trabajadora”.
Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI, declaró: “De momento, demasiados dirigentes políticos e instituciones no parecen haberlo entendido. La vulnerabilidad de muchas economías nunca había sido tan grave. Pero, una vez más, dejan a la gente trabajadora en la estacada con sus respuestas macroeconómicas ‘ortodoxas’, que han demostrado una y otra vez no hacer otra cosa que intensifica las desigualdades globales y destrozar vidas y perspectivas en todo el mundo.
“Necesitamos un nuevo orden económico con nuevos modelos comerciales basados en el pleno empleo, el trabajo decente y una prosperidad compartida. Esto supone un nuevo contrato social con prosperidad compartida y transiciones justas, que ayude a estabilizar las comunidades y las economías, generando una seguridad común de coexistencia pacífica que al mismo tiempo haga frente a la pobreza y la exclusión, creando una oportunidad para invertir en la economía del cuidado y crear puestos de trabajo decentes en un sector que sostiene nuestras sociedades. Se trata nada más y nada menos que de crear las condiciones para la paz, la justicia social y la supervivencia”.